Victoria

Esta segunda parte de la exitosa Laponia en el Teatro Fígaro se inclina más al drama que a la comedia

Ellos mismos lo afirman en alguna ocasión, nunca segundas partes fueron buenas (excepto El Padrino II). Esta propuesta es la segunda parte de la exitosa Laponia. Los mismos autores ─responsables también de la dirección─, Marc Angelet y Cristina Clemente han pretendido alargar los conflictos culturales entre un finlandés finolis y unos españoles de lo más común. Para ello, nos hemos trasladado hasta la capital del reino para que los tópicos de aquí se intenten imponer con mayor potencia. Pero esta vez la batalla campal no posee tanta enjundia, ni tanta pulla descarnada. Lo que se pierde en comedia, se gana en drama existencial. Sigue leyendo

Una terapia integral

Cristina Clemente y Marc Angelet están logrando con sus comedias un análisis en absoluto naíf de nuestras más afamadas incongruencias. Una terapia integral sitúa al coach-panadero como nuevo sacerdote de almas descarriadas

Una terapia integral - Foto de David Ruano
Foto de David Ruano

Algo que me satisface mucho de las dos obras que he podido ver de Cristina Clemente y Marc Angelet es que son «productos» teatrales de gran valía dentro del circuito comercial, que compiten con mucha inteligencia con montajes de pretendida enjundia que brotan directamente bajo el aura culta de algunos teatros públicos.

Una terapia integral es menos descacharrante que Laponia, su anterior propuesta; pero, a cambio, es más estilosa —desde luego, toda la escenografía de José Novoa, con ese obrador tan detallado, ayuda a captar totalmente nuestra atención—. Es, también, más aviesa sicológicamente y más insidiosa con aquellas estupidizaciones con las que aquellos aspirantes a clase media burguesa han caído, a pesar de su supuesta cultura.

Claro que, tampoco nos pasemos; pues estamos dentro de la comedia moralmente aceptable. Crítica, pero respetuosa incluso con los panaderos, y no tanto con los gurúes modernos; aunque estos, que no van al teatro, porque están en el regodeo de la iluminación eterna, no pueden ofenderse ante nada. Es decir, se dan las exageraciones pertinentes y se fuerza, en ocasiones, una risa a través de un payasismo algo irritante. Sigue leyendo

Laponia

Cristina Clemente y Marc Angelet han escrito una comedia que introduce una gran diversidad de temas en el clásico género del enfrentamiento de parejas

Laponia - Foto de Nacho Peña
Foto de Nacho Peña

Puede que esta obra conlleve unos prejuicios que provoquen reticencias en cierto público. Pero esto es lo que implica que el Teatro Maravillas se enmarque con la etiqueta de «comercial». No obstante, Laponia es una obra que está entre lo mejor que se puede ver ahora mismo —y en los últimos tiempos— dentro de ese género burgués del enfrentamiento entre parejas que tanto abunda en las salas —incluidas las de cine—; de hecho, la propia Tamzin Townsend ya se puso al frente de Un dios salvaje, de Yasmina Reza. La lista de referencias es larga: Los vecinos de arriba, de Cesc Gay, Anfitriones, de Inge Martín, Demonios, de Lars Norén o la catastrófica El peligro de las buenas compañías, de Javier Gomá. Podría seguir; aunque creo que es suficiente como para hacernos una idea de nuestro marco de referencia. Se debe afirmar con rotundidad que el texto de Cristina Clemente (de quien he visto Andrea Pixelada) y Marc Angelet posee ingenio y que se adentra en cuestiones morales de gran enjundia. Sigue leyendo

Andrea pixelada

Teatro comercial y electrizante para representar la vida de una exitosa recomendadora de libros en Youtube

Foto de Kiku Piñol

No podemos descartar la opción de tomar esta obra como una tremenda parodia a ese nuevo submundo de los booktubers, esos prescriptores, esos publicistas (también muy narcisistas), de libros ―la mayoría pseudonovelas rosa o de género fantasy―. Si lo miramos de esta manera todavía podemos sacar algo en claro. Aunque mucho me temo que la comedia Andrea pixelada, sencillamente, quiere mostrar, de manera un tanto alocada, la existencia de una de esas celebridades de YouTube. Hay que reconocer que los vídeos de estos individuos están grabados, muchos de ellos, bajo ese estilo tan electrizante y, diríamos, que agobiante, que cada frase es un eslogan, un lema, una directriz que se enfatiza como si te fuera la vida en ello. Más el aderezo de esas sentencias no aptas para diabéticos con las que abren y cierran su intervención. Y así lo ejecuta Roser Vilajosana, una actriz que arrastra una energía enorme y que demuestra tener grandes dotes para la actuación, pues su expresión es segura y directa y, además, asume con naturalidad la excitación de una muchacha algo endiosada y ególatra. Andrea nos canta su rap con mensajitos floridos y monos, con bailoteo incluido; y, después, nos deleitará con otras intervenciones musicales también con proclamas harto manidas en su gremio. Ya se sabe, que los profesores del instituto mandaban libros coñazo e insoportables y que eso ahuyenta a los futuros lectores. Otra chica que confunde la literatura con los libros. Podíamos por empezar a aceptar que el libro como tal está sacralizado y que el contenido de la mayoría de ellos merece perderse en el olvido. Sigue leyendo