Viejo, solo y puto

Drama agridulce sobre los avatares de dos travestis en una farmacia cochambrosa

Foto de Brenda Bianco

El conjunto ocupa la escena con una soltura soberbia y, aunque algunos personajes no están lo suficientemente trazados, el ritmo de altibajos que imprimen nos llama la atención, a pesar de la insustancialidad que se va apoderando del montaje (las cartas se echan sobre la mesa y ahí permanecen). Comanda la situación Federico Liss, fantástico en su huida hacia delante, adaptándose con astucia a cada uno de los pequeños quiebros del texto, tan asqueroso con las chicas como patético en la búsqueda de cariño; tan distinto a su hermano, que David Rubenstein carga con esa desdicha del futuro divorciado, todo un tipo con aire de perdedor, que ha gastado media vida en sacarse la carrera de bioquímica con la seguridad de heredar el negocio familiar. Por allí, Darío Guersenzvaig, un visitador médico, que el actor toma con la sobriedad casi imposible de alguien que pretende no inmiscuirse completamente y, a la vez, sacar rédito. Finalmente, los dos travestis, Patricio Aramburu y Marcelo Ferrari, buscan redondear y cincelar, dentro de lo posible, el estereotipo; ese vaivén de amargura alegre, de tirar como se pueda, aunque te partan los morros o te soben sin compasión. Creo que no es suficiente con lanzar a estos personajes a experienciar una situación para ellos cotidiana como esta. Vivimos en ciudades y la realidad que se nos plantea no nos resulta ajena; al contrario, cada vez la vislumbramos más en algunas calles, en algunos programas de televisión empeñados en aproximarse a los «apestados»; por eso parece necesario ahondar más en sus peculiaridades, en su biografía, en lo que se esconde debajo de la máscara, porque si no, apenas alcanza a comprometernos. Aquí, Sergio Boris apunta más de lo que expresa, y eso para forjar una atmósfera es una virtud, pero se requiere un desarrollo que nos lleve hacia territorios en los que se pueda cuestionar la problemática. Todo ello no quita para que el dramaturgo haya sabido tejer unos diálogos y, esencialmente, encajar unos posos de silencio, con verdadera maestría, logrando adensar un ambiente, con la escenografía naturalista de Gabriela A. Fernández y la iluminación propicia de Matías Sendón, que se debate entre la ruina y el nihilismo. Sigue leyendo

Mecánica

Una versión cubana del clásico Casa de muñecas, donde el espíritu de Ibsen se deslavaza

Foto de Yasser Expósito
Foto de Yasser Expósito

En la Sala Francisco Nieva del Teatro Valle-Inclán, en la tercera etapa del ciclo «Una mirada al mundo», nos hemos encontrado con una telenovela cubana; y esta apreciación no radica en ningún prejuicio relacionado con el acento. Si la Casa de muñecas de Ibsen ha envejecido a marchas forzadas (nosotros ya hemos tenido una modernización hortera) y se ha quedado arrumbada a un contexto socioeconómico muy definido; la Mecánica de Abel González Melo no es más que un embrollo de personajes inconsecuentes en una trama inverosímil de nuestra sociedad desarrollada. Cualquier caracterización feminista en el nombre de la heroína Nora Helmer, queda aquí aniquilada al convertirla en Nara Telmer, directora suprema de un complejo hotelero, interpretada por Yuliet Cruz, que cumple con el estereotipo de jefa ocupadísima y de rictus insolente, absolutamente concentrada en su deber. La versión va por otros derroteros que, presuponemos, tienen que ver con el recurrente hálito de la ambición, del enriquecimiento y toda esa panoplia de anhelos tan humanos; pero que, en realidad, terminan por manifestar un lío amoroso en el que todos los intervinientes, sin excepción, se ven envueltos (y eso que son hasta cinco). Es el heredero, Olvaldo Telmer, el que se puede permitir vivir ocioso, dedicando sus horas a navegar por internet; Carlos Luis González lo encarna melosamente, aportándole a su papel cierto equilibrio que se desbarata al desenlace de forma exagerada. La obra se divide, al igual que el texto original del dramaturgo noruego, en tres actos. Sigue leyendo

Les larmes d’Oedipe

Un tedioso Edipo en Colono completa el ciclo de tragedias sofocleas bajo la interpretación de Wajdi Mouawad

