Oleanna

Luis Luque dirige el clásico contemporáneo de David Mamet sobre las ambiciones vitales de un profesor y su alumna

Foto de Miguel Ángel de Arriba

Nuestro mundo actual es, a marchas forzadas, casi un trigger warning (aviso acerca del daño emocional que puede provocar el contenido de un libro, una película, etc.) en sí misma. La vida duele más que nunca. Las asociaciones de ofendidos por cualquier causa se multiplican y su altavoz es enorme. El lenguaje se transforma hasta el paroxismo con tal de que nadie se vea perturbado. El sentido figurado es un riesgo que no podemos correr. La ironía es una desfachatez. El humor es para los callejones oscuros. La Oleanna de David Mamet cobra más vigencia si cabe. Un abrazo de consuelo, dentro de un contexto cultural conocido y dominado, y no rechazado; es considerado por Carol no ya como una intromisión en su esfera íntima o un gesto desagradable, sino directamente como un abuso sexual. Algo que ahora mismo no me extraña. Podemos encontrar razones diversas y complejas para entender qué está ocurriendo con la libertad de expresión, con las formas de comunicación y con esa finura de piel que se le está poniendo a gran parte de la sociedad. Sigue leyendo

La cantante calva

El teatro del absurdo que Ionesco puso en marcha con esta obra sigue divirtiendo, pero ya no irrita

Foto de Javier Naval

Ya no es para tanto. El público ríe y aunque no se comprenda del todo, no se siente estafado, quizás un poco aburrido en algunos momentos; y si al final no sale ninguna cantante calva, tampoco es para escandalizarse en un mundo como el nuestro. Por qué no tomarse esta primera creación de Eugène Ionesco (1909-1994) como un ensayo de nuevos procedimientos, de una puesta en marcha de mecanismos propios del lenguaje en su deriva ilógica. Puesto que la estructura de la obra es simplona y repetitiva, no ya porque la repetición sea una técnica que explota profusamente, sino porque, como se verá en obras como Rinoceronte (1959), el teatro del absurdo iba a depararnos un despliegue mucho mayor de recursos literarios como la animalización o el simbolismo, y de constructos filosóficos como el nihilismo, el existencialismo o la crítica satírica de la sociedad. Me parece un exceso encontrar en La cantante calva referencias a las paradojas de nuestro presente donde las redes de comunicación abarcan el orbe y, sin embargo, se alimentan de la función fática del lenguaje y de una considerable incapacidad para despejar el ruido de nuestros enunciados. Sigue leyendo

El pequeño poni

Una obra de Paco Bezerra sobre el caso real de un niño maltratado en su colegio por el uso de una mochila

El pequeño poni - FotoEl acoso escolar ha existido siempre, eso es cierto, pero hoy, gracias a unos sistemas de comunicación altamente sofisticados y al empeño del mercado (y la desidia de los padres) por convertir a los infantes en acérrimos consumidores, el daño se ha multiplicado. En este caso la excusa es una mochila con unos ponis en la espalda de un niño de diez años, aunque podría ser por un peinado, un color de piel, una estatura, una anchura, una voz o cualquier otra característica de la que otros puedan mofarse. Porque la cuestión no radica, inicialmente, en la maldad, sino en un proceso de maduración que tiene por principio la pura imitación como referente de lo bueno y adecuado. Enseguida llega la asunción de que uno es débil (¿quién no se reconoce como débil?) y de que la forma más fácil y directa es ponerse por encima de aquellos con los que uno puede conseguir puntos frente a los demás. Un chaval maltratado es un conejillo de Indias con el que aquellos colegiales necesitados de atención sobresalen en un mundo que perciben adversamente. Luego están esos consentidores, aquellos que por miedo se apuntan al carro (¿se les puede exigir valentía a chicos tan pequeños?). Este es un elemento fundamental. No es lo mismo pedir cuentas a los acosadores en un colegio que en cursos avanzados de un instituto. La responsabilidad de los adultos posee una relevancia formidable. Sigue leyendo

