Toni Acosta sufre en el escenario del Teatro Bellas Artes la marcha de su hijo en esta suave comedia de Juan Carlos Rubio
El dramaturgo Juan Carlos Rubio se ha buscado la vida para darle un marchamo cinematográfico a cada frase de este texto. Todo pensamiento, toda mirada, toda incursión por los pasillos y estancias del piso poseen su correlato, su glosa, fílmica. Estaremos de acuerdo que ahí está la ingeniosidad del montaje; pero que no deja de ser una carcasa para un argumento insignificante y endeble. Algo muy de andar por casa, que no incide en el drama de una madre sometida por el síndrome del nido vacío. No hay más que observar el espectáculo protagonizado el año pasado por Aitana Sánchez Gijón, de título La madre, para comprobar qué derivas se pueden emprender con el asunto.
Toni Acosta va a discurrir sobre sus avatares peculiares encarnándose en esa mamá bastante normal, separada, y que está sufriendo cómo su vástago se ha marchado a estudiar a Estados Unidos. Nada del otro mundo. La artista procede con su soltura habitual (así lo mostró en su anterior proyecto, El fin, de la que trae algunas influencias) y luce mucho más cuando acoge caricaturescamente las voces y hasta los cuerpos de otros personajes que pululan por la escena; como ocurre con su propia progenitora, a la que accede mediante «una posesión», cual Regan en El exorcista. La vis cómica de la intérprete hace más llevadero un planteamiento naíf e intrascendente que poco más sirve que para pasar el rato. El espectador irá escuchando constantemente todo tipo de referencias fílmicas, casi todas ellas blockbusters que cualquiera puede conocer (para ser una cinéfila tampoco ofrece ninguna obra extravagante o peculiar). Ella se llama Eva María, y la cancioncita de Fórmula V sonará como una fanfarria molesta. Incluso, descubrirá que su padre, el inductor de su cinefilia, no le puso ese nombre por la actriz Eve Marie Saint, muy popular por haber participado en cintas como Con la muerte en los talones o Nido de ratas; sino por el susodicho tema.
Si podemos encontrar algún atisbo de originalidad, debemos situarnos en la escenografía ideada por Leticia Gañán y Curt Allen Wilmer, no porque tenga nada de especial, sino porque lentamente nuestra conductora va recreando la habitación de su hijo, sacando de unos baúles muchos cachivaches referidos todos ellos, evidentemente, al cine. Parece el dormitorio de un friki ochentero impulsado por el espíritu de Steven Spielberg, con todos los dinosaurios jurásicos pululando hasta en el edredón. Luego, que el muchacho regrese al hogar con su novia, no vale más para incidir en ese topicazo de la suegra inquieta, pues resulta que su niño se ha hecho mayor y pretende yacer en la misma cama con su chica. Demasiado anecdótico todo. A ello, se suma con mucho sentido de banda sonora, aportando melodías con tono irónico para aumentar la supuesta tensión del suceso, el trabajo musical de Mariano Marín.
Si todo esto, entre vericuetos sobre el papá de la criatura, de manías domésticas, de esa pertinaz referencia a universos fílmicos, únicamente se emplea para que su muchachito le demuestre a su mami que la quiere, pues, entonces, happy end y ya está. Como es usual en estas propuestas tan intrascendentes, apenas se da una conexión con alguna de las diversas situaciones que viven muchas madres, quienes se ven obligadas a realizar un balance de su existencia, cuando la soledad las atenaza de golpe. En definitiva, ni el sempiterno papel de cuidadora de tantas mujeres y, por lo tanto, el común abandono de sus intereses particulares, se dan cita en esta función. Como decía al principio, se ofrece más como un imparable guiño a las obras más célebres del celuloide que como análisis psicológico. Juan Carlos Rubio prácticamente no sugiere un debate de mayor calado con un texto que contiene los acostumbrados y cansinos elementos de las comedias comerciales.
Texto y dirección: Juan Carlos Rubio
Reparto: Toni Acosta
Diseño de escenografía: Leticia Gañán y Curt Allen Wilmer (EstudioDeDos)
Espacio sonoro y música: Mariano Marín
Diseño de iluminación: Nicolás Fischtel
Vestuario: La leona alegre
Productor: Jesús Cimarro
Una producción de Pentación Espectáculos, Leona Madre y La Alegría Producciones.
Teatro Bellas Artes (Madrid)
Hasta el 9 de febrero de 2024
Calificación: ♦♦
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