El alma buena de Se-Chuan

Vladimir Cruz sube a los escenarios del Matadero (Madrid) la dialéctica entre el bien y el mal brechtiana

El alma buenaVolver a Brecht, a veces, cuando la coyuntura actual pide respuestas a la altura de la complejidad que vivimos, conlleva caer en fábulas maniqueas que irritan. El espectador de El alma buena de Se-Chuan que acude al Matadero no es un niño al que se le pueda simplificar la vida de esa manera. Tres dioses bajan a las tierras chinas en busca de alguien bueno. En su indagación se encuentran primero con un aguador, un pillo (interpretado por Rafael Ramos de Castro con cierto aire cómico), que debe proveer de alojamiento a esos seres celestiales y para ello acude a Shen-té, una prostituta que se convertirá en la principal protagonista. Raquel Ramos tiene la difícil tarea de doblarse entre la bonhomía de la joven y su fingido primo astuto. A partir de aquí, se desencadena toda la dialéctica entre el bien y el mal, donde diferentes personajes van dando buena cuenta de sus ambiciones en la vida y de sus ansias por medrar a costa de los demás. El problema está en que es un texto en el que se mezcla lo narrativo (algo habitual en el teatro épico de Brecht), con unas explicaciones redundantes y que se demoran en describir hechos evidentes, además de añadir canciones que pretenden aquilatar aún más el discurso. En la obra se intuye, al final, que Brecht pretendía plantear estas disyuntivas como problemas de difícil solución para los humanos, pero si se trenzan los diálogos con personajes que no terminan de redondearse, encarnados por actores que aún no han empastado y sincronizado el tono más trascendente que debe relucir, la puesta en escena se trastabilla. Los excesos didácticos, las entonaciones y las gesticulaciones pomposas, eclipsan algunos momentos en los que la iluminación ofrece instantes de dramaturgia íntima y, también, de juego entre lo divino y lo mundanal. Por otra parte, el vestuario se queda a medias entre una vanguardia que se torna anticuada y cierto atrezo que indefectiblemente parece endeble. El lenguaje con el que está escrita la obra de Brecht ya no vale para un público adulto y habitual, acostumbrado a un teatro más complejo (en esta versión se tiende tanto hacia lo didáctico que resulta casi juvenil). En ocasiones, las ambiciones no encuentran su verdadero acomodo en un puzle que se debe configurar a la perfección; el teatro se juega a la intemperie y no queda mucho hueco para el disimulo. Una lástima.

El alma buena de Se-Chuan

Autor: Bertolt Brecht

Dirección: Vladimir Cruz

Reparto: Raquel Ramos, Vladimir Cruz, Juan Pablo Shuk, Jesús Prieto, Rafael Ramos de Castro, Ana Hernández Sanchiz, Jordi Soler, Dayana Contreras

Música: Paul Dessau

Diseño escenografía y vestuario: Aurora Jácome

Naves del Español – Matadero (Madrid)

Hasta el 16 de marzo de 2014

Calificación: ♦♦

Texto publicado originalmente en El Pulso.

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