Insolación

La adaptación de la novela escrita por Emilia Pardo Bazán resulta larga y demasiado cargada hacia el romanticismo

Foto de Luis Malibrán
Foto de Luis Malibrán

Se presenta un dilema siempre que asistimos a las adaptaciones de textos literarios y más si estas pertenecen a otro género (ya lo hemos visto con Los hermanos Karamázov). ¿Debemos juzgar la función como una obra auténtica, ajena a los presupuestos del autor o, inevitablemente, debemos comparar ambos hechos artísticos? Desde mi punto de vista, Pedro Víllora tiene todo el derecho a interpretar a Emilia Pardo Bazán como quiera y Luis Luque a dirigir la versión como estime oportuno, pero el espectador que se haya acercado a la novela Insolación (aunque habría que afirmar que más que novela es un «estudio episódico» ─según comentaba la novelista) observará que el realismo intimista con recursos naturalistas que la gallega pretendió desarrollar, empleando varios narradores que juegan a recrear la conciencia de la marquesa de Andrade, se convierte en escena en romanticismo tardío y en pudoroso recato. La trama es de lo más sencilla. La susodicha, joven viuda residente en el Madrid de 1887, con ideas bastante avanzadas para la época, aunque, en el caso de la obra, destinadas únicamente a la disputa alegre en las tertulias de los salones aristocráticos, y católica de misa inapelable, se encuentra con el gaditano Diego Pacheco, un donjuán al que ha conocido la víspera en casa de la condesa de Sahagún. Ese encuentro y la posterior excursión a la pradera de san Isidro durante la romería, suponen todo un desafía moral, una experiencia erótica y, sobre todo, un conflicto interno para Asís. Lo demás consiste en resolver su comedura de cabeza y esto, sinceramente, no da para casi dos horas de duración. Sigue leyendo

El señor Ye ama los dragones

Luis Luque y Paco Bezerra nos desenmascaran en una obra sobre nuestra relación cotidiana con la comunidad china

El señor YeLo que se concentra en el edificio en el que se alojan las cuatro protagonistas de El señor Ye ama los dragones es la síntesis de dos mundos, de dos aparentes visiones de la vida y, en definitiva, dos formas de incomunicación o, más bien, de la recalcitrante idea acerca de que los otros son seres absolutamente ajenos a uno. Chinos en el planeta España residiendo en una atmósfera entre postapocalíptica hongkonesa y el averno madrileño con boina en días de máxima contaminación. Una Divina Comedia que marca la estructura de la función, con sus tres actos bien definidos y sus tres unidades sin quiebra: la de tiempo (todo ocurre en un día), la de espacio (el susodicho bloque) y la de acción, dominada por un único nudo que debiera estar más enrevesado. Desde luego es una pena que con tal despliegue de medios escenográficos la trama no ofrezca más recovecos y mayores desarrollos narrativos. Podríamos decir que faltan subtramas que evitaran a Xiaomei (la joven china protagonista) relatar gran parte de lo que ha acontecido en sus vidas durante el pasado y revelar un misterio que, además, hasta ese momento no era tal. Sigue leyendo

Diario de un loco

José Luis García-Pérez sobresale con su interpretación en la obra Diario de un loco

diario-loco-webCuando uno espera escuchar a un loco, lo primero que se le pasa por la cabeza es la pregunta sobre qué le habrá hecho enloquecer. En el caso que nos ocupa, Aksenti Ivanovich, un personaje de las Historias de San Petersburgo de Gogol, sube a escena de la mano de Luis Luque como director e interpretado por José Luis García-Pérez. De la aparente sensatez se va pasando al desconcierto y las claves de este proceso, si es que pueden quedar nítidas tras un psicoanálisis, se desgranan en un diario que se descompone entre el tiempo y el espacio. Sigue leyendo