El otro

Alberto Conejero adapta la mejor obra teatral de Unamuno, donde se dirimen los límites de la identidad personal

Sin duda, esta es la obra de teatro más sugerente de Miguel de Unamuno; en la que se aproxima de forma más convincente a las propuestas vanguardistas de los años veinte, con un parentesco evidente con Pirandello. El espejo, la idea de no poder descansar, pausar, renunciar a su propio yo. La condena de ser cada instante de la vida y, además, no terminar de reconocerse plenamente, nada más que como un extraño que se piensa a sí mismo bajo el prisma de los demás. La creencia en identificar la identidad como una esencia pura, también puede hacernos ignorar la imposibilidad de ser único sin una especie, una tradición, una cultura, una educación y unas fuerzas irracionales que se plasman en la voluntad. Reconozcamos que la influencia en Unamuno de filósofos como Schopenhauer, Nietzsche o, sobre todo, Kierkegaard ―junto a Freud― es muy patente en esta obra ―con el permiso, claro, de Hegel―. Si seguimos al teólogo danés, podríamos argüir que el protagonista de este drama ha sido incapaz de pasar de la etapa estética a la ética. Por ejemplo, en el volumen O lo uno o lo otro se expone que la vida estética es desesperación, y con esta idea desarrolla una teoría de la alienación. Por otra parte, debemos recordar que en el estadio ético se halla el matrimonio como paradigma: el compromiso y el límite en el desarrollo personal. Todos ellos son temas y conceptos que alimentaban el espíritu de don Miguel. Por esta razón, El otro es un texto de gran complejidad, si nos adentramos en el meollo que verdaderamente se quería desentrañar. Alberto Conejero, sin abandonar el argumento, ha realizado una serie de ajustes para que la comprensión sea más directa. Le ha dado un ritmo más cercano al espectador. Ha reconfigurado levemente a los personajes, haciendo que, por ejemplo, el hermano haga de médico. Comprendo que a Conejero le venía a huevo aproximar este drama de 1926 al momento de la guerra civil; pero creo que, en este sentido, lo aleja de la auténtica intención de Unamuno, quien afirmó sobre este texto: «Trato en él de uno de esos temas eternos, más interesantes aún que el del amor: el de la personalidad». La trama se nos muestra como un thriller repleto de misterio y de oscuridad, de una extrañeza que también nos hace pensar en la novelística de misterio del siglo XIX. Diego Ramos ha diseñado una escenografía blanquecina, un salón diáfano que nos habla de una familia adinerada; aunque resulta bastante sencilla y efectiva para el movimiento claro de los actores. Allí llega Ernesto, el hermano de Laura, a quien no ve desde hace mucho tiempo. Acude porque es médico; aunque su especialidad no sea la siquiatría. Domingo Cruz queda un tanto timorato en su interpretación, si nos fijamos en la tensión que ofrecen los demás ante el suceso. El ama es Celia Bermejo, el típico carácter de señora que debe guardarse los secretos y los chimes del hogar. Resulta, desde luego, verosímil en todas sus intervenciones. Pronto aparece Carolina Lapusa para hacer de Laura. Su carga expresiva va de menos a más; puesto que inicialmente tampoco parece tan excesivamente preocupada con la actitud de su marido. El magnífico trabajo que realiza José Vicente Moirón como «el otro», es manifiesto. Adopta una gestualidad y un manejo del discurso enormemente atrayente; principalmente porque se mueve con la fuerza de un ansia, de una inquietud que no puede sostener en su cuerpo. Ya que él, ha pasado a ser «el otro»; expresión que repite continuamente. El embrollo se vuelve descomunal cuando hace acto de presencia Damiana, una Silvia Marty ágil y aguerrida, al considerar que «el otro» es, en realidad, su marido. Lo cierto es que las explicaciones terminan sucediéndose en el último tramo de la obra y esto reduce en demasía la atmósfera de estupefacción que se había creado. Saber que eran dos gemelos, Cosme y Damián, como los santos decapitados a principios del siglo IV, y que se convertirían en los patronos de los médicos, nos lleva efectivamente a la pista del crimen. Odios entreverados en las entrañas que no pueden reprimirse. Por otra parte, ellas no pueden demostrar sensatamente quién es ese que tienen delante. Es el suyo o no lo es. Caín y Abel en el fondo de la cuestión. La sombra que te acompaña siempre como el doppelgänger que ya no puedes aguantar a tu espalda. Aunque al final no se vaya a más argumentalmente (como descubrirá el espectador), sigue siendo esta una obra muy interesante por su conceptualización. «El otro» está en nosotros. Es el juego dialéctico permanente, el límite, el no-yo que nos reconfigura a cada instante. Aquellos que son como nosotros, el resto de humanos, los que conllevan una cultura similar y un sufrimiento idéntico, nos ofrece una mirada de nosotros mismos que imposiblemente podríamos hacer solos. El solipsismo lleva a la despersonalización, a la locura, a la esquizofrenia. Si «el otro» ya no está, quién soy yo.

El otro

Autoría: Miguel de Unamuno / Alberto Conejero

Dirección: Mauricio García Lozano

Actores: Celia Bermejo, Domingo Cruz, Carolina Lapausa, José Vicente Moirón y Silvia Marty

Diseño de producción: Domingo Cruz

Ayudante de dirección: Pedro Luis López Bellot

Escenografía y coordinación artística: Diego Ramos

Diseño de iluminación: Fran Cordero

Composición musical y espacio sonoro: Álvaro Rodríguez Barroso

Diseño vestuario: Gala González

Diseño gráfico: Al Rodríguez

Dirección técnica: José Manuel Paz Corbelle

Confección de vestuario: Inma Cedeño

Pintura y acabados de escenografía: Pilar Triviño (CreArte), Luisa Santos, Diego Ramos

Técnico en temporada: Ángela Julián

Construcción de escenografía: Javier Parejo y Diego Parejo (Escenografías El Molino)

Fotografía: Ana Antolín / Teodoro Gracia

Video: Centro de Documentación Teatral (INAEM)

Maquillaje: Rocío González

Asistentes de producción: Mario Martín y Javier Gutierrez

El Otro es un proyecto de colaboración España/Méxio con el apoyo de Iberescena. Espectáculo co-producido por El Desván Producciones y la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes de la Junta de Extremadura

Teatro Fernán Gómez (Madrid)

Hasta el 11 de abril de 2020

Calificación: ♦♦♦

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