Anabel Alonso ofrece una actuación subyugante para vivificar este monólogo de Simone de Beauvoir en el Teatro Infanta Isabel

En 1967 publica Simone de Beauvoir tres relatos bajo el título de La mujer rota. Uno de ellos, «Monólogo», es el que emplea aquí Heidi Steinhardt, con gran coherencia, para adaptarlo a las tablas. Alessio Meloni ha preparado una chambre macilenta, vacía, mugrosa, que es capaz de encerrar a la protagonista ─unas cortas verjas se observan en la puerta de entrada─ y de encerrarnos a nosotros con ella. La iluminación de Rodrigo Ortega quizás sea excesiva en la mayor parte de la función, seguramente no se quería incurrir en el naturalismo. Sí que al principio se echa en falta un poco de ruido. Nuestra malhadada se queja de la algarabía procedente de la calle que se cuela por su ventana. Es Nochevieja; no obstante, impera el silencio en aquella habitación parisina. Sigue leyendo


Tomemos como una ironía del destino que justo falleciera Athol Fugard hace un mes. Su obra, Camino a La Meca, que tuvo su propia versión cinematográfica en 1991, con Kathy Bates como protagonista, fue estrenada en Londres en 1985. Ahora llega al Teatro Bellas Artes para que Lola Herrera se encarne en la escultora sudafricana Helen Martins, una de esas «locas» del trash art, quien vivía en New Bethesda, en el desierto de Karoo, muy cerca de donde el propio dramaturgo había comprado una casa. Sin embargo, a pesar de observarla con frecuencia, nunca se conocieron personalmente. 



Cuesta pillar el auténtico enfoque pretendido en esta propuesta sobre acoso escolar y ese modo de revancha «a la americana» consistente en liarse a tiros. Desde luego, la masacre de Columbine de 1999 marcó, si se puede afirmar así, una estética, un modus operandi destinado a la imitación. Luego, encima, se quiere meter en la coctelera otra estética, la que a su vez inició la película Scream y todas sus secuelas. La máscara de fantasma con el rictus del grito es más que célebre.