Los secuestradores el lago Chiemsee

Alberto Iglesias firma un texto meramente anecdótico para un montaje dirigido con torpeza por Mario Gas en los Teatros del Canal

Los secuestradores del lago Chiemsee - Foto Sergio ParraCon todo el respeto para nuestros mayores, esta propuesta cae en el tópico de la complacencia de una manera abrumadora. Es una obra que parece dirigirse con tanto ahínco hacia el estamento provecto, que quiere demostrar su ancianidad desde el minuto uno. Debe ser que cuando uno pasa la frontera de los sesenta y pico pierde el sentido del humor más incisivo y la blandura en las expresiones se asienta, como si uno sufriera un golpe de ingenuidad. Y eso que hablamos de unos jubilados que han encerrado a su asesor fiscal, porque sus «malos» consejos los han dejado secos. Los secuestradores del lago Chiemsee de Alberto Iglesias no tiene fuste, carece de trama, de nudo, y de interés; es lenta y muy larga, y solo puede hacer gracia a las almas cándidas que se ríen de los achaques del prójimo. Sigue leyendo

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Ira

Julián Ortega presenta un texto de humor negro con tintes fantasiosos que, además, protagoniza junto a Gloria Muñoz

Ira - Foto
Foto de Javier Naval

Más allá de estilos, existen dos tipos de comedias, las que anhelan a través del humor transgredir convenciones, satirizar costumbres o atacar al poder (entre otros intereses trascendentales) y las que únicamente buscan la risa como forma de divertimento. Perfilar una del primer tipo siempre ha sido harto complejo; pero hoy es un ejercicio, nuevamente, de conflicto, sobre todo, social, más que político. Ira, en algún instante, parece que desea ir más allá; pero al final no se atreve a dar el paso y se queda en el mero entretenimiento destinado al olvido. Julián Ortega dispone una serie de elementos antagónicos para provocar el choque, incluso traza unos paralelos irónico-alegóricos; no obstante, termina por ser una comedia de situación con permanentes guiños al entramado seudorreligioso que elabora. Desde luego, ni los cristianos más acérrimos se inmutarán, a pesar de que se estrene en plena Semana Santa. Sigue leyendo

Bodas de sangre

Pablo Messiez acerca este clásico al presente para ofrecer una perspectiva más sensual y luminosa

Foto de marcosGpunto

Si las tragedias de Lorca tuvieron en su momento validez literaria y contemporánea, fue porque el poeta granadino supo traer a sus textos historias auténticas —como habían hecho Lope o Calderón—, que recordaban aquellas pulsiones de los hombres que aún conciben la justicia y el honor como valores que deben obtenerse en la lucha inmediata, salvaje, sin la mediación de estructuras políticas propias de la civilización. Acercar Bodas de sangre al presente posee unas complejidades conceptuales enormes. ¿Quién se mata hoy a navajazos porque te roban la novia en el altar? Desde luego, no los personajes que nos encontramos en escena, que ya no pueden ser individuos que viven en cuevas, que pertenecen a la España profunda, a la Andalucía anclada en un pasado tan remoto como primitivo. Hacer que en la actualidad esos tipos puedan llegar a tal determinación, implica llevarlos a un punto de excepcionalidad que sí que contiene este drama, y que sí que resulta aceptable a nuestros ojos. Es decir, la inquina familiar, el odio macerado durante los años y la excusa perfecta para que la rabia se libere sin remisión El teatro lírico de nuestro malogrado dramaturgo eleva a sus personajes a la categoría de arquetipos. Sigue leyendo

La respiración

A Sanzol se le ha ido la mano en esta función y se ha puesto cursi hasta la saciedad

