Refugio

Miguel del Arco traza la historia de una familia y un refugiado sirio ante la tesitura de la incomunicación

Foto de marcosGpunto

Europa dentro de un cubo, de un búnker acristalado donde se recluye la cultura milenaria y triunfante como el tiburón disecado de Damien Hirst. Incapaz de renacer en este capitalismo tardío en el que las plusvalías son cada vez más escasas —nada que ver con las posguerras o el despegue tras una dictadura o tras la caída de un muro—. Si no hay mucho que repartir, dónde queda la exitosa socialdemocracia. Esclavos del hijo bastardo que nos gobierna desde el otro lado del océano y petrificados ante un futuro repleto de incertidumbres, cuando deberíamos solazarnos por estos decenios de paz. Ponga un refugiado en su familia. Miguel del Arco partió de Teorema, el film de Pasolini que dirigió en 1968; pero el resultado queda muy alejado. ¿En qué medida Farid, un migrante sirio, perturba la vida de esos especímenes en plena descomposición? La incomunicación es permanente, es como si hubieran adoptado a un niño mudo y se negaran a aprender la lengua de signos; es casi un elemento decorativo propio de advenedizos. Sigue leyendo

La voz humana

Israel Elejalde dirige a Ana Wagener en una versión más contemporánea del drama de Cocteau

Foto de Vanessa Rabade
Foto de Vanessa Rabade

El teléfono ya no es lo que era, ni lo que fue en aquel París de 1930 cuando Jean Cocteau escribió La voz humana. Lo que había sido un enorme avance para la comunicación, esa posibilidad de charlar con alguien fácilmente, sin moverte de tu casa; ahora se ha transformado, gracias a los móviles, en el control absoluto de los otros. Aplicaciones tan populares como WhatsApp nos informan de si nuestro pequeño mensaje se ha recibido, cuándo se ha conectado por última vez la persona a la que nos queremos dirigir, etc. Pero, además, los smartphones nos permiten muchos otros modos de control, incluida la localización exacta de un individuo vía satélite. Estas nuevas circunstancias me llevan a pensar si la versión de Israel Elejalde no podría haber sido más ambiciosa en su modernización (él mismo la ha situado en el presente, con el aparatito de marras sonando sobre la cama y con referencias a gadgets como pendrive); puesto que el teléfono, para la protagonista, es un elemento metafórico y material de primer orden para agarrarse a la voz de su amado en esa última conversación. Sigue leyendo

La función por hacer

La obra que hace años puso en marcha el espíritu Kamikaze regresa con el mismo vigor

Foto de Emilio Gómez
Foto de Emilio Gómez

En realidad, todo empieza por aquí. Es esta la verdadera pieza fundacional de los Kamikaze, y esta debería ser considerada el auténtico disparo de salida y no Idiota, con la que han reinaugurado El Pavón. Con La función por hacer encontramos los primeros elementos fuertes de un estilo que impregnará el resto de obras de la compañía (Misántropo, Hamlet…) y que tiene que ver, entre otras cosas, con el punto de vista, con cambiar la perspectiva sobre algunos clásicos para que nosotros podamos integrar con modernidad ese acontecimiento artístico. Claramente, insisto, supone un símbolo, al fin y al cabo, este es un proyecto sobre el propio hecho teatral, sobre la entidad de los actores y de los personajes, sobre la participación del público en el hecho creativo, es, en definitiva, una ontología sobre el arte dramático. Sigue leyendo

Idiota

La Compañía Kamikaze reabre el Teatro Pavón con este thriller psicológico de Jordi Casanovas

