Luis Luque lleva al escenario un ramillete de microensayos de Javier Gomá a través de un amable montaje
Foto de Geraldine Leloutre
Difícil es trasladar estos microensayos de Javier Gomá Lanzón. El autor, que en los últimos tiempos ha estado embarcado en distintos proyectos teatrales (Inconsolable, El peligro de las buenas costumbres,…), especula, crítica y se deja, incluso, llevar por la estupefacción cuando observa el devenir de sus compatriotas, allegados y demás gentes de nuestra sociedad. Aunque no se fija demasiado en personas que se las ven y se las desean para llegar a fin de mes y que tienen, debido a ello, conductas y hábitos más controvertidos. Sigue leyendo →
Luis Luque presenta en el Matadero una versión espectacularizada de la obra de Peter Weiss, con una clara pátina pop
Foto de Jesús Ugalde
Si uno de los hitos teatrales del siglo XX se quiere seguir representando para lograr significancia en el público contemporáneo, y asumir las resonancias sobre luchas que hoy, de formas mucho más sofisticadas, siguen vigentes; entonces es muy conveniente apostar por otras vetas estéticas. Eso ha pretendido Luis Luque con suficiente riesgo; lo que nos deja como resultado un balance positivo y satisfactorio. Primeramente, hay que destacar la escenografía que ha ideado Monica Boromello para la sala Fernando Arrabal del Matadero. El sanatorio más limpio jamás imaginado, tan moderno como pulcro; aunque no se vean, uno podría imaginarse cámaras vigilándolo todo. Es una diafanidad tan gigantesca que, en ocasiones, cuesta llenarla a pesar del extenso elenco. Posee una luminosidad (David Hortelano potencia la blancura torticera) que redunda en una asepsia que va más allá de lo aparente ―como veremos―. La bañera de Marat ocupa el centro como el sarcófago (dispuesto para devorar esa insoportable dermatitis seborreica) donde se hospeda el «amigo del pueblo». En esa geometrización, otro prisma se alza al fondo como un dios de la razón en el que se plasman las impactantes e ilustrativas proyecciones de Bruno Praena. Creo que lo más sugerente de todo el montaje es la música de Luis Miguel Cobo y la interpretación que de ella realizan los cuatro cantores, la banda de rock, con la compacta y lisérgica coreografía de Sharon Fridman. Sigue leyendo →
Adaptación teatral de la exitosa película sobre las suspicacias laborales de unos empleados dentro de su empresa
Foto de Geraldine Leloutre
Cuando Roger Gual y Julio Walovits presentaron su primera película allá por 2002 y que tan buenas críticas cosechó, además de premios como el Goya a la mejor dirección novel, asumieron parte de la exitosa estética Dogma para trasladarnos un enjambre de hombrecillos que monologan frente a otros sus disquisiciones. En la versión teatral que ahora se presenta en El Pavón Teatro Kamikaze, las técnicas cinematográficas como los primeros planos, la cámara al hombro y el sonido ambiente, se sustituyen —más allá de la reducción a seis personajes— por un ritmo menos entrecortado, donde cada escena está mucho más marcada y con unos parlamentos más extensos. Aunque más allá de la estructura, fundamentada básicamente por un ensamblaje algo azaroso de sketches que funcionan autónomamente, que se cierran sobre sí mismos; lo verdaderamente atractivo del montaje es el discurso general que se adopta, particularizado en seis tipos subsumidos por la jerarquía y por una autojustificación vital mezquina (con matices, claro), y por unas interpretaciones, como vamos a ver, exquisitas. Nos situamos en Madrid, en la sede de una empresa estadounidense, sus trabajadores deben salir a fumar a la calle o subir a la azotea. Sigue leyendo →
El diputado Toni Cantó nos acerca las habituales componendas previas a un debate político
«Casi todo lo que aquí se cuenta sucedió en alguno de los debates celebrados en la historia de nuestra democracia», comenta Toni Cantó en el programa de mano; y luego remata: «Las conclusiones, de ustedes». Las mías van al final de este texto. Cuando se pregunta sobre los criterios que se deben aplicar a la hora de juzgar una obra desde la crítica teatral, uno de ellos debe ser la consideración por la inteligencia del respetable (básicamente para que este siga siéndolo). Esa consideración radica fundamentalmente en que a un público adulto no se le dan explicaciones desde las tablas y, después, que no se le puede dar gato por liebre. Aquí el dramaturgo nos presenta los entresijos que transcurren en las bambalinas de un plató. Los números dos de los partidos rojo y azul (o los jefes de campaña, según se interprete) negocian tiempos, temas, enfoques de cámara, turnos y todas esas cuestiones fundamentales de la comunicación. El tono, desde el inicio, es manifiesto: ambos llevan el cinismo anudado a los dientes. Ambos venden todo el pescado enseguida. En un intento por emular a David Mamet o esas películas americanas tipo Los idus de marzo, Cantó pretende evidenciar la corrupción del sistema; si por un instante parece que se guardan alguna carta, enseguida vemos que son grotescamente zafios y que no se resisten a sacar espuma por la boca. Sigue leyendo →
Julián Fuentes dirige esta obra de Andrew Bovell que rezuma realismo mágico y enseñanzas familiares
No solo heredamos unos genes con una información muy precisa de nuestros ancestros, sino que además debemos cargar con la noción de raíz allá donde vayamos. El suelo, el cuadrilátero rodeado por las gradas de espectadores, configura un territorio humano determinado por el árbol genealógico y la peculiaridad de sus ramas: unas florecientes y alguna que otra putrefacta y pendiente de poda. Cuando deje de llover comienza con todos los personajes intentando escapar de la lluvia, pero la tromba es incesante y los paraguas chocan entre sí. En ellos se condensa el tiempo en un espacio indeterminado. Un aquí y un ahora, un aleph borgiano. Sigue leyendo →