La última ocurrencia de Rodrigo García es una descomposición de elementos varios que apenas provoca la más mínima reacción
Nadear en la NADA con sus naderías nadeantes. NADA NADA NADA. Pretende Rodrigo García aprovechar sus estatus para esputar un espectáculo excrementicio con hálito escatológico y con las ínfulas de «crítica a las falacias del mundo contemporáneo». Espectáculo destinado a pacientes fans (poco más de una centena para cada función) que se largan tras terminar, ignorando si hay que aplaudir semejante tomadura de pelo. Creo que llega un punto en el que reírle la gracia al dramaturgo es llamarse imbécil; pues su aporte artístico es una vaga descomposición de cachivaches que configuran un engrudo realmente insufrible. El hilo conductor de semejante artefacto es tu propia imaginación y tu voluntad por encontrar sentido al caos. Este Piano Sonatas / Wolfgang Amadeus Mozart (PS/WAM) es una instalación dadaísta que se deglute sobre sí en el sinsentido azaroso que no significa NADA, que apenas llama la atención ―mucho menos a sus habituales espectadores―, que se agota en el aburrimiento y que únicamente sirve para descreer de este callejón sin salida esteticista. La Nave 11, la Fernando Arrabal, la grande del Matadero, despojada de las butacas. Un tique para pedir la vez en este supermercado de chorradas con un «Muérete» impreso (quien avisa no es traidor, supongo). Sigue leyendo