Foto de Vanesa Rabade
Foto de Vanesa Rabade

Ahí estábamos, frente a los cuatro insensatos que han tenido por deseo emprender esta aventura de dirigir El Pavón Teatro Kamikaze. Cuatro audaces, cada uno con una camiseta de un color distinto como si quisieran representar los cuatro elementos: Israel Elejalde, Miguel del Arco, Aitor Tejada y Jordi Buxó nos dan la bienvenida. Cuentan con un repertorio que garantiza la calidad de esta próxima temporada y se presentan con una obra digamos que, por diversas cuestiones, algo ajena a sus presupuestos. Idiota, el texto teatral escrito por Jordi Casanovas, se inserta dentro de eso que se ha denominado thriller psicológico y que fundamentalmente ha triunfado en el cine con títulos como Cube (1997) o The Game (1997), por ejemplo, y por nuestros lares Concursante (2007) o, en las tablas, El método Grönholm (2003) (de alguna manera, orientado más al drama, La fundación, de Buero Vallejo); además, últimamente, en la televisión, si nos fijamos en serie cercanas, hemos podido ver Quantico. Sigue leyendo

Escena – Fin de temporada 2015-16

Un repaso por lo más destacado del mundo teatral en este último curso

Foto de Ros Ribas
Foto de Ros Ribas

Toca hacer recuento después de que haya terminado la temporada para muchos teatros, aunque una cantidad importante de salas continúe en la brega. Y como ha ocurrido en los últimos años, el arte dramático nos ofrece un reflejo y una perspectiva con los que poder analizar a nuestra sociedad. Por un lado, la crisis mantiene la destrucción en el sector con el cierre de espacios tan emblemáticos como Guindalera o proyectos como la Kubik. Por otro lado, se debe hacer una profunda reflexión sobre el momento creativo que vive el teatro en España que, en cierta medida, tiene mucho que ver con su público, tanto con el que asiste asiduamente como con aquel que o ha ido abandonando (por cansancio) o que nunca llegará a formar parte del respetable por falta de persuasión. Ni que decir tiene que este tema es verdaderamente esencial y antes morirá el teatro por falta de espectadores que por carencias económicas. Sigue leyendo

Hamlet

Israel Elejalde hace un virtuoso príncipe de Dinamarca con giros estupefacientes

Foto de Ceferino López
Foto de Ceferino López

Una cama y el sueño se citan en duelo hasta que se transforman en fosa y realidad. El preámbulo a la duda metódica cartesiana y el descubrimiento de la ensoñación calderoniana que hoy contribuyen a que la obra literariamente más rica de Shakespeare se observe en toda su dimensión. Miguel del Arco se ha esforzado en crear un ambiente estrictamente onírico desde el principio, que alcanza mediante proyecciones un tanto psicodélicas sobre las cortinas que nos separan de algunas acciones nubladas. ¿Es locura el fingimiento de Hamlet o es la cuna balanceada por Morfeo la que mece el devenir del príncipe herido en su orgullo y en su honor? Sigue leyendo

La clausura del amor

Israel Elejalde y Bárbara Lennie llevan la ruptura de su compromiso hasta el paroxismo interpretativo

