Milo Rau nos expone a la crueldad de una madre sobre sus hijos en este paralelo con la tragedia de Eurípides

Milo Rau lleva años mostrándonos el horror humano sin ambages, utilizando todas las técnicas dramatúrgicas de nuestro tiempo a su servicio. Su interés no radica en mostrarnos una investigación para esclarecer los hechos. Sus montajes no pertenecen al exitoso género del true crime. Sus propuestas han recalado en España en estas últimas temporadas (Everywoman, Antigone in the Amazon,…); pero está claro que esta pieza se conecta directamente con Five Easy Pieces, puesto que en aquella empleaba infantes y, de alguna manera, por la crudeza. También se dan ciertos elementos de asimilación estética con Familie, que trataba de aquel suicidio grupal, un episodio asimismo chocante.
La cuestión es que Kaatje De Geest en su dramaturgia introduce varias capas de distanciamiento. Formas que pueden interpretarse, pardójicamente, de moralistas. No sé hasta qué punto (entiendo que apabullante) conmocionó el caso a la sociedad belga; no obstante, parece evidente que realizar una obra teatral para tus compatriotas sobre algo que les toca tan cerca requiere tacto. El primer cortafuegos configura una escena feísta y fría, aunque sea llevada con una esclarecedora ironía. Una simulación de esos encuentros con el público post-función, donde los intérpretes nos descubren las claves del evento y permiten al respetable preguntar lo que quieran. Es la manera de situarnos ante los actores de carne y hueso, de esos chavales con nombre y apellido, para que aseveremos una empatía con ellos. Una atrocidad con muchachos como esos, pensaremos. Peter Seynaeve, el único adulto, dirige este preámbulo con el fingimiento de la estupefacción, pues tiene a unos repipis que sentencian como filólogos o como filósofos senequistas. Llama mucho la atención cómo los más pequeños dominan su discurso, cómo nos ilustran sobre Eurípides o, en el desenlace, sobre el sentido de la vida. Para que la última palabra del espectáculo sea «Godot», el dios de este absurdo vital. Sin embargo, algunos de los adolescentes pasan del tema y se dedican a sacar el móvil.
Cuando nos adentramos en la acción en sí, en el argumento, se instaura, como en otras ocasiones, esa otra distancia de la cámara grabando en directo en permanente diálogo con las escenas pregrabadas, tal como había ocurrido, por ejemplo, con Orestes in Mosul. Es un juego de disfraces en la playa, mientras matan al dragón y aparece Jasón. Todos conocemos el mito. Lo importante es cómo nos separamos de esa tragedia y nos vamos aproximando al caso de Geneviève Lhermitte, aquí denominada Amandine. Aquella mujer que, en 2007 asesinó a sus cinco hijos y que fue condenada a cadena perpetua. Y que, tal como establece la legislación de Bélgica, se le concedió la eutanasia, pues su daño sicológico era insoportable. Su muerte ocurrió dieciséis años exactamente después de su crimen. Quizás los belgas puedan completar parte del relato, ya que han podido seguir los avatares morbosos de este suceso; pero la sensación sobre lo observado es que tanto, insisto, distanciamiento lleva a que algunos personajes necesarios para el drama apenas estén esbozados. Primeramente, esta señora, quien por lo visto entró en cólera y en profunda ofuscación por el rechazo de su marido ─es por aquí, por donde, el paralelo euripídeo se maneja─ quiso acabar con sus vástagos. No existe un trabajo introspectivo, no se quiere, en absoluto, perfilar posibles «razones». No es esa la perspectiva adoptada. A pesar de que tampoco tiene mucho recorrido interno por mucho que en pantalla la observemos en el supermercado comprando la herramienta para la barbarie. Igualmente ocurre cuando en una escueta escena elaborada desde la casa que gira en el lateral del escenario nos encontramos con el malhadado padre. Nos hallamos en Marruecos, allí, un tal Dr. Glass, una especie de padre adoptivo, está leyendo y después abraza a un chico que está haciendo surf. Todo resulta un tanto confuso o poco desarrollado. Las escenas cortas que aún dialogan con Medea, quedan evaporadas en un montaje no demasiado extenso, cuando los cinco asesinatos seguidos se recrean con maximalismo. La gigante pantalla nos muestra la degollación tras distintas asfixias. Son situaciones enormemente violentas que ocurren fuera de nuestra vista directa, ocultas en el interior de la susodicha casa. Media la cámara y se nos impone la «salvaguarda» de la imagen plana. Resulta terrible y parece que el espectáculo se dirija enteramente a ese acto. No se anhela trazar una red de relaciones humanas, solamente la pasmo sobre esas resoluciones expeditivas humanas tan crueles que recorren la historia. Son excepciones y, por eso, nos consternan.
Tienen la habilidad de regresar al estado inicial mientras se limpian el cuello y una de las pequeñas propone con gran inteligencia cantar Les yeux de ma mère, la canción ya clásica de Arno, que resulta tan propicia para ese momento. Algunas frases cómicas intentan suavizar el momento. El asunto ha sido pavoroso, desde luego, aunque se han forzado tanto los modos metaficcionales, la precauciones, los artefactos dramatúrgicos que, inevitablemente, creo, que no nos terminamos de adaptar al acontecimiento para percibir la catarsis.
Idea original: Milo Rau & NTGent
Dirección: Milo Rau
Dramaturgia: Kaatje De Geest
Elenco: Peter Seynaeve, Juliette Marie Debackere, Ella Brennan, Bernice Van Walleghem, Aiko Benaouisse, Helena Van de Casteele y Elias Maes
Escenografía: ruimtevaarders (Karolien De Schepper, Christophe Engels)
Diseño de utilería: Joris Soenen
Diseño de vestuario: Jo De Visscher
Diseño de iluminación: Dennis Diels
Diseño de vídeo: Moritz von Dungern
Diseño de sonido: Elia Rediger
Preparación de actores: Peter Seynaeve y Lien Wildemeersch
Orientación de menores: Dirk Crommelinck
Producción: NTGent
Jefe de escenario: Marijn Vlaeminck
Técnico de iluminación: Bart Van Dessel
Técnico de sonido: Marc Lekens
Técnico de audiovisuales: Raf Willems
Gerencia en gira: Elli De Meyer
Distribución: Sophie Vanden Broeck
Supervisora de menores: Ilse Cox
Coproducción: Wiener Festwochen, La Biennale de Venezia, ITA – Teatro Internacional de Ámsterdam y Tándem Escena nacional (Arras Douai)
Centro CondeDuque (Madrid)
Hasta el 26 de octubre de 2025
Calificación: ♦♦♦
Puedes apoyar el proyecto de Kritilo.com en: