La novela de Emilia Pardo Bazán, La Tribuna, es versionada por Candido Pazó en el Teatro Fernán Gómez

Candido Pazó es verdaderamente noble y certero al afirmar esto: «Cigarreras es más que una adaptación, pero menos que un texto independiente». Así es, ya que su aproximación a la novela La Tribuna posee una concreción muy definida. Su mirada se lanza al conjunto de trabajadoras en la Fábrica de Tabacos, la Palloza, que se ubica en La Coruña (llamada Marineda, en el relato). Mujeres mayores, jóvenes y hasta chiquillas de catorce años se juntaban para moldear los puros con sus manos pequeñas e idóneas. Que el autor haya introducido directamente a Emilia Pardo Bazán, de quien tuvimos su biografía teatralizada con Pilar Gómez comandando, es un acierto. Vale para contextualizar, para conceder algo de su socarronería y producir un contraste con el estatus. En este sentido, Susana Dans se maneja con mucho brío en esos primeros embates metateatrales.
Por otra parte, en el naturalismo que la condesa introduce con esta obra resulta esencial no solo el análisis sociológico, y más de las clases proletarias, humildes e, incluso, marginales; sino de su conciencia, de su pensamiento y de toda una serie de reflexiones que pueden desembocar en experiencias angustiosas (observemos, por ejemplo, Los pazos de Ulloa, de la propia novelista, que tuvo su particular representación en este mismo Teatro Fernán Gómez hará tres años). La cuestión es que aquí perdemos bastante de la introspección mental. Que el espectáculo se vaya recargando políticamente, que aumente la tensión favorece ese brote de lo colectivo frente a lo individual hasta volverse, en cierta medida, algo mitinera.
La acción, in medias res, ya nos destina a los albores de la revolución de 1868, que destinó a Isabel II al exilio, Amparo no tiene los 13 años del comienzo de la novela, sino que es una mujer afable que va mostrando su ímpetu político, una vez se desembaraza de los cotilleos de la Comadreja, Josefina, una de sus compañeras, que Isabel Naveira encarna con una soltura que deja impronta. Desde luego, Tamara Canosa, convertida por sus aptitudes oratorias y su temperamento en la Tribuna, destaca soberanamente en un crecimiento paulatino. No obstante, se observa como un carácter demediado, incompleto; porque los personajes in absentia, esos posibles, pretendientes y, sobre todo, Chinto, el currante, vilipendiado, que se encarga de hacer los miles de barquillos para el padre de Amparo y de su madre, no nos deja ver las habituales paradojas de aquellos que sufren algún sometimiento. No es raro comprobar cómo el trabajador apaleado por el cacique o el empresario, después, ejerce su propia rabia en otro más inferior. Si uno hallara eso en escena, se reduciría el maniqueísmo; lo que supondría una incisión más realista sobre aquella sociedad. Una perspectiva más madura, además; que es la que se merecen los espectadores adultos.
Evidentemente, la función resulta muy atractiva cuando el grupo llena el espacio con su discursear y sus diálogos entre espontáneos y repletos de preocupaciones; pero también cuando cantan alegremente o gritan las consignas consabidas por la ¡República federal! El elenco, aunque el estatismo esté un tanto recargado, se manifiesta con generosa credibilidad. Por eso merece la pena destacar a Ledicia Sola, pues interpreta a una joven piadosa, que vive con la preocupación de sacar a su familia adelante hasta que ingresa en el convento de Santa Úrsula. En ella también observamos la veta religiosa que se remarca en la protagonista; pues resulta importante para ellas que el tema de la fe no quede subsumido bajo las proclamas revolucionarias socialistas. El resto, las más veteranas, completan el espíritu «sindical» con su fuerza y su lucha, en ese ambiente macilento que Dani Trillo ha diseñado con detalle; sin embargo, quizás esté iluminado en exceso.
Tiene este Cigarreras una energía que el público valora al final del montaje con ganas. Su director sabe conducir la trama hacia el momento álgido de efusión, cuando parece que para ellas el futuro se llena de esperanza.
Versión y dirección: Cándido Pazó
Intérpretes: Susana Dans, Tamara Canosa / María Roja, Isabel Naveira, Ledicia Sola, Mercedes Castro / Casilda G. Alfaro, Covadonga Berdiñas, Ana Santos y Mercedes Castro
Música: Manuel Riveiro
Escenografía: Dani Trillo
Iluminación: Alfonso Castro
Vestuario: Martina Cambeiro
Espacio sonoro: Manuel Riveiro
Ayudante de dirección: Antonio Mourelos
Directora de producción: Belén Pichel
Teatro Fernán Gómez (Madrid)
Hasta el 26 de octubre de 2024
Calificación: ♦♦♦
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