Feriantes

Teatro-documento para recrear el mundo de las ferias, sus gentes y sus atracciones en la historia de España

Feriantes - Foto de Luz Soria
Foto de Luz Soria

El mundo de los feriantes cobró relevancia no hace muchos años debido a la exitosa novela de Ana Iris Simón. Ahora, los componentes de El Patio documentan la vida de algunos de estos currantes. Seguir los avatares de estos nómadas resulta emocionante. Toda esa gente que ha recorrido el país de punta a cabo, que ha vivido épocas verdaderamente duras en España. De hecho, de muy buena manera se toma como referencia a la familia Ducal. De cómo el padre, un gran carpintero, y su esposa, se las tuvieron que ver durante la posguerra para sacar adelante a sus seis hijos. Así, el hambre contribuyó en gran medida a aguzar el ingenio para hacer negocio con juegos, con peripecias y con extravagancias.

A partir de una serie de grabaciones (reconozcamos que no se escuchan con suficiente claridad) se va delineando el ambiente, el tráfago, las preocupaciones y todas esas peculiaridades de estos intrépidos. Maquetas de algunas atracciones, cachivaches, muñequitos y un montón de fotos sirven para reflejar un oficio pionero en la actividad humana que más permea la sociedad actualmente: la distracción, el entretenimiento permanente, la desconexión lúdica de la realidad,…

Creo que es un montaje que debería compensarse con algo más de entusiasmo. En este sentido, es meritorio la labor que han realizado con el texto Julián Sáenz-López junto a Izaskun Fernández; sin embargo, la narración de los acontecimientos requeriría más ritmo, vivacidad y júbilo. Se tiende en exceso a la melancolía y no me parece que eso permita traducir el verdadero fondo de una feria que, al fin y al cabo, es la diversión. En cualquier caso, hay que insistir en que la dramaturgia se desarrolla con un brioso perspectivismo, un collage de momentos que nos atraen con todo tipo de curiosidades, de entresijos y, también, de desgracias. Y es que hablamos de gentes que se pasaban el día en la carretera y esto conllevaba más posibilidades de accidente (como así ocurrió fatalmente en más de una ocasión). Por ello, Diego Solloa aporta un tono más sentencioso, con su swing maduro, cuando canta el «Twist and Shout» de los Beatles o, después, con mucho aire retro, «Mi caravana», de Roberto Berki y Fernando Sedano. Contrasta con el rostro risueño de Alejandro López, quien nos deleita con su quejío, y con esa agilidad para concitarnos al descubrimiento de todas esas maravillas. Porque no faltan ejemplos de todos esos «caballitos», de esos shows que nos remiten al Freaks, de Browning o a El callejón de las almas perdidas, de Guillermo del Toro. Rarezas que en esta propuesta se representan a través de un morboso espectáculo sobre un asesino estadounidense. Ya sabemos, el ilusionismo, la magia, el cine y todo ese embrollo de singularidades destinadas a un pueblo que no tenía, ni por asomo, el bagaje audiovisual que hoy atesoramos. La ingenuidad del público favorecía la fascinación.

El aspecto es ciertamente hípster, es inevitable, pues algunas revalorizaciones de lo artesanal en nuestra contemporaneidad han propiciado una moda. Así que nuestros tres intérpretes nos pueden dar la impresión de ser unos chicos estilosos, más que unos esforzados operarios que debían montar y desmontar sus ingenios (días para «empaquetar» la noria), y pasarse a la intemperie tropecientas horas. Cero comodidades. Estas sensaciones se transmiten con mucha delicadeza a través de la escenografía. Verdaderamente de lo mejor. Un estaribel repleto de recovecos, de maderos que se cruzan, de ventanas que reaparecen, de elementos móviles que se desplazan a través de mecanismos rústicos. Cómo no afirmar que tiene encanto y que nos remite a periodos más románticos (o romantizados) que se alejan de esos detalles más deslucidos de las ferias de las últimas décadas (el polvo, las fanfarrias a todo trapo, la ¡¡chochona!! o cierto cutrerío en los premios de aquellas casetas de tiro a lo que fuera), aquellas que compiten con los fascinantes parques de atracciones o con las estetizadas experiencias que se organizan durante las navidades cargadas de preciosas lucecitas.

Una pieza breve y entrañable, que quizás discurre con algo de candidez, con una mirada edulcorada de un trabajo más penoso de lo que aquí se refleja. Por eso el contraste no es tan acentuado, entre el jolgorio, la alegría de los clientes y el agotamiento de quienes nunca han tenido vacaciones. De todas formas, es atrayente y merece la pena contemplarla mientras se rememoran instantes de gran fruición.

Feriantes

Creación: El Patio Teatro

Texto y dirección: Izaskun Fernández y Julián Sáenz-López

Reparto: Alejandro López, Julián Sáenz-López y Diego Solloa

Escenografía e iluminación: El Patio Teatro

Vestuario: Martín Nalda y Amparo Cámara

Música: Nacho Ugarte

Construcción: El Patio Teatro

Fotografía: Luz Soria

Tráiler: Macarena Díaz

Diseño de cartel: Equipo SOPA

Producción: Centro Dramático Nacional y El Patio Teatro

Teatro María Guerrero (Madrid)

Hasta el 28 de enero de 2024

Calificación: ♦♦♦

Puedes apoyar el proyecto de Kritilo.com en:

donar-con-paypal
Patreon - Logo

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.