Tarántula

Un thriller escrito y dirigido por Tirso Calero, donde todo el suspense queda arruinado por la retahíla de explicaciones

Cada vez que la sacrosanta norma literaria de no dar explicaciones (nunca dar más de las estrictamente necesarias) se incumple, se anuncia el desastre; cuando se incumple hasta límites insospechados, llega la hecatombe. Ni a un niño se le desmenuza tanto un argumento. Tarántula aspira a ser un thriller teatral; no obstante, el suspense queda deshilachado en el largo epílogo verborreico. La tensión esperada en el transcurso de la función contiene claros errores de dirección. Tirso Calero es, ante todo, guionista de televisión (Amar en tiempos revueltos, Cuéntame…) y ha debido creer que el lenguaje teatral es absolutamente distinto —y en gran medida lo es, por supuesto—; pero sigue siendo un lenguaje audiovisual. Es decir, si algo queda mostrado, no debe ser contado. Las redundancias son desconsideraciones a la inteligencia del público y, de estas, se dan muchas en este montaje. Sin ir más lejos, la película de 1967, Sola en la oscuridad, dirigida por Terence Young y protagonizada por Audrey Hepburn —su imagen aparece, además, en un retrato pop dentro de la escenografía—, se nos viene en seguida como referencia. Sigue leyendo

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Lulú

María Adánez da vida al prototipo mítico de la femme fatale en un montaje carente de ambición dramatúrgica

Únicamente por razones de producción puedo justificar un montaje tan desatinado en ritmo y persuasión como el que presenta el tándem Bezerra-Luque, a los que avalan trabajos como El señor Ye ama los dragones, El pequeño poni o Dentro de la tierra. No resulta aceptable que se quiera finiquitar en poquito más de una hora un planteamiento que prometía desmontar el mito de la femme fatale recurriendo a un cuento de ambiente rural y contemporáneo trufado de símbolos que se iban configurando en una asequible alegoría. Consumen el tiempo como si se les hubiera negado algo de margen y no quedara más remedio que lanzar a sus personajes a resumir y explicar una historia que no llega a representarse en su totalidad. Y reconozcamos que la propuesta parece inicialmente muy interesante y atractiva. Puesto que se logra una atmósfera propicia gracias a la sencilla (más de lo habitual), pero efectiva escenografía de Monica Boromello, con un fondo repleto de manzanos que dan profundidad; y, sobre todo, con la iluminación de Felipe Ramos, que acierta a configurar los ambientes idóneos para resaltar lo luminoso en contraposición a la penumbra que se aproxima. Sigue leyendo

Danny y Roberta

Intenso drama sobre el fugaz encuentro de dos seres alimentados por el rencor y por la angustia de vivir

Foto de David Sagasta
Foto de David Sagasta

Los protagonistas creados por John Patrick Shanley son tan insoportables, llevan en sí tantos odios colgados, que únicamente pueden establecer contacto con gente en su misma situación; individuos que soporten la agresiva expresión del otro y la comprensión de su amargo rencor. Desde luego, son la combinación perfecta para una fusión nuclear; en absoluto se puede afirmar que son tal para cual, sino todo lo contrario. Se hacen daño a sí mismos y se harán daño, y mucho, entre ellos. Necesitan una cura profunda, antes de permitirse una sana relación amorosa. Quizás comienza la obra demasiado arriba, si Danny es bravucón, Roberta es arisca; cuesta, en un primer instante, creerse que unos tipos como estos puedan entablar la más mínima conversación y, por eso mismo, el ambiente que propician parece algo forzado. Algunas de sus revelaciones, tanto él contando que seguramente haya matado a un hombre de una paliza; como ella, relatando una felación a su padre (algo que por lo visto soltaba por primera vez) se muestran algo inverosímiles. Vamos demasiado rápido, aunque se quiera reflejar precisamente esa impetuosidad de unos amantes inconsecuentes. Sigue leyendo