…y la casa crecía

Una sorprendente escenografía da cobijo a una inocentona comedia que critica a los advenedizos

Foto de marcosGpunto
Foto de marcosGpunto

Como si las clases medias (sean lo que sean) no hubieran recibido su merecido con creces, por querer encaramarse a la clase superior con la ingenuidad de los crédulos homeopáticos, llega Jesús Campos García para aplastar a sus advenedizos protagonistas con el peso del lujo delicado. Una pareja es seleccionada para alquilar una mansión con el único inconveniente de limpiar y cuidar cada una de las piezas artísticas y decorativas que allí se encuentran. Sorpresivamente, el casón comienza a crecer al mismo ritmo que llegan nuevos artículos desde la aduana. Lo que en un principio estaba destinado al disfrute nobiliario, ahora se torna condena y enredo burocrático con absurdos tintes kafkianos. Y este planteamiento más el despliegue escenográfico son lo mejor de la función; el cómo ha trenzado el argumento, ese es otro cantar. Sigue leyendo

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Trágala, trágala

Íñigo Ramírez de Haro hace revivir a Fernando VII para crear una sátira sobre los «males de España»

Foto de Javier Naval
Foto de Javier Naval

Con la venia de un autor que presume de sincero y crítico, habrá que afirmar desde aquí que su Trágala, trágala ha coincidido en el tiempo con el regreso de José Luis Moreno (con su sainete televisivo) y con la muerte de Pedro Reyes (puro antagonismo) y que, además, en este país se ha fraguado durante los últimos diez años aproximadamente un tipo de humor absurdo, ininteligible y paradójico destinado, en esencia, a jóvenes menores de cuarenta años. Por eso cabe preguntarse hacia quién va dirigido este espectáculo, ya que cuando hablamos de humor el olfato sobre el presente debe ser muy fino. Desde mi perspectiva la gracia que hubiera tenido esta obra hace cuarenta años, por ejemplo, ahora no la tiene, quizás porque llegamos demasiado tarde a la sátira monárquica. Hasta hace diez años nadie se metía con el rey cuando en Inglaterra llevaban trescientos años haciéndolo. Luego todo se precipitó y, ahora, sacar a colación amantes, yernos y elefantes apenas es subversivo. Sigue leyendo