Nieve de Medina pretende documentar la muerte de sus dos hermanos en el contexto de la pandemia a través de una dramaturgia insignificante

Hace un año, en Movistar, un programa de humor negro (El cielo puede esperar), pretendió emular funerales de famosos que seguían vivos. Era una forma de homenaje antes del final definitivo. Más allá de que resultara llamativo o gracioso, volvió a evidenciar lo complicado que es, una vez nos apartamos de la parafernalia tan efectiva y efectista de las distintas religiosas, realizar un acto estéticamente (en su sentido más profundo y simbólico) meritorio para despedir a los muertos. Hoy en día, los funeral planner (como las wedding planner) pueden logra que el evento tenga un toque de distinción y que permita que el trago sea más hermoso y hasta memorable —siempre con el riesgo de convertirlo en otra feria más de las vanidades contemporáneas—. Sigue leyendo