Trágala, trágala

Íñigo Ramírez de Haro hace revivir a Fernando VII para crear una sátira sobre los «males de España»

Foto de Javier Naval
Foto de Javier Naval

Con la venia de un autor que presume de sincero y crítico, habrá que afirmar desde aquí que su Trágala, trágala ha coincidido en el tiempo con el regreso de José Luis Moreno (con su sainete televisivo) y con la muerte de Pedro Reyes (puro antagonismo) y que, además, en este país se ha fraguado durante los últimos diez años aproximadamente un tipo de humor absurdo, ininteligible y paradójico destinado, en esencia, a jóvenes menores de cuarenta años. Por eso cabe preguntarse hacia quién va dirigido este espectáculo, ya que cuando hablamos de humor el olfato sobre el presente debe ser muy fino. Desde mi perspectiva la gracia que hubiera tenido esta obra hace cuarenta años, por ejemplo, ahora no la tiene, quizás porque llegamos demasiado tarde a la sátira monárquica. Hasta hace diez años nadie se metía con el rey cuando en Inglaterra llevaban trescientos años haciéndolo. Luego todo se precipitó y, ahora, sacar a colación amantes, yernos y elefantes apenas es subversivo. Íñigo Ramírez de Haro ha hecho revivir a Fernando VII de forma parecida a esa fábula de Vizcaíno Casas titulada Y al tercer año, resucitó, donde Franco recobraba el aliento. Después ha jugado al metateatro fingiendo que aquella irrupción real no pertenecía a la función propuesta y que se trataba de un loco (momento en el que un psicoanalista, sí, argentino, se presta desde la platea a tratarlo en el diván). A partir de ahí la mezcla kitsch y el popurrí se alimentan de canciones que ilustran la vida del rey felón. Canciones a cargo de Ron Lalá que se ven en exceso constreñidas al mensaje directo que se quiere transmitir. Después, entre el grotesco repaso histórico de amantes descuartizadas por el monarca itifálico, inquisiciones, revoluciones, constituciones para arriba y para abajo (todos conocemos el relato), se entrecruza una joven periodista con dotes de Letizia que va narrando las hazañas como partidos de fútbol y que remata la jugada con la representación de un debate televisivo entre Riego y Martínez de la Rosa, presentado con histrionismo por Ana Cerdeiriña, procurando la participación del público. Rematando a continuación con un mitin de un falso regidor interpretado por Jorge Machín y que se hace llamar Pablo Iglesias (sí, utiliza expresiones como tic tac y casta). El discurso ha envejecido muy rápido. El grandísimo problema de esta obra es la competencia que produce la televisión y, sobre todo, internet. La retahíla de memes, parodias, fotomontajes y vídeos trucados en pos del cachondeo mundial forman parte de nuestra cotidianidad. La propia Reina es seguidora del cómico más estrafalario y disoluto que existe en nuestro país, Miguel Noguera (aquí la periodista le marca un gol a Ramírez de Haro). Lo que de verdad hay que criticar del montaje, de su autor y de su director Juan Ramos Toro es que, con la que ha caído, no se entre a «matar»; que te abran las puertas del Teatro Español y se haga una satirilla. El momento requiere vitriolo, mordacidad y un despliegue de las armas propias de la dramaturgia para aflorar las vergüenzas de nuestra querida España. Afortunadamente, Trágala, trágala cuenta con un elenco de consistente versatilidad. Por ejemplo, Joshean Mauleón cambia de Goya a Obispo de León con naturalidad y presencia. Lo mismo ocurre con la diversidad de papeles que tienen que llevar a cabo Ramón Merlo, Balbino Lacosta y Manuel Maestro demostrando un saber estar actoral. Por su parte, Paula Iwasaki, como Pepa la Malagueña, se muestra con salero y gracia. Pero, desde luego, el que se entrega como un torrente es Fernando Albizu; su interpretación es verdaderamente meritoria, muy física y grandiosa, desde la altivez del rey endiosado hasta el patetismo del enfermo. Albizu ofrece un catálogo de emociones, guiños y gestos que sostienen una obra con un tono con el que es difícil lidiar.

Trágala, trágala

Autor: Íñigo Ramírez de Haro

Dirección de escena: Juan Ramos Toro (Yllana)

Reparto: Fernando Albizu, Jorge Machín, Ramón Merlo, Luis Mottola, Balbino Lacosta, Joshean Mauleón, Manuel Maestro, Ana Cerdeiriña y Paula Iwasaki

Voz en off: Sebastien Morice

Colaborador de dirección escénica y movimiento escénico: Rolando San Martín

Composición, dirección musical y letras: Yayo Cáceres, Juan Cañas, Miguel Magdalena y Álvaro Tato

Teatro Español (Madrid)

Hasta el 19 de abril

Calificación: ♦♦

Texto publicado originalmente en El Pulso.

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2 comentarios en “Trágala, trágala

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