El dramaturgo y director Juan Carlos Rubio lleva a escena en el Teatro Pavón esta dramedia que ahonda en el tópico del carpe diem

Cuando nos encontramos con propuestas de ánimo amable, esas comedias que parecen destinarse al entretenimiento —piensan algunos espectadores— conviene estar atentos a su trasfondo; porque, a veces, la peripecia que sobrevuela tapa su posible enjundia. Y este es el caso de El inconveniente, que tuvo su versión cinematográfica en 2020, y ahora se aprovecha esa estela para instalarse en El Pavón.
Uno de los cambios peculiares que ha introducido su dramaturgo y director Juan Carlos Rubio ha sido transformar el papel de Sara, interpretado por Juana Acosta, por su paralelo en belleza, altura y elegancia, Cristóbal Suárez, que hace de Luis. Resulta interesante observar matices bien diferenciadores, pues ella se pretende encajar en el estereotipo actual de mujer empoderada que ha roto algún techo de cristal; mientras que él es el típico triunfador de toda la vida —su primera soflama se despliega con gran energía y soltura— que impacta con su sola presencia. Con él, después, ganamos en ternura; ya que el recorrido emocional es más amplio y complejo en relación a la principal protagonista.
Kiti Mánver sostiene su rol y lo exprime con auténtica gracia y persuasión. La señora Lola, una anciana que tiene los días contados; pero que ha decidido que no le renta seguir los dictámenes médicos, y ni con su triste existencia. Fumar, atiborrarse de magdalenas, empinar el codo y lo que se tercie. Deambula socarrona por un piso que ya no es suyo; aunque lo seguirá habitando hasta el último segundo. Ella pone el hedonismo, los consejos más pragmáticos y un carpe diem insolente que no se aplicó, cuando su marido se fue de picos pardos. Mientras que él, con esa nuda propiedad, va reconociendo que su cuadriculada moral, su previsión de las cosas y su orden robótico hace aguas. Un tipo estirado y mecánico, que nos puede recordar perfectamente a otra película del año pasado, Living, ese remake del Vivir, de Akira Kurosawa; donde parece que es necesario atisbar a la Parca para salirse de ese civismo tan asfixiante, de esa burocracia tan inhumana o de esa conciencia de pruritos judeocristianos que predeterminan hasta el exterminio a cualquier individuo.
Y toda esta dialéctica bulle en unos diálogos repletos de agilidad, que se entreveran con todos los dejes propios de las comedias de situación. Por eso, resulta ineludible para el puro divertimento, la inclusión de un tercer personaje que vale esencialmente para quitarle dureza existencial al asunto, dinamizar algunas escenas y provocar algunas risas; sobre todo, cuando esta multifacética tía, que interpreta Marta Velilla (agente inmobiliaria, portera, repartidora,…), se inmola haciendo de monologuista sin talento. Es una joven que representa al ciudadano adaptaticio, sin ínfulas, alegre por naturaleza e inevitablemente pesado en su mediocridad. Una opción felizmente habitual entre los dos extremos enfrentados en esta obra.
Por otra parte, Juan Sanz ha ideado un deslucido inmueble que se avejenta por momentos, que posee un evocativo armario empotrado, donde se esconde nuestro querido «inconveniente» para escuchar cómo venden su nidito de esa manera tan macabra: cuanto antes la diñe, más ganancia. Otra cuestión es la iluminación, pues se establece un jueguecito de apagar y encender entre el uno y la otra, que no está suficientemente afinado.
En ochenta minutos está resuelto el tema; no obstante, me parece que no se insiste demasiado en la imprevista enfermedad de Luis, y que enseguida se nos destina al desenlace. Entiendo que llega un momento en que el pescado está vendido; pero no estaría mal rematar con un poco más de sensatez esa liberación que tan vitalmente termina por representar nuestro actor.
Puede tomarse este montaje como una obra comercial y de pasatiempo; no obstante, merece la pena detenerse en su planteamiento más profundo.
Autor y director: Juan Carlos Rubio
Intérpretes: Kiti Mánver, Cristóbal Suárez y Marta Velilla
Diseño de escenografía: Juan Sanz
Diseño de vestuario: Pier Paolo Álvaro
Iluminación: José Manuel Guerra
Música: Miguel Linares
Ayudante de dirección: Isabel Romero
Fotografía: Julio Vergne
Diseño cartel: Luis Serrano
Gerente en gira: Marta Gutiérrez Abad
Dirección de producción: Marisa Pino
Producción ejecutiva: Bernabé Rico
Distribución: TALYCUAL PRODUCCIONES
Una producción de TALYCUAL, TXALO y LA ALEGRÍA
Teatro Pavón (Madrid)
Hasta el 9 de julio de 2023
Calificación: ♦♦♦
Texto publicado originalmente en La Lectura de El Mundo.
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