Polar

Rulo Pardo construye con su habitual humor sarcástico una obra desigual, con el cambio climático de fondo

Polar - Foto de Pablo Lorente
Foto de Pablo Lorente

Todavía tengo que descubrir por qué se tilda esta obra de «comedia ecológica»; porque el ecologismo, como pensamiento político, no lo veo por ningún lado de un modo consistente más allá de la situación en la que nos encontramos. Desde luego, si Rulo Pardo se ha inspirado en acontecimientos climáticamente anómalos como la nevada Filomena, pues estupendo. Pero lo cierto es que aquí se nos plantean tres piezas muy distintas entre sí, que se pretenden hilar con una historia inasible que narra Aitana Sánchez-Gijón, mientras se nos entretiene en el proceso de cambio en el decorado. Aprovecho para comentar que Silvia de Marta se ha esmerado para darle realismo a un estiloso apartamento, a un bar de pueblo y al monte Caribú, allá en Canadá. El diseño escenográfico es de lo mejor de la propuesta, pues nos permite, no solo adentrarnos creíblemente en lo inverosímil, sino que favorece la sorpresa (véase la cristalera en el primer sketch). Sigue leyendo

Ficciones

La compañía ex_límite continúa su andadura teatral con otra propuesta enormemente sugestiva sobre los límites de la realidad a través del arte

Ficciones - Foto de Carla Maró
Foto de Carla Maró

La gente que está metida aquí viene demostrando su desparpajo y su humor, su desvarío y su pujanza juvenil, en los últimos tiempos. La compañía ex_límite, que tiene su guarida en la sala del mismo nombre en Usera, ha ido entregando proyectos de cierta dimensión como Cluster. Ahora se lanzan con Ficciones, y rápidamente debemos pensar en Borges, el cual también aparece en escena. Dentro del susodicho libro de relatos debemos extraer Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, toda una exacerbación del idealismo frente al materialismo, donde la cabalgata de personajes reales e inventados es tan imparable como nuestra función. «Los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres», afirma en su cuento el escritor argentino. Sigue leyendo

Las confesiones

Alexander Zeldin relata los avatares de su madre a través de un espectáculo de aire novelístico repleto de efusiones existenciales y políticas

Las confesiones - FotoCompararemos inevitablemente esta obra con Madre, de Wajdi Mouawad, que él mismo subió a estas tablas de los Teatros del Canal hace unos meses. Las similitudes son evidentes en cuanto a que se observa la mirada del hijo, la admiración y la contemplación de unas épocas mucho más duras que las actuales, en general, en nuestro ámbito occidental. Alexander Zeldin nos traslada los avatares de su progenitora para dar cuenta de toda una serie de peculiaridades que son las que nos deben motivar, más allá de que a él le incumba lo común y lo cotidiano.

Al comienzo, irrumpe por un lateral hasta el escenario Amelda Brown, muy segura de sí, una actriz que hace de madre, que pululará por aquí y por allá desdoblándose en otros personajes, y permaneciendo como espectro testifical.  Nos soltará que su vida no es interesante. Y puede que tenga razón, pues en las primeras andanadas todo resulta bastante convencional o, si se quiere, costumbrista. Estamos en Australia; sin embargo, nadie dudaría en afirmar que posee todos esos rasgos estéticos que los americanos nos han transmitido a través del cine, esas películas realistas, un tanto conservadoras, de los años sesenta, en el entorno de la guerra de Vietnam. En una fiesta de fin de curso, tres jóvenes quieren ligar con unos marineros y alguna, incluso, se pone picantona. Luego, la representación de la familia prototípica, que intenta infundir unos valores tradicionales, donde la muchacha disuelva sus pretensiones individualistas y hedónicas, para asumir su papel de ángel del hogar. Por un lado, encuentro ese naturalismo un tanto melodramático, propio del Spielberg que hemos hallado en los Fabelman; aunque también encontramos esa espontaneidad caótica que mostró Krystian Lupa, igualmente en esta Sala Roja, con su Imagine. No obstante, el propio dramaturgo ha reconocido las influencias Annie Ernaux y de Édouard Louis, de que quien hemos conocido varias obras suyas, pero más en relación a su padre.

A mí esta obra me parece muy interesante en cuanto que señala un periodo del feminismo verdaderamente significativo y que parece desvanecerse en el narcisismo que hoy impera. Mujeres que se enfrentaron a su realidad para emanciparse y realizar su vida, que marcaron sus límites, evidentemente solo algunas lo consiguieron. Aquel empoderamiento auténtico supuso decisiones desgarradoras que iban contra lo aprendido y, sobre todo, contra lo ordenado de manera falaz, ya fuera por vía maternal y paternal, ya matrimonial. Así vemos cómo le ocurre a nuestra Alice, encarnada por Hannah Morrish, quien tiene la oportunidad de echarse el montaje a sus espaldas y evolucionar con gran verosimilitud. En una de las escenas más patéticas, evidenciaremos cómo Graham, su marido, quien regresa de la batalla, se comporta como un mequetrefe, como un hombre débil, brusco, que exige dejarla embarazada como si aquello fuera un trámite de cara a la galería. Jacob Warner expone su nerviosismo con gran elocuencia.

