La compañía Matarile completa su trilogía sobre la fragilidad para configurar una performance repleta de ocurrencias sin ilación

Reconozco abiertamente que mis expectativas sobre lo que me iba a encontrar eran claras. Recibiría más de lo mismo, más aleatoriedad, más gesto vacuo de una compañía, Matarile, a la que no soy capaz de tomarme en serio. Pero, después de El diablo en la playa e INLOCA (algún escena sugerente encontré en esta) había que completar esta Trilogía de la fragilidad. Fráxil. Handle with care (como el aviso en todas esas cajas que vienen con nuestros juguetitos desde allende los mares) es otro de esos artefactos que parecen pergeñarse a través de ocurrencias que se suceden en la vida. Se lee de esto o de aquello, se imagina uno haciendo algo, se piensa que no sé o que aquello, se hace una coctelera y ya tenemos una obra de teatro que presentar en el Matadero. Que Antón Coucheiro ya afirme que no importan los temas, pues solo hay un tema, y que lo importante es la expresión o, incluso, no tener que expresarlo, ya es toda una declaración de intenciones. Puede sonar poético, dadaísta, si se quiere; pero acaba teniendo toda la razón. Máxime cuando se aprovechan de fragmentos de otros autores, pongamos que la intertextualidad es legítima y que contribuye al collage. Podríamos estar dos o veinticuatro horas observando cómo una escena sucede a otra sin el más mínimo interés por continuar o profundizar en algo. Y despelotarse porque sí y bailar como si se quisiera emular a Gene Kelly o a Uma Thurman y John Travolta en Pulp Fiction, porque también las coreografías son intertextuales (igualmente legítimo). Y así, como quien no quiere la cosa, pues Claudia Faci, quien parece que todavía no tiene tomado el pulso a sus párrafos (qué más da), pues se acoge a María Zambrano para hablarnos de los claros del bosque, y uno piensa que ahí hay materia que abordar, que ahondar, si todo este acontecimiento deambulara sobre la estupefacción fenomenológica que se sucede a cada instante, cuando nos situamos entre la posibilidad de buscar o de mantenernos en una quietud atenta. Hablaríamos de la incertidumbre, aunque también de la nada, del azar, de la sorpresa. A pesar de ello, uno se viene abajo si tiene que escuchar esas curiosas historietas que no van a ningún lugar, salidas de la imaginación de Celeste González sobre si se ha encontrado con Whitney Houston y con Miquel Barceló en Salamanca. O si Pau Cólera se despelota para volver a vestirse y luego baila por aquí y por allá con algo de displicencia. O cómo Alfredo Pérez, esa especie de Pee-wee que aporta sus gestos de humor absurdo con su bicicleta configurada por un monociclo y un manillar que van por separado. Están por ahí pululando al gusto de Ana Vallés, quien parece negarse a adoptar una postura concreta sobre algo o una dirección a la que poder embarcarnos. Todo podría ser de otra manera, otros textos, otras fantasías, podrían haberse reunido en ese espacio tan vacío, con apenas una mesa larga, algunos objetos, y un proyector de imágenes pongamos que sugerentes, aunque no sé de qué. También podría ocuparse, en la misma disposición, otra compañía, otras gentes, un cualquiera y un público o un no-público.
Si al final, además, se anima a participar al espectador. Uno para que dance, otro para que se tome un café y otra para que se fume un cigarro fuera de la nave; mientras, Pérez nos saluda, se presenta, nos pregunta nuestro nombre. Bueno, vale, yo qué sé. Yo qué sé si esto va o no de la fragilidad y de la postpandemia, o de la salud mental, o de la obligación de tener que hacer algo o de si no se sabe qué decir es mejor callar, como ellos mismos citan a Wittgenstein. De algo de esto habla en las entrevistas su autora.
Están y no están, hacen, pero podrían no hacer, y nosotros podríamos no haber ido o sí, o podemos sacar alguna idea o algún sentimiento o nada de nada. ¿De verdad asoma por aquí alguna pulsión política acerca de cómo debería evaporarse el eurocentrismo? ¿Es Fráxil. Handle with care una demostración manifiesta y derrotista de cómo el cristianismo ha horadado todo instinto humano en este triunfo de la domesticación, según auguraba Nietzsche? La vida acontece allí tanto como fuera. Cabría preguntarse dónde es uno más libre o dónde uno puede perder el tiempo con algo más de sustancia. ¿Es frágil el cuerpo, o es frágil nuestra capacidad para adaptarnos, o no hemos desarrollado suficientemente esa virtud cardinal denominada fortaleza? ¿Sirve este montaje para comprender mejor el mundo? ¿Podemos dialogar en alguna medida con las divagaciones de Matarile? El tópico ese de que el arte no está para ofrecer respuestas sino preguntas, puede sonar muy bien; pero, quizás, como le ocurre a la filosofía, puede redundar en nuestra supina vaciedad. ¿No está el artista obligado a mostrar su duda con algún grado de solidez o siempre estamos con el work in progress de marras? Si no tienes nada que decir mínimamente valioso, ¿no sería mejor que te dedicaras a otra cosa?
Creación, texto y dirección: Ana Vallés
Otros textos: Mircea Cartarescu, George Steiner, María Zambrano, Pau Cólera, Antón Coucheiro, Claudia Faci, Celeste González y Alfredo Pérez
Reparto: Pau Cólera, Antón Coucheiro, Claudia Faci, Celeste González y Alfredo Pérez
Diseño de iluminación y vídeo: Miguel Muñoz
Diseño de espacio escénico: Miguel Muñoz, Ana Vallés y Rubén Vilanova
Coreografía: intérpretes y Ana Vallés
Diseño de sonido: Matarile
Edición de sonido: Xacobo Castro
Fotografía y vídeo documental: Rubén Vilanova
Diseño de vestuario: Matarile
Acompañamiento: Enrique Gavilán, Javier Méndez Oro, Isabel Iglesias, Pablo Sánchez y Jacobo Bugarín
Una producción de Teatro Español, Matarile y Centro Dramático Galego
Naves del Español en Matadero (Madrid)
Hasta el 16 de julio de 2023
Calificación: ♦
Puedes apoyar el proyecto de Kritilo.com en:

Me encanta tu blog! Pero también me encantó este espectáculo! INLOCA me dejó más frío, pero este me flipó. Ya sabemos que estas cosas son subjetivas, pero… que se dedique a otra cosa? Me parece un final de crítica bastante cruel. Ana Vallés no necesita a estas alturas demostrar nada. Es historia del teatro contemporáneo español!
Me gustaMe gusta
Gracias por tu comentario, Francisco; pero los artistas siempre tienen que demostrar algo. Si se repiten o se han quedado secos deben guardar barbecho o, en el peor de los casos, retirarse.
No se puede hacer crítica pensando que un creador no tiene que demostrar nada.
Un saludo.
Me gustaMe gusta