Mihura, el último comediógrafo

La vida del célebre dramaturgo se recrea en el Matadero con gran acierto en esta obra firmada por Adrián Perea

Foto de Jesús Ugalde

Presenta Adrián Perea una comedia seria, de largo recorrido, como un auténtico comediógrafo de hoy, como Alfredo Sanzol o Pablo Remón, que son los adalides del género, destinados a permanecer. Discurre fuera de las ínfulas juveniles tan inofensivas y quejosas como aquel Ahora que nos dejan hablar. Interesarse por la biografía de Miguel Mihura, indagar en los orígenes de su más célebre obra y dejar un fresco sobre la vida de los cómicos puede que hoy no resulte demasiado atrayente; pero es en esas investigaciones donde la magia de la creatividad surge de la manera más insospechada. Sigue leyendo

Nada

Obra de Carmen Laforet es adaptada con mucha consistencia dramática, a pesar de sus excesos narrativos, en el Teatro María Guerrero

Nada - Foto de Bárbara Sánchez Palomero
Foto de Bárbara Sánchez Palomero

Lleva Joan Yago unos cuantos años dejando su impronta en el teatro nacional con una insistencia preponderante de la narración; como ya comprobamos con Breve historia del ferrocarril español o, esta temporada, con su peculiar visión del Congreso de Viena en Le congrès ne marche pas. Ahora, con la adaptación de la novela que Carmen Laforet ambientó entre octubre de 1939 y febrero de 1940 se insiste en los procedimientos narrativos. Este hecho, que resulta, desde luego, coherente, supone un lastre para un espectáculo que se alarga más allá de las tres horas de manera innecesaria. Sigue leyendo

Ficciones

La compañía ex_límite continúa su andadura teatral con otra propuesta enormemente sugestiva sobre los límites de la realidad a través del arte

Ficciones - Foto de Carla Maró
Foto de Carla Maró

La gente que está metida aquí viene demostrando su desparpajo y su humor, su desvarío y su pujanza juvenil, en los últimos tiempos. La compañía ex_límite, que tiene su guarida en la sala del mismo nombre en Usera, ha ido entregando proyectos de cierta dimensión como Cluster. Ahora se lanzan con Ficciones, y rápidamente debemos pensar en Borges, el cual también aparece en escena. Dentro del susodicho libro de relatos debemos extraer Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, toda una exacerbación del idealismo frente al materialismo, donde la cabalgata de personajes reales e inventados es tan imparable como nuestra función. «Los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres», afirma en su cuento el escritor argentino. Sigue leyendo

¿Que no…?

Jesús Cracio se atreve a dramatizar en el Matadero el peculiar libro de Raymond Queneau, Ejercicios de estilo

Que no - Foto de Jesús Ugalde
Foto de Jesús Ugalde

Me resulta muy satisfactorio que alguien haya tenido el atrevimiento de traer a colación —ya sería mucho para los tiempos que corren— el libro de Raymond Queneau, Ejercicios de estilo (1947), y que, encima, se haya lanzado a llevarlo a escena. El fracaso, desde luego, estaba garantizado; pero merecía la pena intentarlo hasta donde fuera posible y eso es una valentía. Primero, porque a ver dónde se encuentran hoy en día los apasionados (los frikis) de la retórica, de la literatura literaria, de los juegos de palabras con ínfulas estéticas, de los que se pirran por los espíritus lingüísticos haciendo de las suyas (acaban de reeditar Larva, de Julián Ríos, después de que llevara descatalogada ni se sabe). El formalismo hace tiempo que supone una boutade y como mucho nos encontramos a juguetones como el escritor y librero Carlos Frontera, quien tiene una ingenio inagotable (síganle, por favor) o Vicente Luis Mora, quien acaba de publicar una rara avis, Micronesia. Sigue leyendo

Pasión (Farsa trágica)

Ester Bellver se pone al frente de esta crítica a los nuevos héroes de la sociedad de consumo firmada por el filósofo Agustín García Calvo

Foto de marcosGpunto

La vida deviene paradoja cuando menos te lo esperas y en la misma tarde que asisto a Pasión (Farsa trágica). Iker Casillas, otrora héroe nacional, besuqueador patrio que sujetó en sus manos la copa dorada de campeones del mundo sufre un infarto. En escena, Enrique (recordemos su etimología germánica como ‘jefe de la patria’) aspira a conseguir el «gallo de oro», cuando ascienda la cucaña de la manera más rápida y elegante aprovechándose de sus técnicas animales. En él se focalizan las ilusiones simbólicas del pueblo. Él es el fetiche del orgullo de una sociedad. El deportista como nuevo Aquiles o Hércules, tótem de la fortaleza y el honor de una masa que carece de proyecto vital personal. El aire de farsa enseguida nos remite a lo valleinclanesco y al guiñol lorquiano. La esperpentización de los personajes-tipo, esas figuras bajo el foco expresionista y con el reflejo del público en un espejo deformador de rostros y de cuerpos. Cariz algo infantil. Y propulsión didáctica con cercanía rural, como cuadro viviente de marionetas. Da la impresión de que la cuestión y el argumento no permiten ocupar hora y media; y uno tiende a pensar en una posible pieza ―mucho más breve―, de un retablo. Podemos relacionar esta obra por su tratamiento y por una serie de elementos satíricos y humorísticos, con el trabajo que lleva realizando en los últimos años el Club Caníbal, fundamentalmente con Herederos del ocaso. Para cualquiera que conozca en cierta medida al ¿autor? (siempre un interrogante para él), sabrá que se mueve filosóficamente en la corriente ácrata del anarquismo, muy crítico con el Capital y con el dios Dinero. Sigue leyendo