Monsieur Goya, una indagación

José Sanchis Sinisterra firma esta aproximación caliginosa sobre la figura del pintor aragonés durante los últimos años de su vida

Foto de David Ruiz

La teoría se impone como un imperativo incuestionable y Sanchis Sinisterra parece dominado por su propia criatura (El lugar donde rezan las putas, su anterior obra, incidía igualmente en ello). La narraturgia se lleva hasta las últimas consecuencias para guiarnos y atraparnos en un discurso construido sobre el hilo de la metateatralidad. La cuestión es si estos procedimientos dramáticos producen un hecho teatral, donde fondo y forma se conjuguen para destinarnos hacia un ente complejo y fértil estéticamente hablando. Que la obra se subtitule «una indagación» es totalmente lógico; pues al dramaturgo parece que le interesa más el marco que la pintura. Es más, parece que le interesa más cómo se debería o, incluso, cómo se podría elaborar ese marco que su objetivo útil y concreto. Por eso, en algunas partes de la función, resulta una metaindagación, una recreación de por dónde habría que empezar o a imaginar lo que pudo pasar. Por lo tanto, especificar, ir al grano, decidir o aseverar son verbos denostados. Aquí se guarda una distancia tan prudencial sobre lo representado que cuando parece que se va a llegar a algo, se frena y se incurre por otra parte. Allá apartado, casi invisible y solitario, entre las butacas libres del Teatro Fernán Gómez se sienta Alfonso Delgado para poner su voz (y salir a saludar al escenario al final) al servicio de la narración, para hacer de Sinisterra, de Goya, de Dios (de Godard, God-art rememorando la nouvelle vague con intervenciones en el acto sobre el propio momento de la creación). Lo que pudo ser o como querría que fuera. Rebobinar la acción, reconstruyendo, cambiando el idioma o perfilando a los personajes en directo. Y la función avanza o no; y de fondo parece que se recrea la semblanza del pintor aragonés en sus últimos años de vida. Bruma y confusión a raudales, asentando esa consigna posmoderna de que es imposible asir la verdad. Puro relativismo. Niebla unamuniana para que algún personaje se te rebele y no reconozca su ser. Si nos quedamos con la atmósfera creada, con esas interrelaciones entre el pasado y el presente ―por ejemplo, asimilar el espectáculo aquel de las fantasmagorías con el cine 3D―, o esas frases de corte feminista que pretenden interpelarnos (la muchacha que podría haber brillado como pintora en un futuro) o esos objetos anacrónicos como un radiocasete; entonces también es justo aceptar que el espectáculo produce sensaciones afortunadas. Ya que la propuesta escenográfica posee bastantes atractivos. Empezando por las videoescenas diseñadas por Daniel Canogar. El artista, quien se estrena en estas lides, ha conseguido trasladar las luces y las sombras tanto de la época como de los sentimientos del pintor; además de arrastrar los motivos propios de las Pinturas negras, que es la excusa ―se celebran doscientos años de su inicio― para embarcarnos en las peripecias que transcurrieron en la Quinta del Sordo y, «simultaneado», en su exilio en Burdeos. Asimismo, es destacable la dirección de Laura Ortega, quien ha sabido encontrar un ritmo adecuado en el ir y en el venir. Una de las virtudes que es justo reconocer a Sanchis Sinisterra es la de emplastar capas diversas que van desde el sencillo costumbrismo hasta la compleja relación de Goya consigo mismo y el poder reinante (Fernando VII, siempre felón). Aunque también nos encontremos un tono didáctico en la narración que nos sitúa en esos documentales propios de las exposiciones. Otro punto que parece ya a estas alturas inadecuado para cualquier público es romper la cuarta pared, para que los actores nos recuerden que no son más que eso, individuos de carne y hueso imbuyéndose en un papel ficticio. Así lo expresa Inma Cuevas, con su soltura característica, cuando escapa de su Leocadia Zorrilla, la mujer con la que convivió el pintor en esa última fase de su vida. Además, ronda por la casa la joven Rosario (la futura pintora), aprendiendo del gran maestro. María Mota se mueve con gracia y con el pundonor necesario. Le da brío Fernando Sainz de la Maza, con Guillermo, el hijo pequeño; aunque no puede desarrollarlo demasiado. Esboza un curioso carácter Andrea Trepat con esa tal Margot, que pudo ―existen varias teorías― ser la modelo para «La lechera de Burdeos», y aquí se juega a esa transferencia pictórica. Por otra parte, deambula por ahí con mucha presencia y aire algo extravagante Font García, quien se mete en la piel del también pintor Antonio de Brugada. Finalmente, Alfonso Torregrossa se queda con Moratín. El dramaturgo desea contar la historia según su acomodo y su persistencia resulta muy estimulante en la dramaturgia del texto. La composición del elenco en sus movimientos convierte las escenas en cuadros vivientes; pues la iluminación de Francisco Javier Sarrión Mora es sobresaliente e incide en una combinación de colores ―con ese riachuelo que sirve de Manzanares y de Garona―, que fomenta paisajes imaginarios. El texto de Sinisterra, por lo que he señalado más arriba, no me termina de convencer por su formalismo algo vacuo; pero la estética y la dirección de este montaje terminan por ofrecer al espectador una función de factura sugerente.

Monsieur Goya, una indagación

Dramaturgia: José Sanchis Sinisterra

Dirección: Laura Ortega

Reparto: Alfonso Delgado, Inma Cuevas, Alfonso Torregrossa, María Mota, Andrea Trepat, Fernando Sainz de la Maza y Font García

Videoescena: Daniel Canogar

Música: Suso Saiz

Iluminación: Francisco Javier Sarrión Mora

Vestuario: Almudena Bautisa

Asesoría artística técnica: Javier Ruiz de Alegría

Ayudante de dirección: Juan Menchero

Fotografía: Laura Ortega / David Ruiz

Vídeo: David Ruiz

Producción ejecutiva: Jesús Sala

Producción: Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa

Dirección artística: Nacho Marín

Agradecimientos: Daniel Sánchez Salas, Francisco Rodríguez Chaparro, Samuel Alarcón, Lorena Paz, María Morales, Juan Vinuesa, Alfredo Cuevas y Q17 Studios.

Teatro Fernán Gómez (Madrid)

Hasta el 10 de noviembre de 2019

Calificación: ♦♦♦

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