Triángulo sexual con boxeador incluido en la obra de Adriana Roffi y Mariano Rochman, en el Lara
Las hermanas Rivas son como un todo, la unidad con dos caras y un mismo cuerpo que se apoya internamente en un balance muy bien engrasado. Dolores lleva la voz cantante, su estilo macarra y barriobajero lidera el hogar directivamente; frente a ella, Angustias, una muchacha de extrema timidez que ejecuta con prontitud las órdenes de su hermana. Sus vidas cambian cuando aparece El Potro Estrella, un boxeador local con mucho futuro y que se ha enrollado con Dolores. Una vez se planta en el piso de las hermanas y se pone a entrenar en el centro del salón, sus acérrimas costumbres se quiebran hasta que de improviso se organiza un racional e imposible triángulo sexual. Lo que han escrito Adriana Roffi y Mariano Rochman, tomando prestada la idea de un cuento de Borges, posee mimbres de telenovela (ellas mismas son muy aficionadas a una) y de esperpento almodovariano. El problema inconvenientemente resuelto en la obra es el proceso de transformación que emerge en Angustias (quizás se debería haber mantenido en el plano de la estricta timidez y jugar sus armas amatorias desde ahí). Resulta demasiado abrupto, igual que la reacción de la hermana cuando plantea de improviso que las dos pueden repartirse al púgil. Este ritmo sorpresivo de novela televisiva que se introduce a mitad de la obra y, fundamentalmente, hacia el final, lanza la función hacia un limbo estilístico, entre la farsa, la tragedia y la comedieta. En definitiva, demasiadas elipsis forzadas que necesitarían desaparecer para que la función se acomodara al ritmo impuesto en el inicio. Desde luego lo mejor de Las hermanas Rivas es la interpretación de su elenco, aunque tengamos que aceptar, también, aquello del acento argentino para el boxeador y castellano para ellas, aunque todo el embrollo transcurra en el país sudamericano. Luciana Drago acoge el papel de Dolores con enorme fuerza y mantiene ese duro ímpetu de principio a fin. Por su parte, Mariano Rochman, añade a su labor como dramaturgo, una entrega física poderosa y una creación de su personaje absolutamente creíble. La que, desde luego, nos regala una interpretación deslumbrante es Regina Ferrando, su apocamiento —es cierto que se descoyunta al final— es tenaz y durante tres cuartas partes de la obra sugiere lástima por un lado, pero también un potencial sorprendente que la actriz es capaz de atar en corto. Magnífica en verdad. Las hermanas Rivas cuelgan un saco en el centro de su salón, lo abrazan, lo vapulean, lo menean, es lo que tiene convivir con la tentación. El saco, mientras tanto, se deja querer. ¿Quién se lo hubiera dicho? Nos quedamos con tres actores que son tan distintos como sus redondas actuaciones.
Texto: Adriana Roffi y Mariano Rochman
Dirección: Adriana Roffi
Elenco: Regina Ferrando, Luciana Drago y Mariano Rochman
Vestuario: Lucía López y Yolanda Leal
Producción: Doble Sentido Producciones
Operación Técnica: Sergio Guivernau y Raquel Rodríguez
Iluminación: Martín Egido
Fotografía: Life Triumph
Video: Joppe de Bernardi
Diseño gráfico y plataformas online: Verónica Troconis, Paula Vega y Virginia Ramírez Herrero
Asesor de boxeo: Quique Gómez Carrillo
Compañía: Doble Sentido Producciones
Teatro Lara (Madrid)
Martes a las 20:15 h.
Calificación: ♦♦♦
Texto publicado originalmente en El Pulso.
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