La Florida

Víctor Sánchez Rodríguez firma una parodia del género negro con una pretendida indagación existencial de los trabajadores durante la temporada baja en el Levante

La Florida - Foto de Coral Ortiz
Foto de Coral Ortiz

En gran medida, el cine negro paródico ha triunfado en las últimas décadas infinitamente, mientras el propio género (serio) también ha asumido su parte irónica. Tenemos gansadas tipo Austin Powers, homenajes a 007 como Kingsman o propuestas más lúdicas como el éxito de Puñales por la espalda. El asesinado no nos conmueve. Incluso, en muchas ocasiones, ni aparece el muerto. Queda, en definitiva, como la excusa para que el detective en cuestión demuestre sus dotes intuitivas, para dar con una solución que a todo el mundo se le escapa. En el teatro, casi no hemos tenido oportunidad de disfrutar del género, aunque se llevara a escena hace poco La gota de sangre, de Emilia Pardo Bazán o podamos recordar la Carlota, de Mihura. Me quedo con Perdona si te mato, amor, de Carlota Pérez-Reverte; porque me parece el ejemplo más pertinente para compararla con La Florida, de Víctor Sánchez. Sigue leyendo

Anuncio publicitario

Alfonso el Africano

El Club Caníbal realiza su montaje más sólido para desbravar a los Borbones a través de una biografía satírica de Alfonso XIII

Alfonso el Africano - Foto de Luz Soria
Foto de Luz Soria

El retablo valleinclanesco que están perfilando los del Club Caníbal va a lograr que el esperpento supere el reflejo deformado de los espejos cóncavos y se nos estampe en los morros. Siempre ya el tema de España y nuestra insuperable ranciedad de fondo. Ni falta hace que algunos episodios de nuestra historia se caricaturicen. Las obras futuras de estos dramaturgos ya se están escribiendo, y de este Alfonso el Africano es fácil imaginar una segunda parte, una vida paralela que habrá que observar con suficiente distancia para que no nos sintamos demasiado estúpidos. Sigue leyendo

Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach

Nao Albet y Marcel Borràs han creado otro artefacto cargado de referencias cinematográficas para desarrollar un espectáculo cautivador

Foto de Luz Soria

Si del apabullante artificio que han dispuesto Albet y Borràs, hemos de tomar una referencia inequívoca para poder deconstruir críticamente lo observado, parece evidente que el nombre del guionista y director (y judío, por supuesto) Charlie Kaufman debe salir a colación desde el principio. Este genio ha escrito los guiones de El ladrón de orquídeas (ahí tienen un juego metaliterario sobre la acción de escribir), Cómo ser John Malkovich, otra virguería ontológica, o, la fundamental Synecdoche, New York (tampoco debemos perdernos su última maravilla, Estoy pensando en dejarlo). Desconozco si este autor ha influido a nuestros dramaturgos o si sus efluvios han viajado por otros derroteros hasta llegar a su mollera fantástica; pero las claves esenciales están ahí. Y hablamos de metacine, de la concepción posmoderna de la realidad que imprimió Baudrillard con su idea de simulacro, del cuestionamiento de la verdad auténtica en la conjunción ficcional del teatro y todo un etcétera sobre la teoría metafísica del acto propio de actuar. Si a esto, claro, le sumamos algunos procedimientos como el contrapunto, que indefectiblemente nos lleva por la vía violenta a Tarantino, entonces vamos atando cabos. Porque se nos ha concedido contemplar el frontal y el envés del atraco, con la repetición de escenas, en una coreografía de la confusión que se aclara para tergiversarse en un giro que va más allá de lo que se cree esperar. Sigue leyendo

Algún día todo esto será tuyo

Una mirada estrafalaria sobre la historia de El Corte Inglés para cerrar la trilogía sobre las miserias ibéricas

Era del todo esperable esta última parte para cerrar la trilogía titulada: Crónicas ibéricas. Ahora ya podemos concluir que la panda del Club Caníbal ha elaborado un itinerario de humorismo castizo español tan original como apegado a una tradición que va desde Valle-Inclán hasta Berlanga y José Luis Cuerda, pasando por especímenes como Tip y Coll, los Hermanos Calatrava y, en los últimos tiempos, el grupo entorno a Joaquín Reyes y su Muchachada Nui. En definitiva, hipérboles desaforadas, motivos grotescos, ruralismo, surrealismo muy próximo al absurdo y un sin fin de remisiones patrias que satirizan una cultura muy tendente al tremendismo y a la autodestrucción. Es necesario señalar que la comedia con trasfondo crítico carece de fuerza en el teatro desde hace mucho y lo que hace esta gente resulta paradigmático y elocuente. En conjunto, si dejamos la navaja a un lado, es una construcción magnífica de desvergüenza oxigenante. Reconocerse en su burla y, a la vez, sentirse horrorizado de que algunos de tus compatriotas hayan tenido comportamientos tan ruines es toda una satisfacción. Sigue leyendo

Herederos del ocaso

Un fraude paralímpico se muestra como crónica ejemplar de nuestras miserias patrias

Foto de Nerea Castresana
Foto de Nerea Castresana

El Club Caníbal continúa sus andanzas por nuestro carpetovetónico lema: «Esto solo pasa en España», tan propio de la tradición picaresca. Esta segunda parte de sus Crónicas ibéricas mantiene la estética rancia de su anterior trabajo, Desde aquí veo sucia la plaza, que marcó una dirección y un estilo humorísticos a tener en consideración. La dificultad para mantener el nivel y garantizar las expectativas ha sido máxima. Esta vez, con Herederos del ocaso, partían de aquel bochornoso fraude ocurrido en los Juegos Paralímpicos de Sidney 2000, cuando diez de los doce jugadores del equipo de baloncesto no presentaban ningún grado de discapacidad y fueron descubiertos después de que se alzaran con el oro. Es considerado uno de los mayores engaños del deporte mundial. Sigue leyendo

Desde aquí veo sucia la plaza

Una obra sobre los atavismos impenitentes de la historia española sobre la escena del Teatro del Barrio

Foto de Nerea Castresana
Foto de Nerea Castresana

Comencemos por el principio. Desde 2002 no se tira ninguna cabra del campanario del pueblo zamorano de Manganeses de la Polvorosa (no confundir con Manganeses de la Lampreana que se sitúa a 50 km). Cuando se tiraba, el animal caía sobre una manta y después se recuperaba del susto triscando por el monte. De los años 90 para acá, esta tradición se ha convertido en el ejemplo máximo de la burricie española, y a los zamoranos, por extensión, en su paradigma. Hoy en día continúa utilizándose en ciertos dichos. Partiendo de que me parece estupendo que los quintos ya no hagan de las suyas, resultaba y resulta irrisorio que en una nación donde se le arranca la cabeza a gansos, gallos y otros animalejos, donde el toro, en casi todas sus variedades tauromáquicas, es maltratado y, en muchos casos, asesinado, se tome el «salto de la cabra» como el summum de lo cateto. Pero esta solo es la anécdota en la que se apoya Chiqui Carabante para construir un libreto que se adentra en el espíritu de los tiempos ibéricos. Los temas y recovecos en los que se profundiza señalan y significan realidades de nuestra cultura que seguramente provocan risa (y mucha) porque se contemplan en una sala de teatro donde los urbanitas nos regodeamos con la planicie mental de los rurales. Con otro público, ya veríamos lo que iba a ocurrir; porque la obra puede, entonces, llegar a ser algo muy serio. Sigue leyendo