La clausura del amor - Foto 1
Foto de Josep Aznar

Sabes que no hay vuelta atrás, que todo ha terminado, pero que es absolutamente imposible deshacerse de un sentimiento tan profundo y orgánico como un amor pergeñado durante tanto tiempo; ese amor te constituye, te estructura y, ahora que se ha podrido, no es un tumor que se pueda extirpar. Aun así, Israel Elejalde, investido de sí mismo, situado en la esquina más alejada del tatami antes de un combate en el que ni por un instante se van a llegar a tocar, aunque sus pieles estén alerta, comienza a traducir en palabras, durante casi una hora, el lenguaje de su cuerpo. Esta es una obra lingüisticorporal. Las entrañas, los pechos, los corazones, el semen y la sangre, los huesos, los síntomas de la enfermedad de tan difícil diagnóstico, propenden hacia la desnudez hasta que llegan a coronarse como narcisistas, como aves del paraíso. Su lenguaje verborreico se traza con versos octosílabos, rápidos, extenuantes, como un romance con rima asonante en los pares trastocado para la ocasión, aunque luego se acoja al verso libre como si fuera un torrente a lo Walt Whitman. Elejalde expone todas sus capacidades interpretativas y dispone la disertación creada por Pascal Rambert (con la inestimable traducción de Coto Adánez, que ha conseguido un trabajo magnífico) a través de la hipérbole, de la constante recursividad (también está pensando en el público, evidentemente), vuelve una y otra vez sobre los mismos subtemas con angustia, repitiendo tajantemente sentencias que gradualmente parecen autoafirmarlo. A esto le añade figuras como la preterición (acusa a su mujer de todo aquello que anteriormente había negado que haría) o el reiterado paralelismo en una sintaxis que se descoyunta por momentos. Pero es la metáfora, la concatenación de metáforas sobre el amor esparcido celularmente por todo su cuerpo en un lenguaje sanguíneo, una alegoría que pretende alcanzar el horizonte de la verdad. Nuevamente es el arte, gracias al texto de Rambert, el que demuestra que es el discurso que más se puede acercar a la expresión del sentimiento real. De toda esta amalgama, Israel Elejalde, como actor, sale triunfante. Continúa, de alguna manera, la senda abierta con su interpretación en La fiebre, aunque aquí el punto de abstracción y disolución en el entramado textual que consigue durante tanto tiempo es capaz de imponer un silencio seco en toda la platea.  Sigue leyendo

La fiebre

Israel Elejalde nos regala el despertar moral de un hombre que se horroriza ante la pobreza

LaFiebreLeer El Capital puede, si eres capaz de abstraer las nociones básicas, incitarte a cambiar la mirada sobre un mecanismo que lleva varios siglos aprendiendo de sí mismo. Viajar a los lugares donde la pobreza huele, molesta y hiere puede lograr que te caigas del guindo de una vez por todas. La fiebre, el monólogo que escribió Wallace Shawn en 1991 tras su experiencia personal visitando ciertos países depauperados de Centroamérica, es tramposo para el espectador y requiere una interpretación pertinente. Si lo escuchamos como una especie de discurso político vehemente y confesional, entonces su maniqueísmo nos puede pillar desprevenidos y, entonces, nos podemos quedar con esos mensajes tan simplones sobre pobres y ricos, sobre lo malos que son los bancos, sobre lo injusto de la historia y, sobre todo, con soluciones infantiles como la conversión del protagonista en menesteroso profesional (aunque esto casi lo afirme en estado de shock ético). Si, por otra parte, lo tomamos como un ejemplo de estadounidense que se desploma del caballo camino a Damasco, entonces estaremos ante el inicio de una pequeña esperanza. Aunque en el texto no se observa una crítica directa a su país o a los procedimientos de su política, sí encontramos referencias a Marx, a su obra magna y, dentro de ésta, al capítulo referido al fetiche —uno de los conceptos más sugerentes y modernos del viejo Moro—. El protagonista descubre, de repente, con sus casi cincuenta tacos, que cada producto manufacturado ha sido pergeñado por decenas de manos pertenecientes a individuos sin identidad y con mucha hambre, y que ellos están ahí, insertos como valor social. Sorpresa.  Sigue leyendo

Misántropo

Miguel del Arco actualiza el Misántropo con una propuesta que toma como clave la clase política española

Foto de Eduardo Moreno
Foto de Eduardo Moreno

Jean-Baptiste Poquelin, en el cénit de su carrera, estrenaba allá por el 1666 una de sus obras más celebradas y con la que indagaba en los vicios del ser humano y, a su vez, creaba uno de esos personajes (interpretado por él mismo) que hoy se nos muestra, al menos, como necesariamente higiénico. El misántropo, Alcestes, es un hombre que lucha por la verdad y el amor, pero que termina padeciendo las paradojas de sus propios principios, imposibles en una sociedad donde apenas queda hueco para la honradez; así que no parece encontrar más salida que la vida eremita, vagar por el desierto, el tránsito monacal, la soledad ¿cobarde? Sigue leyendo