Está claro que se quiere contar mucho y esto, a veces, nos destina a lo novelesco sin que algunas etapas puedan trascender mayormente. La diferencia del primer acto con el último es patente. En aquel los diálogos son fértiles y en el otro se vuelven más sintéticos y melancólicos. En cualquier caso, la idea del perdón, en la que se insiste a lo largo de la función es evidente. Ya que tenemos un momento clave, una violación, que sucede en ese ambiente artístico y literario, muy hippie en el que se introduce nuestra protagonista. El estudio de un viejo pintor es el lugar donde acontece. El ejecutor es un tipo fanfarrón, con él hálito de la poesía y su discurso académico, que aborda a su víctima en el cuarto de baño. La acción está oculta para nosotros, pero el silencio sostenido del artista es más que elocuente.

Además, la respuesta a esta tropelía tiene que ver mucho con la rebelión expelida en la contracultura. Así, podemos pensar en Germaine Greer, feminista australiana, cuando contemplamos a la actriz Pamela Rabe establecer tajantemente que hay que dejarlo pasar, que hay que tener fortaleza y enfrentarse a todos esos hombres, sin ataduras. Tengamos en cuenta que aquí se quiere materializar el célebre dictum de Simone de Beauvoir: «No se nace mujer, se llega a serlo».

Por supuesto, destaca el movimiento escenográfico, esa fluidez con la que las estructuras se mueven y se cambian los decorados, mientras suena la banda sonora de Yannis Philippakis, con ciertos tonos de rock progresivo y elementos distorsionadores que inciden en las angustias de nuestra heroína. Todo el espacio es aprovechado al máximo, incluidas las butacas, donde se hospedan, en ocasiones, los actores; aunque esto suponga un uso molesto de las luces de sala.

Las confesiones es un espectáculo que nos permite inmiscuirnos en una de esas existencias ejemplares de tiempos cercanos. Salirse de lo establecido nos empuja a la intemperie, donde suele hacer frío.

Las confesiones

Director: Alexander Zeldin

Reparto: Amelda Brown, Jerry Killick, Lilit Lesser, Brian Lipson, Hannah Morrish, Pamela Rabe, Gabrielle Scawthorn, Jacob Warner y Yasser Zadeh

Diseño de escenografía y vestuario: Marg Horwell

Movimiento y coreografía: Imogen Knight

Diseño de iluminación: Paule Constable

Música: Yannis Philippakis

Diseño de sonido: Josh Anio Grigg

Director de casting: Jacob Sparrow

Directora de casting en Australia: Serena Hill

Directora asociada: Joanna Pidcock

Coordinadora de intimidad: Katharine Hardman de EK Intimacy

Apoyo dramatúrgico: Faye Merralls, Sasha Milavic Davies

Directora de voz: Cathleen McCarron

Apoyo para el dialecto: Louise Jones, Jenny Kent

Producción: A Zeldin Company / A Zeldin Compagnie

Encargo de: The National Theatre of Great Britain, RISING Melbourne y Les Théâtres de la Ville de Luxembourg

Coproducción: Wiener Festwochen, Comédie de Genève, Odéon-Théâtre de l’Europe, Centro Cultural de Belém, Théâtre de Liège, Festival d’Avignon, Festival d’Automne à Paris, Athens Epidaurus Festival, Piccolo Teatro di Milano – Teatro d’Europa, Adelaide Festival, CDN de Normandie-Rouen.

Alexander Zeldin es Artista Asociado del National Theatre of Great Britain, Odéon-Théâtre de l’Europe, Les Théâtres de la Ville de Luxembourg y Centre Dramatique National de Normandie-Rouen

Compagnie A Zeldin tiene el apoyo del Ministerio de Cultura de Francia (DRAC Île-de-France)

A Zeldin Company tiene el apoyo de The Astra Foundation

Patrocinadores de la producción: Nancy y Michael Timmers, David Schwimmer, Cas Donald, Elisabeth de Kergorlay, Mazdak Rassi and Zanna Roberts Rassi, Andrew and Raquel Segal, Victoria Reese and Greg Kennedy, Studio Indigo Architects & Interior Designers

Teatros del Canal (Madrid)

Hasta el 12 de abril de 2024

Calificación: ♦♦♦

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Las noches malas de Amir Shrinyan

Los Teatros del Canal dan cabida a esta historia firmada por Albert Tola sobre un joven homosexual iraní que requiere asilo político

Las noches malas de Amir Srinyan - Foto deEl periplo por el que deben pasar muchos migrantes para lograr asilo político es pasmoso. Más peculiar es, todavía, si la orientación sexual es la razón imperiosa que se esgrime para conseguir los dichosos papeles. Resulta, por lo tanto, pertinente tratarlo en una obra teatral y este es el gran aliciente que nos depara este montaje. De hecho, la primera escena es la más elocuente; porque nos sitúa directamente, de una manera tajante y brusca, en una entrevista donde un funcionario, interpretado por Carlos Lorenzo, imponiendo su cuerpo con pujanza, somete a un joven iraní a un cuestionario repleto de preguntas capciosas y que atentan claramente contra la intimidad del solicitante. Sigue leyendo

