La compañía Nao d´amores representa la gran tragedia de Cervantes desde una estética austera donde sobresale la música

Muy distinta, desde luego, es esta Numancia de aquella que presentó Pérez de la Fuente en 2016 en el Teatro Español. Ana Zamora ha hecho una apuesta austera, y diría que excesivamente purista en las cuestiones fonológicas. Al espectador le chocará, en primera instancia, que la pronunciación le suene tan «medieval». Más allá de que se ha querido afinar con la «supuesta» forma de pronunciar que tenía Cervantes al escribir su tragedia alrededor de 1585, en un periodo de asentamiento de la lengua y algunos cambios en las sibilantes, por ejemplo, que generan dudas en cuanto a su dimensión regional. Quizás se esté especulando con la pronunciación de algunos sonidos de una manera innecesaria. Da la impresión de que se quiere trasladar el aura medivalizante y renacentista de los habituales trabajos de Nao d´amores. Sigue leyendo
Una de las comedias palatinas más famosas del dramaturgo madrileño es esta que se representa contra viento y marea en el Teatro de la Comedia. Asistimos a un montaje grandioso en medios; tan llamativo en su manifestación escenográfica, como renqueante en el ritmo que ha dispuesto Natalia Menéndez. Quizás el culpable de este freno sea el arbolazo que Alfonso Barajas ha plantado en el medio de las tablas, para ofrecer una ambientación selvática, y propiciar cada uno de los equívocos y escondrijos que se van a suceder. Ciertamente, la propuesta del escenógrafo sería fenomenal si nos quedáramos únicamente con nuestras sensaciones visuales; pues el susodicho árbol se abre pesadamente por la mitad y es desplazado hacia los laterales con cierta molestia. Ese trajín se ha querido edulcorar sacando al elenco vestido de cotorras argentinas a despistarnos con bailecitos; pero ni por esas. Eso sí, son de valorar las enormes puertas con espejo que estilizan muy bien el juego de apariciones y de apariencias. 

