Sueño de una noche de verano

La nueva adaptación de esta curiosa comedia de Shakespeare entretiene mucho con su aire juvenil

Foto de Sergio Parra

Los aficionados al teatro pueden recordar las últimas adaptaciones que se han podido ver por estos lares: aquella coreana de corte animista y la que dirigió Darío Facal en el Matadero. Quien le mete ahora mano, y mucha, es Carolina África; y hemos de reconocer que ha logrado dejarla no solo en lo esencial, sino con una frescura en el lenguaje que, si bien la aproxima al entorno juvenil; también propicia el dinamismo. Está, además, trufada de ironías, de guiños al presente y al respetable. Resulta bastante desenfadada, incluso entrañablemente dickensiana (sobre todo, al principio, con la entonación del «All I Have to Do is Dream», de The Everly Brothers). A todo ello le pone un ritmo idóneo y atractivo la dirección de Bárbara Lluch. Así que, desde el inicio, nos adentramos en la ensoñación, sabiendo que esta obra de Shakespeare es, como poco, sui géneris. Es más, ¿es una pieza unitaria o es un entreverado de cuentos sin un desarrollo enteramente consistente? Porque ninguna de las tramas profundiza en demasía, y valen más como ejemplos del amor que se imbuye de la magia y de sus contradicciones. Por eso identificamos las influencias de la materia de Bretaña o de Apuleyo o de Ovidio o de la mitología celta. Y si queremos quedarnos con alguna pareja de enamorados, ¿con cuál nos quedamos? Pues con ninguna, porque los dos personajes más atractivos son Puck y Bottom. Ellos son los que mueven el cotarro, los que divierten con sus travesuras o con sus ingenuidades. Y el contraste entre ellos es excepcional. Sigue leyendo

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La señora y la criada

Un Calderón apenas conocido en una propuesta escénica de aire italiano que Miguel del Arco promueve con gran desenfado y dinamismo

Foto de Sergio Parra

Llevar una comedia palatina, ingeniosa y tópica a partes iguales, intrascendente en cuanto que todo propende al tradicional desenlace feliz; pero, a la vez, evidenciadora de luchas políticas y amorosas bien sustanciales; de esta forma tan vivaz, demuestra un enorme mérito por parte de todo el grupo y, principalmente, de Miguel del Arco. El director ha demostrado con creces su capacidad para aunar espectacularmente elementos diversos de la cultura y de la dramaturgia para sintetizarlos en montajes llamativos. La versión de Julio Escalada respeta mucho el lenguaje calderoniano (con dobles sentidos altamente jocosos) e interviene el texto reelaborando mínimamente algunas caracterizaciones que, después, Del Arco remata con una acentuación de los gestos, de las carnalidades y de las exageradas intemperancias de varios personajes. Ahora, lo que auténticamente nos entretiene y nos produce atracción es exactamente la criada, Gileta. Sigue leyendo

La vida es sueño

Los jóvenes de la Compañía Nacional de Teatro Clásico despliegan su buen hacer con la tragedia de Calderón en la despedida de Helena Pimenta como directora

Foto de Sergio Parra

Cada una de las incursiones en la obra magna de nuestra literatura es un recuerdo de su consistencia estructural, de su poética barroca y de esa profusión filosófica sobre las cuitas de la Edad Moderna; desde la duda cartesiana hasta el cuestionamiento del dios todopoderoso (podemos recordar la fantástica propuesta de Carles Alfaro hace un par de temporadas). Vuelve Helena Pimenta con la obra que tanto éxito le dio cuando puso a Segismundo en la piel de Blanca Portillo. Ahora se despide de la Compañía Nacional de Teatro Clásico ―con honores―. Que retome la versión de Juan Mayorga (muy ajustada en los tiempos para lograr un brío enérgico y satisfactorio) con los jóvenes de la Compañía, es una apuesta firme por adentrarse en vericuetos complejos. La función, desde luego, es muy atractiva visualmente, y es debido al espacio escénico que Mónica Teijeiro ha imaginado. Porque la sala Tirso de Molina, en la quinta planta del Teatro de la Comedia, está resultando en estos pocos años que lleva activa como un lugar bien versátil; y así se da muestra de ello en este montaje. Se aprovechan al máximo las alturas: Rosaura corretea en su huida por las pasarelas que permiten colocar los focos a los técnicos, Segismundo aparecerá por un recoveco central y el elenco al completo se adentrará por cualquier esquina sobredimensionando las perspectivas. El conjunto es sencillo, pues los elementos con los que se juega son mínimos: apenas un piano y una cortina de láminas traslúcidas en el fondo. Sigue leyendo

El banquete

Los espectadores ser reúnen en torno a unas mesas para brindar por el amor y la imaginación gracias a textos clásicos universales

La edición número diecinueve del Festival Clásicos en Alcalá se inaugura con esta propuesta de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que ya fue presentada la temporada anterior en el Teatro de la Comedia. Un montaje que ante todo nos gana por el ambiente que se propicia y que es fundamental para que nos adentremos en una colección de textos clásicos universales (fundamentalmente del XVI y del XVII) y que son bien conocidos. Para un grupo reducido de privilegiados espectadores, sentados en larguísimas mesas que, a su vez, se sitúan sobre el escenario del Teatro Salón Cervantes, acompañados de los seis anfitriones que se van a transformar en múltiples personajes que aparecerán y se difuminarán para mutarse en otros y en otros más. Seremos, por tanto, comensales a la vera de una copa de vino para brindar por la imaginación; pues esta es el rasgo definitorio del ser humano. Ya que el espectáculo está inspirado en la obra La especie fabuladora, de Nancy Huston. En la persuasión que supone sentarse junto a los intérpretes, que te susurren versos al oído, que se paseen con enjundia por encima de esos enormes tablones esquivando jarras y vasos, está un encanto que apenas decae en algunos momentos. Concretamente al actor Aleix Melé, le ha tocado la ingrata tarea de ser el «interruptor» oficial, el aguafiestas que rompe la magia de las declamaciones, para realizar un homenaje emotivo de las invenciones que se le ocurrían a su abuelo ―testigo de acontecimientos célebres sucedidos a miembros de la Generación del 27―. Sigue leyendo