Clitemnestra

La reina de Micenas se reconvierte en una mujer que reivindica sus actos a través de la mirada contemporánea y feminista de José María del Castillo

Clitemnestra - FotoA José María del Castillo le ha apetecido coger lo que más le ha convenido o inventarse lo que ha creído pertinente para mostrarnos a una reina que se llama Clitemnestra; pero que nadie va a reconocer en nada. Es un engendro de tiempos, de caracteres, de morales que únicamente está ahí, delante de nosotros, para transmitir el discurso ya canónico en la sociedad de nuestras últimas décadas. El engrudo feminista que bate liberalismo (casi ultra), narcisismo y hembrismo con empoderamiento, astucia y una libidinosidad altamente hedonista podría estar destinado a completar una buena obra de ficción; pero es un panfleto. Esta señora es otro objeto de consumo más (pido perdón, por decir objeto).

La función a la que asistimos en el Teatro Bellas Artes es una insensatez. Es un estúpido deseo de su dramaturgo por hacer de una madre perteneciente a la mitología alguien virtuoso a los ojos actuales. ¿Para qué? Pues ya saben qué tiempos corren. Por eso uno queda estupefacto al leer: «Clitemnestra nos muestra la revisión del mito clásico huyendo de la tradición machista de la historia. Rescatamos a una mujer víctima de una sociedad consolidad por y para los hombres. Una mujer rebelde con el sistema, adelantada a su tiempo y tildada, por tanto, de cruel y perversa a ojos de los hombres». Uno se pregunta: ¿qué revisión?, ¿qué tradición concreta de todas las que hay se recoge? ¿en qué se adelantó a su época? ¿En contribuir al asesinato de su marido? No es idéntica la visión, bastante brutal, de Esquilo y de Sófocles, que la de Eurípides, quien tuvo muchísima más consideración por las féminas en sus obras. ¿Cómo, según nuestro dramaturgo, debió ser aquel periodo en guerra permanente? ¿Qué ganamos con esta perorata que podría aplicarse a cualquier personaje de la historia, si únicamente hay que poner en su boca la retahíla consabida? En el escenario no está Clitemnestra, ni nada que se le parezca. Alguien que habla como una mujer contemporánea, que habla de tener o no hijos, de no sé qué de sus hormonas, o de si puede ser infiel. Cuesta tanto entender que, si tuviéramos delante a esa tal monarca de Micenas, esposa de Agamenón, nosotros, como público que debe estar al tanto de cómo nos han llegado ciertos escritos, tendremos que tomarlo no como algo falso o como un relato machista, sino como una ficción que pertenece a un mundo con unos códigos que no son los nuestros. En fin, la literatura.

Y esta concepción sería el mayor problema de toda la obra. Si a ello le sumas una dirección inconcreta, uno se sonroja ante los aplausos y las puestas en pie de los espectadores. Una función que empieza con unos zapateados que no vienen a cuento, con las luces de sala y con la fanfarria de publicidad sonando por los altavoces. Un espectáculo que mezcla danza flamenca porque sí, con coreografías muy cuestionables (véase el movimiento de los abanicos), donde no todos sus intervinientes salen bien parados. Que a veces se canta para amenizar el asunto y todavía tiene su punto, y otras asistimos a unos diálogos de unos personajes que ni siquiera son de cartón-piedra. Aunque la escena más «gloriosa» es aquella sobre las variedades posturales del sexo como si a estas alturas del siglo XXI aún estemos en un proceso de liberación mental (y uno va a tener que pensar que sí, a tenor de ciertos artículos en nuestros periódicos, donde resulta que hay mujeres de más de cuarenta que, mira tú por donde, follan). Tendremos que comprender este entremés como algo picantón, como una varieté.

Y uno se pregunta cómo un espectáculo de 2019, que ya protagonizó Natalia Millán ha podido representarse en todo un Teatro de Mérida, y cómo sigue programándose. Y no es que ahora Cristina Castaño salga mal parada, es que solamente está para lanzar la arenga desde el minuto uno hasta el ochenta. Que ella se encarga —poniéndole mucho ímpetu, eso es cierto— de contar su biografía para que nadie se pierda; de relatarnos el padecimiento de su hija Ifigenia, que ha tenido que ser sacrificada por su padre para que vuelva a soplar el viento y puedan llegar a Troya, porque así lo ha requerido una diosa, Artemisa. A esta joven la encarna Ángeles Rusó, quien destaca sobre todo en las canciones, que parecen apartes que no se compactan con el resto. Nos recuerda el estilo de artistas como Pastora Soler, para la que ella misma ha trabajado de corista. Se consigue imprimir un sentimentalismo que contrasta con otras situaciones de lenguaje más bronco. Así ocurre con el Agamenón de Benjamín Leiva, que es un mero esbozo; y debemos quedarnos con su baile, cargado de furia. Igualmente, le da la réplica en la danza Sonia Franco, quien se entrega sensualmente después como Casandra. Quizás de los pocos desarrollos actorales que nos encontramos, el que más potencia tiene sea la Electra de Camino Miñana (fijémonos en la perspectiva que hace bien poco nos ha entregado Fernanda Orazi sobre este personaje), pues es la que verdaderamente se contrapone a su madre, mientras pergeña la venganza junto a su hermano Orestes, una vez su padre ha sido asesinado. Luego, Daniel Moreno, quien desentona en las coreografías, se queda con un Egisto desfondado, que apenas vale como amante de nuestra protagonista.

Al final, que nadie dude que se vuelve con una andanada de reivindicaciones sobre la condición de mujer por parte de nuestra Clitemnestra, para que el público la ovacione sin remisión. El mejunje folclórico, romantizado y recargado en unos rojos bastante horteras está dispuesto para ser cualquier cosa menos una incursión noble y honesta en los clásicos de la tragedia griega.

Clitemnestra

Dirección y texto: José María del Castillo

Reparto: Cristina Castaño, Ángeles Rusó, Camino Miñana, Daniel Moreno, Benjamín Leiva y Sonia Franco

Música original: Alejandro Cruz Benavides

Coreografía: Benjamín Leiva

Coreografía: Benjamín Leiva

Ayudante de dirección: Gonzalo Calleja

Vestuario: Mariani Marquerie

Escenografía: Alejandro Arce

Iluminación y sonido: Miguel Guirao y Rafael Gambra

Asesoría dramaturgia: Eva Rodríguez

Cartelería: Sweet Media

Fotografía: Sweet Media/ Iván Jiménez/ Francisco Vinal Abad/ Tere Ruiz de Lopera

Producción: María Eugenia Vaquera y Antonio Maestre

Una producción de Coribante Producciones

Teatro Bellas Artes (Madrid)

Hasta el 25 de junio de 2023

Calificación:

Puedes apoyar el proyecto de Kritilo.com en:

donar-con-paypal
Patreon - Logo

2 comentarios en “Clitemnestra

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.