Foto de Pascal Gely
Foto de Pascal Gely

Seguramente solo se puede entender este montaje de Wajdi Mouawad como el episodio final de su megaproyecto de subir a escena las siete tragedias que conservamos de Sófocles. Un atrevimiento loable donde, a sus incursiones sobre los dos héroes Áyax y Edipo más las propuestas sobre las mujeres Las traquinias, Antígona y Electra, se le suman ahora Filoctetes y este epílogo sobre el desastrado rey moribundo en Colono. Uno se imagina asistiendo a la representación de las seis primeras y tragándose este desenlace embebido por la ruina; pero estas «lágrimas» carecen de la autonomía suficiente como para extenderlas durante una hora y cuarenta cinco minutos. Uno acoge con entusiasmo al pobre ciego Edipo acompañado por su hija Antígona a las puertas de Atenas en las tierras de Colono; y toma con agrado que un visitante del siglo XXI llamado Pericles los reconozca como si fueran Quijote y Sancho, y que les cuente que durante las manifestaciones de la crisis económica y social griega del 2008, el joven Alexandros haya resultado herido por la policía. Nos balanceamos sincrónicamente entre las dos historias, entre esas dos muertes paralelas de dos hombres caídos en desgracia. Cuando el muchacho fallece, según se nos relata, la reiteración, la parsimonia y el tedio se apoderan de la escena. Sigue leyendo

De vânzare / For sale

Una potente muestra en escena sobre la ocupación de tierras en Rumanía por parte de grandes empresas

de-vanzare-for-sale-fotoDe vânzare / For sale forma parte del Programa Teatrul Odeon de Rumanía, incluido dentro del ciclo «Una mirada al mundo» del Centro Dramático Nacional. Una obra que se presentaba a continuación de otra, Contra democraţiei, del autor barcelonés Esteve Soler y, a cargo, también, de los rumanos. Pero como uno, en este mundo que vivimos, no sabe en qué momento comienzan las funciones, quise pensar que todo estaba hilado. Poco antes de empezar, mientras descansábamos nuestras neuronas de tanta proclama política, se nos fue repartiendo en el guardarropa un aparatito para poder seguir la traducción simultánea. Los setenta espectadores nos fuimos situando en una improvisada cola, hasta que descubrí que las cordiales responsables de sonido, nos reclamaban alguna identificación, «algo en prenda», decían, «el carné de identidad, por ejemplo», «yo no tengo el carné de identidad», respondí, «pues déjanos, algo: el abono transporte, una tarjeta de crédito, las llaves de tu casa», «yo no tengo nada, y las llaves no te las pienso dejar». Me aparté a un lado hasta que se resolviera el conflicto mientras los dóciles asistentes iban dejando su DNI, su Visa y, como pude comprobar, hasta las llaves de su propia casa, para que le entregaran el jodido chisme (supongo que de un precio inimaginable). Sigue leyendo

Contra democraţiei

El Teatrul Odeon de Rumanía presenta el texto político de Esteve Soler sobre la esquizofrenia del sistema

Foto de Mihaela Marin
Foto de Mihaela Marin

Regresa el ciclo «Una mirada al mundo» al Centro Dramático Nacional, esta vez ha comenzado con dos obras muy distintas, dentro del Programa Teatrul Odeon de Rumanía. Aunque curiosamente, lo que nos encontramos es un texto escrito por el barcelonés Esteve Soler (1976), Contra la democracia (2010) (subtitulada «7 obretes de Grand Guignol») y que pertenece a una trilogía en la que se incluyen: Contra el progreso (2008) y Contra el amor (2009). Teatro político y, por lo tanto, problemático en el sentido de que compete y acucia al poder. ¿Está en las butacas sentado el público a quien debe dirigirse primordialmente esta proclama? La respuesta tajante es No. Este es un teatro inútil, este es un teatro de por un oído me entra y por otro me sale. Es un teatro integrado en el sistema y este se ríe de los planteamientos de cualquier dramaturgo que ose plasmar su mensaje en los carriles diseñados ad hoc para canalizar las indignaciones. Hablamos de Madrid, de 2016, del Teatro Valle-Inclán, de unas setenta personas, de espacios libres, de precios poco populares, de un respetable del que sería muy sencillo realizar un estudio sociológico. ¿Se habrá planteado Soler que, quizás, en una angustiosa ironía, su teatro vale para justo lo contrario de aquello para lo que se destina? Sigue leyendo