La compañía Venezia Teatro recurre a la autoficción para indagar en la figura del gran novelista a través de una colección anécdotas vitales
Empecemos por el final y sí, destripemos el final; porque realmente tampoco desvelo nada trascendental. No hay misterio que valga. Pero resulta enormemente paradigmático que, para hacer el juego con el título de la autobiografía de Galdós, es decir, Memorias de un desmemoriado (1915); todo el elenco recite cada una de las novelas, cada uno de los Episodios Nacionales, etc. Básicamente representan la sempiterna acusación que se ha realizado sobre los estudios de literatura en los institutos, o sea, soltar la ristra de fechas y de nombres. La reducción al absurdo, a la inutilidad. Puesto que en los noventa minutos de función no se habla del contenido de ni una sola obra. Apenas se recurre a Electra; pero por las cuestiones derivadas de aquel tremendo éxito. Si hemos de aceptar que este montaje va dedicado a todos los públicos, y que eso incluye a los bachilleres y a los escolares (de ahí las campañas que se han organizado); ¿qué podemos sacar en claro?, ¿cuál es el objetivo que se ha marcado Alma García como dramaturga? Bien está que fuera tu tierra, Galdós es un compendio caótico de anécdotas, de subterfugios y de aledaños que en muy poco sirven para que los neófitos, o sea, casi todos los espectadores, se aclaren con la figura del escritor. Y no por que haya que exigir una biografía dramatizada al uso, por supuesto, sino por la falta de profundidad a la hora de plasmar la dimensión literaria, política y sicológica del novelista. ¿De qué sirve un centenario si no se consigue que los lectores acudan a sus textos? Galdós, vale, ante todo y por encima de todo, por sus novelas y por algunas obras de teatro. Sigue leyendo



No queda tan lejos aquel maravilloso espectáculo que nos ofreció Toni Servillo en el Festival de Otoño de 2009 sobre la Trilogia della villeggiatura condesada en tres horas. Ahora la compañía Venezia Teatro comienza su proyecto de montaje sobre las tres piezas que componen esta «Trilogía del veraneo» que Carlo Goldoni escribió allá por 1761. Deudor de la «comedia del arte», cuando esta vivía su estertor, se propone una transformación del teatro italiano; lógicamente impregnado por el estilo neoclásico de la época con esas intenciones didácticas que subyacen a la delectación. En esta primera comedia titulada Le smanie della villeggiatura, es decir, Los afanes del veraneo o Los desvaríos del veraneo, según la adaptación de José Gómez-Friha, que moderniza la pieza con anacronismos y léxico actual como forma de acercamiento. Además, se ocupa de la dirección, con una meritoria labor.