José Carlos Plaza realiza una puesta en escena visualmente atractiva del drama histórico de Buero Vallejo

Que José Carlos Plaza pase de sus Divinas palabras en 2019 a El sueño de la razón (¡Ay, Carmela! entre medias) tiene toda su lógica. La línea Goya y sus Pinturas negras con el esperpento de Valle-Inclán es una concepción que arrastramos en nuestro inveterado tenebrismo. España vive con la permanente sensación de la autodestrucción. Al parecer, en el presente, somos uno de los países más polarizados del mundo (ya se anuncia un documental sobre la cuestión). El intento elitista de Ortega se tornó baldío, la defensa y concreción de una intelectualidad respetada por el resto de grupos sociales resulta una entelequia. Sigue leyendo
Que conozcamos de sobra el desenlace, no quita para que la batalla dialéctica nos dé un impresionante morbo. El resto de personajes pueden quedar en la sombra y en silencio. Los avatares bélicos propician el movimiento de las piezas en la partida erótica, y el erotismo es una máscara aviesa por sujetar un poder muy quebradizo. ¿Quién hace más teatro? ¿Cleopatra o Marco Antonio? Nuestra mirada romántica nos hace crédulos ante tales arrumacos en los primeros instantes; pero ahí se dirime mucho más. En concreto, la supervivencia política. La reina de Egipto había hecho lo propio con Julio César y ahora no tendría inconveniente en volver a «venderse» a otro romano. 


