La eutanasia es el tema central de este oscuro montaje de Norbert Rakowski, que no termina de concretarse en nada considerable
Cuando algunas propuestas dramáticas se arriman demasiado a esas instalaciones de arte conceptual que solemos encontrarnos en los museos contemporáneos, uno siente que, de alguna manera, no se quiere acometer la propia dialéctica teatral. Esto ocurre mucho en I´m Nowhere, la iniciativa polaca ─ con intervención española─, de Norbert Rakowski. El tema de la eutanasia es de sumo interés y de máxima actualidad. De hecho, es muy significativo que en nuestro país se haya logrado aprobar una ley que, hasta hace unos años, cuando estábamos enfrascados con el caso Ramón Sampedro, parecía relegado. Es fácil pensar que, a diferencia de los polacos, los españoles ─otrora garantes de las esencias del catolicismo─ que nos hemos ido secularizando, hayamos acometido el asunto ya con más «sensatez».
No obstante, decir que esta obra va de algo es mucho decir; porque, en realidad, no quiere ir. O sea, se lanzan muchas preguntas acerca del derecho a la vida o de si otros humanos pueden imponer su voluntad sobre otro ser que ya no la tiene verdaderamente. La religión, la moral, la política y la emotividad se entrecruzan en un conjunto de reflexiones que no se desean confrontar con nada, ni con nadie. Aquí no hay diálogos, aquí no se ofrece el conflicto.
A mí me parece que es de obligado cumplimiento dar respuesta a los interrogantes. No se exige en el arte la certeza, sino la aproximación, la elaboración de las ideas indagando por vericuetos que nos permitan fantasear. Dejar las cuestiones en suspenso es una cobardía. El teatro es una expresión social, una reunión. Claro que nosotros podemos respondernos; pero nosotros queremos dialogar en la distancia. Cuando alguien afirma que lo importante son las preguntas, tendremos que sostener que no, que lo esencial son las respuestas, muy distinto es que estas no sean definitivas o satisfactorias o concluyentes o ignoradas.
El tríptico empieza con una alentadora rueda de prensa. Diremos que tiene algo de snob; pues si alguien se puede suicidar, directamente lo emprende. Una actriz, Victoria Lago, quien se expresa con un tono dubitativo muy espontáneo y convincente, confirma que ya no ansía vivir, que la fama ha destruido absolutamente el sentido de su existencia; y que, en breve, se va a someter a la eutanasia en Suiza (como Godard). Contamos con su médico personal y su terapeuta particular. Él, Bartosz Woźny, con una asepsia verosímil confirmando lo declarado por su paciente. Ella, Socorro Anadón, empleándose a fondo para aseverar que la cantidad de sufrimiento y traumas de la joven son ya insoportables. Más potente resulta el abogado, un Jacek Piątkowski de claro acento amenazante. Marta Zięba, como asistente, remarca el ambiente con sequedad. Mientras que el único que parece compungido es el novio, Jakub Klimaszewski.
Esta primera parte deja todo el campo abierto, y daría para mucho. Ahí tenemos a unos personajes que nos apetece conocer; pero todo se recoge y nos destinamos al segundo acto. Insisto que Ivan Vyrypaev, el autor, no expone las cuitas en su desarrollo intelectual. Es más, los intervinientes en esa performance se niegan a contestar a las interpelaciones más insidiosas; no obstante, lógicas, de los periodistas.
Después llega la somnolencia por partida doble. Se adopta ese modo de instalación artística al que me refería más arriba. Una oscuridad y una distancia insolente. Sus voces desaparecen y son sustituidas por esas narraciones de fondo que nos describen lo observado. Un hombre enfermo ha decidido acogerse a la «buena muerte» y su mujer va de la mano (una sofisticada sati). Algo similar ─mutatis mutandis─ a lo que ocurrió con el célebre caso del director de orquesta británico Edward Thomas Downes. Aunque el dramaturgo parece que se ha inspirado en David Goodall, de 104 años, quien había manifestado que ya no quería depender de los demás. En cualquier caso, la escena se dirige a la ambientación onírica, donde la reiteración de lo narrado podría llegar a ser interminable, y donde el movimiento de esos seres se ajusta al absurdo de los sueños. Seguimos con las preguntas y las disquisiciones; pero sin ánimo resolutivo.
Finalmente, se toma como referencia el reciente caso del niño Alfie Evans (recordemos aquí la obra Liberto, de Gemma Brió), de 21 meses, que, con una enfermedad rara, apenas podía ser sostenido por una máquina, de la que fue desconectado por orden judicial. Llevar esto teatralmente con una mera aproximación a través de una coreografía que trabaja con aspectos lúdicos como «el juego de la confianza» con nuestros personajes dejándose caer de espaldas (un simbolismo, quizás, demasiado evidente), de un correteo de un muchacho y del trastoque de unas pantallas con imágenes sugestivas que dan cierto aire futurista al espectáculo es huir de cualquier intento de racionalización. Para entonces, la deserción de algunos espectadores resulta comprensible, pues no se puede esperar de nosotros que pergeñemos en nuestras cabezas una función que realmente no acontece.
Se atisban ideas, atmósferas y una pretensión artística que anhela descubrir otras encrucijadas para acercarnos a una cuestión auténticamente enjundiosa. Probablemente las tecnociencias nos pongan en un brete todavía más complejo, cuando la definición de vida vuelva a ponerse en solfa o esta se alargue sin fin.
Concepto y dirección: Norbert Rakowski
Basado en la obra de Ivan Vyrypaev
Traducción: Sandra Boruc Calvo, Marta Eloy Cichocka
Reparto: Socorro Anadón, Jakub Klimaszewski, Filip Kołłataj, Victoria Lago, Jacek Piątkowski, Bartosz Woźny y Marta Zięba
Escenografía: Maria Jankowska
Música: Tao Gutiérrez
Coreografía: Janusz Orlik
Vestuario: Paula Grocholska
Iluminación: Bogumił Palewicz
Asistente de iluminación: Mikołaj Kałużny
Vídeo: Wojtek Kapela
Realización de sonido: Dawid Duda
Ayudante de dirección: Jakub Klimaszewski
Coordinadora de escenario: Katarzyna Siczewska
Voces de los narradores: Paola De Crescenzo, May-Linda Kosumovic, Philip Leone-Ganado, Ana Facchini, Ibrahim Koma, Felix Römer y Alejandro Tous
El socio del espectáculo es el Festival Internacional de la Divina Comedia en Cracovia
Con el apoyo del Instituto Polaco de Cultura
Teatros del Canal (Madrid)
Hasta el 8 de octubre de 2023
Calificación: ♦♦
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