Imagine

El polaco Krystian Lupa recorre el desencanto de la contracultura y emprende un camino de exégesis de nuestro mundo actual

Imagine - Foto de Pablo Lorente
Foto de Pablo Lorente

Tiene, ante nuestros ojos, algo de patético, de pijo, de caterva de burgueses torturados por el pecado del consumo que, aunque sea como farsa y cartón-piedra, encuentra hoy en la tribu woke, todo un referente. ¿Les sigue diciendo algo el «Aullido», de Ginsberg que recitan como una oración, como un Te Deum? Ni siquiera les motiva ya recitar aquello de «¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! / ¡El mundo es santo! ¡El alma es santa! ¡La piel es santa! ¡La nariz es santa! ¡La lengua y la verga y la mano y el agujero del culo son santos!». Aunque Michał Lacheta aparezca en esa santa cena como un John Lennon redivivo, el fin de la historia para ellos ya se ha concebido.

El propio Lupa tiene un protagonismo peculiar como voz ejecutora en directo, con sus pensamientos, con sus directrices —con el entorpecimiento que implica la traducción simultánea—, como un demiurgo y como un observador de su propia creación —que la está grabando, con nosotros incluidos— y de su propia espeleología. Por eso, quizás, debamos asumir que la obra no termina cuando nos vamos a negro, sino cuando baja el dramaturgo del palco y sube a escena con sus setenta y ocho años, y su cabellera blanca a celebrar su exiguo triunfo teatral.

Aceptemos o especulemos que nos adentramos en una esfera totalmente distinta en la segunda parte, después del descanso, con el escenario ya despejado y las pantallas ofreciéndonos el enlace necesario para conectar lo anterior con esto. El Stalker, de Tarkovski, esa cinta maldita y de culto supremo, nos lleva a «La zona», ese lugar del que nadie regresa, ese lugar que describe el «Imagine», de Lennon, ese símbolo destinado a la introspección y que posiblemente llevemos cada uno en nuestro interior. Una búsqueda de autorrealización y mística, si se quiere interpretar de esa manera y que, siguiendo la lógica que he establecido en el inicio, me valdría como Paraíso al que uno anhela acceder. Pero todo en escena resulta bastante prosaico y el caos dialéctico se come el montaje. Todo vuelve a ser tan moroso como al inicio. Andrzej Kłak, uno de los tres Antonin, ansía hallarse en esa inmensidad solitaria a la que ha llegado en un coche. Frío y hambre. Y una relación con el público —selfie mediante— bastante tontorrona y distanciadora de lo que estaba ocurriendo, con las molestas luces de sala. Los otros personajes que aparecen no terminan de cumplir el supuesto cometido de hacer entrar en razón a un tipo que desvaría con sus cuitas, con todos los horrores de la humanidad metidos en su cabeza. Después, en el desenlace, en lo que debemos tomar por Infierno, el tercer Antonin Artaud (Piotr Skiba), la obra se desborda en el tótum revolutum, en el pertinente pandemónium, como reflejo de nuestra actualidad, donde nuevamente las guerras nos acercan a la distopía tantas veces anunciada. Un exceso comprensible; pero que no era más que el declive de una función que debía hacer patentes las claves que el genio francés había remarcado en esa gavilla de manifiestos titulado El teatro y su doble.

El Imagine de Lupa, quien ha regresado a Madrid, después de aquel Ante la jubilación, del 2018, posee ideas potentes y una estructura altamente coherente; no obstante, el espectáculo está internamente deslavazado y resulta cansado observar que sus intérpretes, sobre todo en la primera parte, con todo su buen hacer, están tomándose un tiempo excesivo para desatascar su conflicto interno. Por lo tanto, se nos entrega una propuesta tosca, sin depurar un mínimo aceptable. Pero no neguemos que hay bastante que sacar de esta trabazón.

Imagine

Dirección y escenografía: Krystian Lupa

Libreto: creación colectiva de Krystian Lupa y los actores

Elenco: Karolina Adamczyk, Grzegorz Artman, Michał Czachor, Anna Ilczuk, Andrzej Kłak, Michał Lacheta (Teatr Powszechny in Łódź), Mateusz Łasowski, Karina Seweryn, Piotr Skiba (invitado), Ewa Skibińska, Julian Świeżewski y Marta Zięba (invitada del Teatr Studio de Varsovia)

Música: Bogumił Misala

Vestuario: Piotr Skiba

Jefas de producción: Michalina Dement-Żemła, Karolina Pawłoś

Vídeo: Joanna Kakitek, Natan Berkowicz

Asistente de dirección y colaboración en la dramaturgia: Dawid Kot

Asistente de dirección: Jan Kamiński

Dirección de escena: Iza Stolarska

Asistente de diseño de vestuario: Aleksandra Harasimowicz

Una coproducción del Teatr Powszechny de Varsovia y del Teatr Powszechny de Łódź.

El espectáculo se realiza dentro del proyecto internacional «Prospero Extended Theatre», gracias al apoyo del programa «Europa Creativa» de la Unión Europea.

Teatros del Canal (Madrid)

Hasta el 29 de octubre de 2022

Calificación: ♦♦♦

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