La novela de Patrick Ness es adaptada por LaJoven en un espectáculo de gran factura y mensaje apreciable

Resulta complicado en ocasiones aunar factores diversos en un solo proyecto. Creo que esta adaptación de Un monstruo viene a verme alcanza un gran equilibrio entre la claridad del mensaje y la factura artística. Todavía se mantiene en la memoria de muchos espectadores la película de 2016 de J. A. Bayona, la cual ofrecía unos efectos especiales de gran calidad. Esto supone que visualmente, una vez se asume que en un escenario se debe funcionar desde otros parámetros, no será tan impresionante. Habrá que poner la imaginación a trabajar. Y eso ha logrado todo el equipo que ha estado inmerso en ello. Porque resulta muy original desplegar la fuerza de ese gran árbol a partir de pantallas que reflejan, ante todo, un ojos verdes y espantosos. Toda una estructura central que va girando, que encierra una escalera en su interior y que renuncia al naturalismo. Por eso parece coherente que, por ejemplo, el susodicho no lleve una máscara ad hoc y vaya con el rostro sencillamente maquillado. Por lo tanto, José Luis Raymond y Laura Ordás (tengamos en cuenta a otros ayudantes y técnicos) han estado muy acertados en su planteamiento escenográfico. Otro tanto se puede afirmar de la música compuesta por Alberto Granados Reguilón que vuelve a demostrar su valía, pues la atmósfera sonora es propicia para la fantasía y para el ritmo que se imprime sobre las tablas. En este sentido, José Luis Arellano realiza dos acciones muy definitorias: por un lado, marcar el principio y el fin de cada escena con determinación, y, a la vez, por otra parte, conseguir una fluidez general. El movimiento coreografiado por Chevi Muraday resulta imprescindible para generar la sensación de multitud y de angustia con un elenco en marcha.
Otro asunto bien distinto es el contenido del espectáculo. Es loable, desde luego, la unión de fuerzas con la Asociación Española contra el Cáncer, y que tantos adolescentes puedan contemplar este montaje. No obstante, pienso que literariamente vale más por sus fundamentos morales, por esa recurrencia clásica a la fábula, que por la concreción de un conflicto que vaya más allá del motivo fundamental. Es una buena obra; pero encuentro, como no podía ser de otro modo, esas limitaciones propias de las historias que deben ser comprendidas por un amplio público. Si nos fijamos, por ejemplo, en el rol de abuela, que interpreta con garra Antonia Paso, observamos que su papel es un algo esquemático. Parecido le ocurre al padre, que acoge con sencillez Armando Pita o al profesor que Fernando Sainz expone de manera un tanto acomplejada. Igualmente, los compañeros de colegio, esos dos abusones que encarnan Nadal Bin y Raúl Martín, y esa amiga que todavía conserva y que bosqueja Leyre Morlán, quedan bastante estereotipados. En cualquier caso, el grupo funciona en tantas otras situaciones que no se puede más que certificar la buena sintonía general.
Podría seguir, porque únicamente dos personajes se redondean. Ante todo, Conor, nuestro protagonista de trece años, es un muchacho bandeado por los miedos que, como forma de comprensión, como siempre ha ocurrido en todas las épocas, se materializan en mitos, en relatos que aportan claves, ensoñaciones que llaman a la madurez. ¿Cómo puede asumir un muchacho de esa edad que su madre está siendo devorada por un tumor? ¿Cómo vislumbrar un futuro esperanzador cuando tu abuela es una insolente que no demuestra cariño, y tu padre vive con otra mujer en Estados Unidos? Elisa Hipólito da el pego, a pesar de ser una veinteañera, y se maneja con un brío sobresaliente. Quizás, en algún momento, se echa en falta más compunción; pero carga con la función muy profesionalmente. Por su parte, el monstruo lo vivifica Iker Lastra (en otras funciones lo hace Eduardo Aguirre de Cárcer). El tejo enorme personificado con esa honda voz. Árbol simbólico, pues de él los griegos obtenían venenos, aunque también arcos y flechas. Ofrece mucha pujanza. Su participación me parece lo más interesante, porque nos adentra en un mundo literario con esos tres cuentos que narra, que consigue incidir en el valor que tiene la imaginación para discurrir. Irá atravesando la aventura de un príncipe y su abuelastra, para continuar la controversia de un boticario y un párroco y para terminar con un hombre invisible. Estrafalarias leyendas que inicialmente confunden a nuestro adolescente, sin embargo, encierran las auténticas esencias de la vida con todas sus paradojas. Le ayudarán, en definitiva, a contarse su propia historia, a aceptar su propia verdad, mientras contempla cómo su madre va apagándose en el hospital. Es Cristina Bertol quien pone todo su candor en esa progenitora que ha intentado cuidar y proteger a su hijo hasta que no ha podido más.
Resulta, por supuesto, una obra dura, pero, además, ejemplar. El público agradece esa mezcolanza que produce lo ficticio con la crudeza de una enfermedad que nos acecha.
Basada en la novela de Patrick Ness, inspirada en una idea de Siobhan Dowd
Una traducción de la obra original en inglés A monster calls
Adaptación de Sally Cookson, Adam Peck y la compañía original
Dirección: José Luis Arellano García
Traducción: David R. Peralto
Reparto: Elisa Hipólito, Iker Lastra/Eduardo Aguirre de Cárcer, Armando Pita/Roger Berruezo, Antonia Paso, Cristina Bertol, Fernando Sainz de la Maza, Leyre Morlán, Nadal Bin y Raúl Martín.
Escenografía: José Luis Raymond y Laura Ordás
Iluminación: Juan Gómez-Cornejo (AAI) y Jesús Díaz Cortés (AAI)
Videoescena: Álvaro Luna (AAI)
Vestuario: Ikerne Giménez
Música: Alberto Granados Reguilón
Movimiento escénico: Chevi Muraday
Dirección de producción: Olga Reguilón Aguado
Dirección técnica: «Está por ver»
Dirección de técnica de LaJoven: Daniel Villar
Ayudantía de dirección: David Blanco
Regiduría y ayudantía de escenografía: Christina Eleftheriadou
Ayudantía de vestuario: Laura Camila Forero
Ayudantía musical: Antonio Serrano
Técnico de iluminación: Óscar Fernández
Técnico AV: David González
Ayudante técnico iluminación: María Díez
Maquinista: Raquel Rubio
Prácticas de regiduría: Lou Bigué-Suner
Realizaciones: Mambo Decorados, Alles Schick (escenografía), Juan Carlos Rodríguez (utilería), Gabriel Besa y Cristina Collado (sastrería).
Guía didáctica: Maite Fernandez, Carmen Yelamos, Elena Trujillo y Paloma Romero
Una producción de LaJoven con la colaboración de la Asociación Española contra el Cáncer
Teatro Fígaro (Madrid)
Hasta el 12 de octubre de 2025
Calificación: ♦♦♦
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