Alma Vidal expone sus cuitas generacionales en una dramedia caótica en el Teatro Pavón
Otra vez que una dramaturga del siglo XXI no renunciará a los mecanismos artísticos trillados de nuestro presente (que vienen de hace ya tanto). A saber: mucha metaliteratura en el modo de mostrar el work in progress, los tintes autoficcionales y mucho yoísmo hasta el punto de situar como protagonista a un dramaturgo. Déjenme repasar únicamente propuestas del mismo estilo en el último mes: De Nao Albet y Marcel Borràs, Las apariciones y, de forma más convencional, Goteras. Es una tendencia que dura demasiados años. Y una tendencia no puede ser un arte.
Expuesta la queja, reconozco que Alma Vidal muestra desparpajo y que ansía meter mucha carne en el asador. Sin embargo, tanto en la escritura como en la dirección el proyecto se desborda en demasiadas ocasiones. En este sentido, se echa en falta un mayor control de cómo se procede en cada escena, de por dónde discurre su comienzo y su fin para que, al menos, su enhebración no solo produzca la necesaria sensación de caos ─así se siente nuestro héroe, y eso es muy coherente─, sino una idea concreta de sus objetivos más trascendentes. Sencillamente porque, si uno de los motivos de fondo es el suicidio, entonces, convendremos que no es un asunto baladí.
Antonio Hernández Fimia, con formación en clásico (lo hemos visto hace poco en Don Gil de las calzas verdes), quien también es poeta (aspecto que tendrá su significancia en la obra), hace de dramaturgo en crisis. Su crisis de los veinticinco años acucia en este revoltijo de ansiedad flotante que se ha insuflado hoy a esa generación Z. El actor se echa encima la función y se planta con gran firmeza para caricaturizarse hasta la catatonia en esta dramedia. La sustancia ficcional de la obra que está escribiendo es su propia vivencia en un entorno de ramplona cotidianidad. Vive aún con su madre, tan corriente y meticona como cualquiera, sin el empuje o influencia que las ínfulas de su hijo necesitan. Será encarnada por Natalia Llorente (también con formación de clásico. Véase Valor, agravio y mujer o La margarita del Tajo que dio nombre a Santarén), quien recrea con gracia no solo a esta señora, sino a otros personajes en los que se tiene que introducir. De hecho, en el expresionismo gana más que como la novia (o ex) de nuestro Gonzalo (de ahí viene otra veta de su estado de nerviosismo). Además, en el hogar vive una hermana adolescente que ambiciona escribir sus propios textos; aunque yo creo que este personaje no termina de encajar.
En el juego de ficciones contamos con Amalia (mismo nombre de la novia). Marta Poveda otorga otro cariz muy distinto al montaje: su forma de expresión, su edad y hasta su aura (su carrera como intérprete es incuestionable. Hace poco la hemos disfrutado en Orestíada)… Establece una extraña posición ─lo mejor de la obra─ entre voz narradora (a su vez conciencia del autor) y malhadada de ese libreto que se llamará El dios de la juventud, quien, a su vez, rocía un cuaderno con líneas tenebrosas: «Vivir, vivimos los jóvenes. El resto sobrevive…». Ahí está la pistola chejoviana (y ya saben…). Ella encarna, en definitiva, la gran concepción implícita de este espectáculo, y esto es lo que nos debe valer. La clave de Vidal está en la insolente revisión contemporánea del romanticismo. Atacado este por tierra, mar y aire para acusarlo, casi, de terrorismo. Pulsión inequívoca de los artistas de los últimos doscientos años. Retando a los dioses, al Supremo, y a otros, que imponen el tiempo, la vejez, el fracaso, y que te vencen con un castigo que estos creadores se autoinfligen. Si no puedo amar a quien deseo hasta el desgarro, si no puedo pergeñar mi obra maestra como anhelo, si no puedo vivir contra las normas establecidas de esta sociedad pacata, materialista y abúlica, entonces, prefiero suicidarme; aunque me quede toda la vida por delante.
Ahora, otro punto a favor de esta propuesta: las circunstancias. El amigo que influye más que nadie, cuando uno es inmaduro. El colega poeta/porreta. ¿Poeta? de Instagram (afortunadamente pronto los «ha asesinado» Chat GPT con el algoritmo de Raphael de la Guetto). Carácter en proceso, por esta razón unas veces tendrá acento gallego y otras argentino para dar un toque más de humor. Nacho Almeida se va creciendo en su arco interpretativo desde el colgao experto en estupefacientes, hasta el profesor universitario algo estereotipado, pasando por Mateo, un joven viajero que se encuentra con Amalia en el cierre del círculo. De hecho, esta circularidad está trazada con un escenografía original y atractiva que ha diseñado el multifacético Iván López-Ortega (además de músico y actor. Atentos). Módulos sobre raíles que van cruzando por el fondo, ya sea parte de un tren de cercanías o la puerta de una discoteca, donde debe trabajar a pecho descubierto nuestro efebo con esperanzas de emancipación.
Desde luego, el espectáculo posee instantes memorables como las paranoias paralizantes de nuestro escritor; pero también la dispersión en la sala, en ese intento por aprovechar el pasillo central (con rap de músicos callejeros incluido, que eleva los ánimos del respetable). El batiburrillo a veces se sobreimpone a la esencia de lo que se quiere contar, y uno puede quedarse con una sensación de que hablamos del sempiterno estrés, cuando, en verdad, ocurre algo más profundo que proviene de la pasión y su consiguiente impotencia. Quizás falte cohesionar el texto, las ideas y la dirección para completar un montaje más redondo. No obstante, hay una energía que el espectador apreciará.
Dramaturgia y dirección: Alma Vidal
Reparto: Marta Poveda, Antonio Hernández Fimia, Natalia Llorente y Nacho Almeida
Escenografía e iluminación: Iván López-Ortega
Asesoría artística: Yayo Cáceres
Ayudante de dirección: Violeta Nêmec
Música original: Marc Servera
Coreografía: Paula Degado
Diseño gráfico: Antonio Hernández Fimia
Fotografías: Jesús Romero de Luque
Regiduría: Violeta Nêmec
Diseño de producción: Alma Vidal
Ayudante de producción: Elena Garay
Prensa: María Díaz
Distribución: Meditea (Ginés Alberto Sánchez)
Teatro Pavón (Madrid)
Hasta el 10 de agosto de 2025
Calificación: ♦♦♦
Puedes apoyar el proyecto de Kritilo.com en:
2 comentarios en “El dios de la juventud”