ANGELA (a strange loop)

Susanne Kennedy plantea un sofisticado viaje alquímico en un espectáculo tan tedioso como fascinante en los Teatros del Canal

ANGELA (a strange loop) - Foto de Julian Röder
Foto de Julian Röder

¿Esta propuesta de Susanne Kennedy es una tediosísima genialidad? Partamos de la casi ausencia de aplausos y del absoluto desconcierto del público en el estreno en los Teatros del Canal. Por fin algo de sinceridad en el respetable. Fuera caretas. Ciertamente, una función costosa, aburrida, sin aparente sentido; pero, paradójicamente, radical en su compromiso estético-filosófico. Si aceptamos la apuesta, tendremos que hacer el esfuerzo de desencriptar un dispositivo que da una serie de claves básicas; aunque nos sostiene en una alegoría de corte posmoderno. Sigue leyendo

Calderón

Fabio Condemi nos entrega una versión de la obra de Pier Paolo Pasolini en un espectáculo demasiado estático

Calderón - Foto de Luca del Pia
Foto de Luca del Pia

Merece la pena revisitar la adaptación que realizó Guillermo Heras en la Sala Olimpia (ahora Teatro Valle-Inclán) en 1988. Un espectáculo más vigoroso que este que hallamos en los Teatros del Canal y que dirige Fabio Condemi. Demasiado plano, mortecino y poco motivador de todas las reverberaciones que Pasolini pone en juego en su texto. Claro que lo que falla sea hacerle caso al dramaturgo italiano en cuanto a su célebre Manifiesto por un nuevo teatro. Hoy se antoja un tanto caduco, antiespectacular, demasiado «teatro de la palabra». No niego, desde luego, que en el interior de los párrafos no se oculten abstrusas claves que deben desencriptarse; pero la plasmación de las imágenes, que no son pocas, se torna un tanto pacato para una pieza que supera las dos horas (los abandonos fueron constantes). Sigue leyendo

Hedda

Aurore Fattier entremezcla a Ibsen con Chéjov en un montaje esplendoroso de cine y teatro cargado de metateatralidad

Hedda - Foto de Claire Bodson
Foto de Claire Bodson

Debemos asumir con normalidad el estilo que aúna el cine con el teatro (el film performance). No paran de llegarnos cada año propuestas de este cariz y ya podemos hacer diferentes comparativas sobre su meticulosidad, sobre su trasfondo o, incluso, sobre su insignificancia; si los procedimientos no vienen a cuento. Esta Hedda se sitúa en la senda de la limpieza visual. No descubrimos a camarógrafos inmiscuyéndose entre los intérpretes como ha ocurrido en otras ocasiones (véase Orlando, de Katie Mitchell). Parte de lo que vemos en pantalla se representa detrás y, como siempre, uno especula con la posibilidad de que no sea así, y lo que observemos sea una «simple» grabación, y el elenco esté descansando gustosamente en los auténticos camerinos de los Teatros del Canal. La referencia más directa que nos viene a la mente (habría otras) es Pieces of a Woman, de Kata Wéber. Sigue leyendo

En mitad de tanto fuego

Alberto Conejero le ha construido a su Patroclo un discurso repleto de pacifismo y pulsión erótica, que Rubén de Eguía interpreta con fulgor inapelable

En mitad de tanto fuego - Foto de David Ruano
Foto de David Ruano

Puede que este sea el mejor texto que ha escrito Alberto Conejero (vuelve a Troya, como hizo en Troyanas), que lo conecta de nuevo con La piedra oscura, en delicadeza e, incluso, en temática; aunque lo separen milenios. Encontramos precisión poética, sin barroquismos innecesarios, con la meticulosidad en los detalles y hasta la elegancia en las escabrosidades sexuales del homoerotismo, que tanto parecen consternar todavía a algunos escuchantes. Resuena la relación pertinente con víctimas de nuestra época contemporánea. Podemos imaginarnos cómo se han reavivado los enfrentamientos en aquella zona, en esas trincheras próximas a Ilión, como en Galípoli durante la Gran Guerra. Sigue leyendo

Madre

Wajdi Mouawad cierra su ciclo Doméstico con este homenaje a su amada progenitora en los Teatros del Canal

Madre - Foto de Tuong-Vi NguyenQuedó la primera función de este montaje determinada por la indisposición del técnico de sonido. No me alcanza para desentrañar las posibles soluciones o hasta qué punto fue irresoluble esta cuestión. Las canciones ─muchas─ que debían escucharse simplemente fueron sobreimpresionadas en pantalla. Así supimos que en la radio cantaba Gainsbourg y Birkin, Pierre Bachelet o, con insistencia, tal y como le gustaba a la hija, nuestro Julio Iglesias. También es cierto que leemos en varias ocasiones el nombre de Bertrand Cantat, pues ha sido el responsable de las músicas. Sigue leyendo