La versión de Antonio Campos sobre el texto de Cocteau nos ofrece la perspectiva de un hombre despechado
No hace muchas semanas me sorprendí con la última película en la que actuaba Antonio Dechent, Obra 67, una de esas cintas destinadas al culto underground de nuestro país (si no cae directamente en el olvido). En ella se demuestra otra vez que este actor es verdaderamente sobresaliente, que es un secundario con un empaque monumental. En la versión de La voz humana que Antonio Campos dirige sobre el texto de Jean Cocteau, donde, en lugar de ser una mujer la despechada, es un hombre; la construcción del personaje que construye Dechent ofrece una perspectiva que se escapa de los tópicos. Jean Cocteau exprime sus conocimientos experienciales sobre lo femenino, con esa sensibilidad que poseía para el manejo de las emociones. La situación es muy sencilla, aunque el sentimiento de desgarro sea muy profundo. En este caso, un hombre dentro de un dormitorio, tumbado sobre la cama, va a recibir la llamada, varias llamadas (no funcionaba suficientemente bien el teléfono en aquella época en París) que se cortan como si fueran infartos de miocardio. Aquella será la última vez que vuelvan a dirigirse la palabra. Lo suyo ha terminado, pero la pérdida no significa, desde luego, lo mismo para los dos. Alguien que domine las artes amatorias sabe perfectamente que nunca se ha de mostrar tal desesperación, si así ocurre, de seguro está que nunca se regresará a una posición de dominio sobre la persona amada. El protagonista se va defenestrando según se aproxima al final de la conversación, según los recuerdos son levemente repasados y los acuerdos cotidianos sobre algunas prendas y el cuidado del perro quedan resueltos. No hay nada que hacer. Antonio Dechent permea su angustia sin pudor frente al público en ese diálogo que apenas ha servido para insuflar un ínfimo hálito más. El sufrimiento es tal que lo que se atisba es una tortura insoportable que desembocará en una resolución definitiva. La ventaja de las conversaciones telefónicas cuando no escuchamos la voz del otro lado es que nos animan a completar, a adivinar y a fantasear. En La voz humana se saca jugo a esa situación y favorece que Dechent manifieste su generoso trabajo gestual. Su rostro de amargura, sus movimientos reprimidos, el nerviosismo por la llamada que no llega y el agujero en el estómago cuando cuelga. Desde luego, el teléfono es casi un personaje más sobre la cama deshecha. Apenas una hora de función que sirve para que un hombre hecho trizas asuma que solo hay dos posibilidades ante la marcha de su amada: o seguir viviendo mientras se aplaca la tristeza o volver a intentar el suicidio. Por la mirada agónica de Antonio Dechent uno apostaría por lo segundo.
Autor: Jean Cocteau
Dirección: Antonio Campos
Intérprete: Antonio Dechent
Teatro Lara (Madrid)
Miércoles de julio y agosto de 2015
Calificación: ♦♦♦♦
Texto publicado originalmente en El Pulso.
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Un comentario en “La voz humana”