Retorno al hogar

Daniel Veronese ha intervenido uno de los más célebres textos de Harold Pinter para dotarlo de gestos incongruentes

Retorno al hogar - Foto
Foto de Omar Antuña

Es Harold Pinter un dramaturgo que lleva ya un tiempo muy asentado en la escena española. En los últimos años no han parado de adaptarse sus textos (Tierra de nadie, El cuidador, El amante o Traición) y no han faltado buenos montajes (Invernadero). Este Retorno al hogar ya tuvo una oscura versión de Ferrán Madico en 2009. Los de Tribueñe realizaron la suya desde un punto de vistas altamente grotesco y efectivo. Nada parecido a lo que ha pretendido Daniel Veronese, quien ha tomado una serie de decisiones dramatúrgicas que han propiciado unas distorsiones innecesarias para un texto que ya tiene sus propias distorsiones internas. Ya desde el inicio, el adaptador ha incluido un chiste que trastoca el propio comienzo. Un tono de comedia a latigazos, a ratos, forzado por unas risas enlatadas que se cuelan de manera aleatoria en la mayoría de los casos tras la intervención de Sam, el hermano, el tío que también vive en esa casa familiar, el chófer, un Alfonso Lara que termina por ser más interesante; porque parece más críptico en sus alusiones tan tremendas. Ese efecto no solo es raro, sino incongruente. No viene a cuento. Luego, además, encontraremos otros efectos. Por ejemplo, el brevísimo baile ­—Rellán llega donde llega, en menudo lío lo han metido— enfocado con onirismo. Son detalles que entorpecen. Puesto que, en general, este montaje no fuerza la brusquedad o la vulgaridad que serían esperables. Esa levedad es la que engaña a los espectadores más despistados que, por momentos, se creen ante un drama de Tennessee Williams. Sigue leyendo

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Una historia de amor

La estrella de la dramaturgia francesa, Alexis Michalik, irrumpe en los Teatros del Canal con una obra cargada de inverosímil sensiblería

Retrato por el Fotografo Pablo Lorente
Foto de Pablo Lorente

Supongo que este es el tipo de teatro que haría las delicias de Albert Boadella. Blanca Li ha sabido abrir la mirada para llegar a todos los públicos, y dar cabida a un montaje que, después, en buena lid, será explotado por un teatro comercial, como ya se anuncia. Una historia de amor es la peor obra que he podido contemplar en los Teatros del Canal. Yo entiendo que afirmar esto de un espectáculo que es firmado y dirigido por un «niño maravilla», pues supone un gran atrevimiento y, seguramente, sea un gesto de soberbia elitista. Lo reconozco. Sigue leyendo