El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar

Pere Arquillué es capaz de sublimar el texto firmado por Josep Maria Miró, una concatenación de monólogos entorno a un crimen

El cuerpo más bonito - FotoRegresa Josep Maria Miró al Teatro de La Abadía, a esa misma sala donde cosechó su gran éxito El principio de Arquímedes. Dirige Xavier Albertí, quien también ha estado manejando los hilos en los Teatros del Canal con En mitad de tanto fuego. Grandes similitudes en la dramaturgia. Un solo actor se debe enfrentar a nosotros con todas las voces y evocaciones. Asuntos muy distintos o, quizás, no tanto. Lo que aquí se presenta posee algún elemento de Rasgar la tierra, por aquello del ambiente rural. A mí, en alguna medida, me ha recordado a Dogville, de Lars von Trier. Como también a Perros del paja o As bestas. Un chico ha sido asesinado y poco a poco nos vamos inmiscuyendo en esos odios acendrados que surgen en algunas sociedades cerradas, donde los vecinos van trazando rencillas demasiado agónicas.

No me suelen satisfacer las propuestas eminentemente narrativas; pues en demasiados instantes me siento como en un cuentacuentos. Aunque, a veces, se dan planteamientos que, por sus propios engranajes literarios, más que escenográficos, logran persuadirme. Así me ocurrió con Rabia (en este mismo teatro) y me vuelve a pasar con este montaje. Y es que el texto contiene misterio, thriller y un perspectivismo sugerente. Además, la ambientación emana esos olores fétidos que vamos olfateando según llega la resolución.

Su texto tiene siete personajes. El encargado de asumir tamaña tarea, esa sucesión de monólogos inmensos, es Pere Arquillué. Este es uno de esos actores inconmensurables, capaces de cargarse a las espaldas cualquier función y ofrecernos una potencia cautivadora que haga vibrar las palabras de una manera peculiar. Así lo ha demostrado en los últimos tiempos en Paraíso perdido y Jerusalem. Una posición concreta del cuerpo. Una impostación adecuada de la voz para adueñarse de esas diversas personalidades. Variar lo mínimo y exigirnos una atención, a veces, excesiva en esa verborrea narrativa. El bululú impone su versatilidad para ajustarse a lo más escueto y a lo más determinante.

El contenido es atrayente. Un true crime; pero que parte, como en la oscarizada American Beauty, desde la mente de un muerto. El «cuerpo más bonito» yace en el campo y «discurre» sobre las personas que acechan y sobre ese perro que le olfatea en la entrepierna. Ha sido mutilado. Descubrimos enseguida que su padre se suicidó hará unos años y que su madre, Antònia, recibirá la luctuosa noticia dentro de poco. En ella hallamos un soliloquio divagante repleto de dolor. Con ella cambia el estilo y lo volverá a hacer con el resto de actantes. Por eso no hace falta demasiada redundancia, ni insistencia en algunos efectos lumínicos que se ofrecen (encender las luces de sala o dar un fogonazo). Tampoco es necesario evidenciar corporalmente por donde se transita.

El texto posee toda esa pátina del género negro que nosotros debemos desbrozar para hallar la insidia que anida en esos ambientes. Por eso es fundamental penetrar en el pensamiento de estos individuos, para revelar que, por ejemplo, la directora del instituto, Júlia, se ha estado acostando con nuestro interfecto, y que debe confesarle todo a su marido. Resulta interesante el cambio de ritmo. Las frases cortas, directas, punzantes y cargadas de una sinceridad insolente sobre detalles que huelen a venganza: «No te atrevas a hacerte el ofendido, tu aliento, tan desagradable, te ha delatado en muchas ocasiones».

Un punto esencial, dentro del entresijo, es descubrir quién ese tal Eliseu: «una peluca. Rosa… De ahí que lo llamen Pink». Varios se refieren a él, ese amigo de la infancia. Así lo hace Ricard, el dueño del aserradero, que conocía bien a Albert y a su padre Ramis. Él mismo detalla una zona depauperada del pueblo, donde merodean «moros» e «inmigrantes». No desvelemos qué nos cuenta este misterioso personaje en el monólogo final; sin embargo, digamos que destapa todas las ambigüedades que parecen sortearse en esta última moda, al hilo de la «España vacía», que ha situado los pueblos como el lugar idílico al que regresar. Micromundos aislados e inexpugnables de los que a veces expelen sucesos deleznables como este que escuchamos atentamente.

Puede parecer un espectáculo sencillo; pero encierra el auténtico atractivo de la seducción a través de las oraciones, de esa cadencia que parece imbatible y que logra adentrarse en nuestra conciencia. Y no sabes cómo lo ha hecho.

El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar

Texto: Josep Maria Miró

Dirección, diseño de iluminación, escenografía y composición musical: Xavier Albertí

Reparto: Pere Arquillué

Ayudante de dirección: Roger Vila

Producción ejecutiva y regidoría: Marta Colell

Dirección de producción: Josep Domènech

Músicos: Quirze Egea y Sergi Llopart

Una producción de Temporada Alta

En coproducción con Teatre Romea

Teatro de La Abadía (Madrid)

Hasta el 18 de febrero de 2024

Calificación: ♦♦♦♦

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