la_respiracion_escena_18Alfredo Sanzol es un dramaturgo perfectamente asentado y reconocido en la escena española. Tras un periodo en el que la estructura basada en sketchs de sus obras era la predominante (Sí, pero no lo soy o Delicadas o En la luna) ha pasado, desde Aventura! (2012), a historias que perviven en una única trama y en un solo argumento. Siempre se ha destacado el escritor navarro por su destreza a la hora de trazar diálogos ingeniosos, sorpresivos y repletos de un humor chocante y paradójico, muy basado en lo inverosímil, sin llegar al absurdo. Diríamos que La respiración y su anterior obra, La calma mágica, forman un díptico de la sanación. En aquella, Sanzol se curaba del fallecimiento de su padre y en esta que nos presenta en el Teatro de La Abadía, de su separación. Hablamos de dolor, angustia y parálisis frente a una vida que necesita recobrar el sentido. En ambas obras recurre al mismo proceso psicoterapéutico: la fantasía como forma de huida hacia lugares inexplorados para dejar que los recuerdos torturadores tomen un acomodo más llevadero. Pero lo que en La calma mágica era un viaje iniciático a través de una seta alucinógena, con tintes surrealistas y un relato vivo y zigzagueante; en esta, en La respiración, la protagonista, el alter ego de Alfredo Sanzol, nos sobrepasa con un discurso verborreico, excesivamente expuesto y tajante en el que apenas deja hueco para el requiebro. La situación es clara: sufre tanto que no puede vivir. Su madre intenta introducirla en otros ambientes para airearla, pero no asistimos a ningún proceso mágico o ritual, sencillamente aparecen unos personajes que la acogen con deseos de amor y sexo. Uno se esperaba, conociendo la trayectoria del autor, sus habilidades y su capacidad para el asunto profundo revestido de irónico circunloquio, algo más fraguado, menos evidente, menos cursi. Desgraciadamente parece que Sanzol ha soltado la espita del artista y se ha abierto en canal y nos ha lanzado todos sus sentimientos sin apenas freno. Sigue leyendo

El señor Ye ama los dragones

Luis Luque y Paco Bezerra nos desenmascaran en una obra sobre nuestra relación cotidiana con la comunidad china

El señor YeLo que se concentra en el edificio en el que se alojan las cuatro protagonistas de El señor Ye ama los dragones es la síntesis de dos mundos, de dos aparentes visiones de la vida y, en definitiva, dos formas de incomunicación o, más bien, de la recalcitrante idea acerca de que los otros son seres absolutamente ajenos a uno. Chinos en el planeta España residiendo en una atmósfera entre postapocalíptica hongkonesa y el averno madrileño con boina en días de máxima contaminación. Una Divina Comedia que marca la estructura de la función, con sus tres actos bien definidos y sus tres unidades sin quiebra: la de tiempo (todo ocurre en un día), la de espacio (el susodicho bloque) y la de acción, dominada por un único nudo que debiera estar más enrevesado. Desde luego es una pena que con tal despliegue de medios escenográficos la trama no ofrezca más recovecos y mayores desarrollos narrativos. Podríamos decir que faltan subtramas que evitaran a Xiaomei (la joven china protagonista) relatar gran parte de lo que ha acontecido en sus vidas durante el pasado y revelar un misterio que, además, hasta ese momento no era tal. Sigue leyendo

Emilia

Claudio Tolcachir trae a España su Emilia después del éxito cosechado con La omisión de la familia Coleman

031013.- "Emilia" Escrita y dirigida por Claudio Tolcachir. Actores Gloria Muñoz, Alfonso Lara, Malena Alterio, Daniel Grao y David Castillo. Pase en el Teatro Palacio Valdés de Avilés FOTO: MARIETA

Las sillas sobrevuelan amontonadas sobre un piso en plena mudanza que en sí mismo es un espacio en desarrollo, quebradizo, ruinoso, como sus personajes. Emilia, una de esas señoras que suplen a los padres en las casas de la burguesía y de las familias a las que cuidar a un hijo resulta tedioso, aburrido y agobiante, es una mujer que ha hecho de la crianza de Walter la justificación de su vida. Emilia es Gloria Muñoz (solo la configuración de la mueca de su rostro es suficiente para marcar el tono inicial de la obra) y nos ofrece su memoria, su delicadeza y esa serenidad que abnegadamente no ha sabido transmitir a su muchacho. Puro exceso de amor. Walter, Alfonso Lara, es el encargado de solapar las relaciones, de inventarse un mundo de cariños maduros para el que no está suficientemente preparado. Lara maneja los ritmos con soltura y contención equilibrados, asumiendo que la obra necesita un pilar endeble como el suyo, un fusible que no salte a la primera de cambio y que mantenga al espectador pendiente de las anomalías de su pasado. Sigue leyendo