Beatriz Argüello crea la atmósfera propia para desarrollar este acontecimiento onírico de Harold Pinter

La primera versión de esta obra del Nobel Harold Pinter fue la dirigida por Luis Escobar en 1974. Aunque tenemos mucho más cercana la adaptación de Ricardo Moya para el Teatro Español en 2012. No es extraño que esta obra se publique junto a Traición (recordemos la propuesta comandada por Israel Elejalde), pues ambas pertenecen a este «Teatro de memoria» que abona la pretensión de incurrir en la conciencia, en las existencias aleatorias, en los olvidos y en esas máculas indelebles que nos consternan. Creo que la dirección de Beatriz Argüello acierta absolutamente al crear no ya una atmósfera de extrañeza, sino una verdadera sustancia surrealista. Sigue leyendo



