El Monte de las Ánimas

José Ramón Fernández ha hilado varias Leyendas de Bécquer para un espectáculo, en el Teatro Fernán Gómez, apenas terrorífico

El monte de las ánimas - FotoHoy, trasladar al teatro el misterio, el terror y esa atmósfera en la estela del romanticismo que pulsó Bécquer al recoger en sus Leyendas las tradiciones inveteradas de aquí de y allí, es harto complicado. Estos relatos proceden de toda una trayectoria oral, que fomentaba la imaginación y que conectaba con unas creencias. Nuestra mirada está «contaminada» por la velocidad de las imágenes y de los golpes de efecto que el cine ha explotado en demasía. Además de que Halloween ha aportado su propia perspectiva consumista y festiva con una ironía que desbarata cualquier espanto creíble. E, incluso, se ha potenciado ya no el mundo de los espíritus; sino el terrorismo sangriento con derivas que han superado con creces la sutileza y esa percepción que deja la creencia en el más allá. Todo este contraste se observa en escena, cuando los efectos que producen los relámpagos y los truenos intentan pillarnos de improviso; no obstante, resultan anecdóticos. Igualmente, la manera de relatar tiene ese tinte ingenuo que solo valdría para asustar a los niños. Creo, en definitiva, que se ha perdido mucho por el camino.

José Ramón Fernández ha ideado un texto de corte popular, destinado al entretenimiento, dispuesto a distraer y hasta a divertir a los asistentes; pues miedo no sentirán ni un ápice. No parece buscarse ese cometido con insistencia y existen otros lugares, como circos, escape rooms y otras atracciones de feria que provocan sustos considerables. En cualquier caso, vale como recordatorio y homenaje al escritor sevillano que todavía se estudia en los centros escolares. Se ha tomado la leyenda soriana de El Monte de las Ánimas como marco para introducir otros fragmentos como el referido a El miserere o a El estudiante de Salamanca, de Espronceda. Al hilo de este último, como un relleno, los cuatros protagonistas se van contando anecdóticamente qué don Juanes conocen. Más parece una forma de crear un vaso comunicante con la representación del Tenorio que el Teatro Fernán Gómez ha recuperado para el Día de Todos los Santos. Incluso, para ser más contemporáneo se nos pretenden transmitir los miedos de antaño con los de ahora, pues escuchamos a Lucía Esteso que ─imaginemos aquel 1861 en el que se publicó la leyenda de referencia─ pasaba mucho pavor caminando por Madrid, que en sus calles acechaban otro tipo de «lobos» (la luz eléctrica se instaló en 1878), ciertamente las noches serían tenebrosas.

Entre unas cosas y otras demoran el argumento. Si en el original contamos con Alonso y su prima Beatriz, aquí se han añadido otros dos acompañantes. Aquellos están interpretados por Javier Godino, quien comanda la narración con bastante seriedad; mientras que ella es encarnada por Alba Recondo para remarcar unos gestos de pánico elaborados y verosímiles. Por su parte, Pablo Béjar desempeña un papel más dinámico y fanfarrón que le viene bien al montaje. Su compañera Esteso cumple con el tópico de fémina atemorizada por cualquier ruido o animalillo.

Por otra parte, la ambientación que propicia la escenografía de Ana Ramos es inicialmente gustosa y favorable, con la idónea iluminación azulada y mortecina de Francisco Ruiz Ariza; pero tampoco permite en una sala tan escueta representar un terreno natural, boscoso, repleto de dificultades. Mejora el asunto cuando se adentran en un refugio a pasar la noche. Allí van rematando la susodicha historia, cuando Beatriz descubre que la banda azul que portaba se le ha quedado olvidada en un lugar donde habían estado descansando. Que Alonso decida ir a buscarla entre ruidos tenebrosos, una tormenta y otras adversidades podría haber generado un desenlace más consistente, si se nos preparara con antelación. Uno llega al final y tiene la sensación de que se ha dado un salto abrupto, y que Ignacio García y Pepa Pedroche, en la dirección, no han medido adecuadamente los tempos. La cuestión es que leído se va a un ritmo que no es el teatral. Más bien, lo que obtenemos es un quiero y no puedo. Así que debemos quedarnos con un espectáculo escueto que nos debe valer con una propuesta preparada para la ocasión; pero poco más.

El Monte de las Ánimas

Autor: Gustavo Adolfo Bécquer

Versión: José Ramón Fernández

Codirección: Ignacio García y Pepa Pedroche

Reparto: Alba Recondo, Javier Godino, Lucía Esteso y Pablo Béjar

Diseño de iluminación:  Francisco Ruiz Ariza

Diseño espacio sonoro: Ignacio García

Diseño escenografía y vestuario: Ana Ramos

Ayudante diseño iluminación: Carla Belvis

Ayudante diseño vestuario: María Isabel Martínez

Ayudante diseño escenografía: Alejandro Contreras

Producida por el teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa

En colaboración con Tablas y Más Tablas

Teatro Fernán Gómez (Madrid)

Hasta el 8 de diciembre de 2024

Calificación: ♦♦

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3 comentarios en “El Monte de las Ánimas

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