A House in Asia

En los tiempos de la postverdad la captura de Bin Laden se convierte en un relato con múltiples perspectivas de acceso

Foto de Nacho Gómez
Foto de Nacho Gómez

Un acontecimiento como el que nos presenta la Agrupación Señor Serrano en el Teatro de La Abadía únicamente puede valorarse desde los parámetros de la postverdad, elegida palabra del año por el diccionario Oxford de 2016 y que viene a denotar: «que algo aparente ser verdad es más importante que la propia verdad». Nada nuevo más allá del propio término, cualquier publicista y propagandista entiende cuál es su materia prima. No creo, desde luego, que con A House in Asia sus creadores pretendan alcanzar la verdad, algo que es manifiestamente imposible en los casos más relevantes de nuestro mundo actual. Su mirada artística es un acercamiento irónico a unos hechos que, pasado el tiempo, han marcado un hito sobre la credibilidad de los adalides de la libertad y, curiosamente, de la libertad de prensa, aquella que es atacada por el recién investido presidente y defendida por Meryl Streep en su famoso discurso en la gala de entrega de los Globos de Oro. La prensa, por cierto, que no ha conseguido demostrarnos qué ocurrió realmente con Bin Laden y que, sencillamente, quedó en entredicho considerando sagrada la actitud de Barack Obama. Pues de esto va la obra, de dar vueltas a un imposible y de comprender que formamos parte de un croma verde sobre el que se proyecta una realidad no-real. Más allá de las incursiones sarcásticas y de otras traslaciones formales, debemos considerar que Señor Serrano recoge el relato tal y como nos lo han trasmitido los medios de comunicación y el gobierno estadounidenses más la sección propagandística de Hollywood. Inicialmente, montados en un simulador de vuelo, pilotamos el Boeing 767 de American Airlines hasta que chocamos con la Torre Norte igual que ocurrió aquel fatídico 11 de septiembre de 2001. A partir de ese instante, como ya sabemos, George W. Bush emprende su particular guerra contra el terrorismo: lucha contra los talibanes en Afganistán a través de la «Operación Libertad Duradera» en busca del líder de Al Qaeda Osama Bin Laden, considerado responsable máximo de los atentados de Nueva York, el Pentágono, etc. Lo que nos cuentan es la manera por la cual consiguieron asesinar al terrorista. Una vez localizada la casa de Bin Laden en Abbottabad (Pakistán) —A House in Asia—, comienzan los preparativos. El ejército americano construyó una réplica de la casa en la base militar de Harvey Point, en Carolina del Norte. Lo interesante de la función es que rápidamente conectan con la segunda réplica de la casa, la construida en Jordania (A House in Asia) para la película de Kathryn Bigelow, La noche más oscura (nominada en cinco categorías de los Premios Óscar, ganadora, como no podía ser menos, en el apartado de Mejor montaje de sonido), film que nos debe servir, también, como revelación de la auténtica operación militar que se llevó a cabo el 2 de mayo de 2011 y que, según cuentan, terminó con la vida de Osama Bin Laden. Tenemos una foto que asegura la credibilidad de la postverdad. Los responsables del espectáculo adoptan múltiples elementos de la cultura pop para recrear los acontecimientos. Principalmente, asistimos a la grabación de su propio film a la manera de aquellas cintas de serie b y z donde las miniaturas, los muñequitos y otros cachivaches diminutos reducían al mínimo el gasto en efectos especiales. Tenemos la susodicha casa reducida con todo tipo de detalles. Entre lo cutre y la virguería consumada conocemos a Matt Bissonette, el Navy Seal con aire de cowboy tejano montado en su ranchera reflexionando (todo un parafraseo del célebre monólogo de Blade Runner), todo ello en inglés, con sobretítulos en castellano que en varios momentos cambian la traducción incidiendo en el hecho de la verosimilitud. Las cámaras de mano van enfocando a los muñequitos, indios y vaqueros como los de Comansi, representando las fuerzas del bien y del mal. Recordamos que Bin Laden lleva el nombre en clave de Gerómino y que eso pone en marcha las similitudes. Como en un videoclip recibimos una cronología de las cruzadas hasta llegar al día D, a ritmo de rap y con cuñas sarcásticas sobre algunos de los protagonistas históricos. Otras secuencias insisten en lo paradójico del reportaje fílmico, por ejemplo, se nos remite a la escena de Sopa de ganso en la que Groucho Marx se topa con un espejo donde él se ve reflejado, aunque sospecha —todo en un absurdo— que su reflejo no es realmente él sino otro. Y ahí, en ese gag, tenemos otra definición de la postverdad: tienes la realidad, tienes el reflejo, pero lo que no tienes es espejo; por lo tanto, qué es, entonces, ese reflejo; pues otra realidad y así hasta el infinito (como bien representan al multiplicar la imagen hasta la atomización). En este laberinto repleto de recovecos presenciamos la propia grabación de La noche más oscura, aceptando que es esa ficción en lo único que nos podemos apoyar. El metacine sirve además para escuchar el diálogo patético entre los supuestos actores que van a interpretar a los marines. Ante la desfachatez de los hechos, los performers no pueden evitar sacar su vena paródica y el vitriolo que llevan dentro para transformar la función en todo un espectáculo cómico, aprovechando que el seudónimo de nuestro héroe fue Mark Owen (igual que el cantante de los extintos Take That). La chufla musical está garantizada máxime si uno de sus exitosos temas se acompaña de un baile country ejecutado por un grupo de cinco muchachas bien ataviadas con sus sombreros, sus vaqueros y sus botas. De fondo, el capitán Ahab hunde su arpón sobre el cachalote. Pero aún hay más, necesitamos los discursos de los presidentes, tanto de Bush y Obama (Premio Nobel de la Paz) como del recién llegado Trump. Gerónimo ha sido capturado. Debemos celebrar que gente como Àlex Serrano, Pau Palacios y Ferran Dordal se atrevan a pervertir las formas teatrales y que nos lleven más allá gracias a todos los elementos que van enhebrando y de los que somos partícipes como ciudadanos que se reconocen culturalmente en este mundo contemporáneo atravesado por múltiples intertextualidades que nos someten moral y políticamente.

A House in Asia

De: Agrupación Señor Serrano

Creación: Àlex Serrano, Pau Palacios y Ferran Dordal

Reparto: Àlex Serrano, Pau Palacios y Alberto Barberá

Voces: James Phillips (Matt) y Joe Lewis (marine joven)

Project manager: Barbara Bloin

Vídeo-creación: Jordi Soler

Diseño de sonido y banda sonora: Roger Costa Vendrell

Diseño de iluminación: Alberto Barberá

Maquetas: Nuria Manzano

Vestuario: Alexandra Laudo

Asesores en tecnología: Eloi Maduell y Martí Sánchez-Fibla

Asesoramiento legal: Cristina Soler

Asesor del proyecto: Víctor Molina

Fotógrafo: Nacho Gómez

Management: Art Republic – Iva Horvat & Elise Garriga

Teatro de La Abadía (Madrid)

Hasta el 28 de enero de 2017

Calificación: ♦♦♦♦♦

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4 comentarios en “A House in Asia

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