La cantante calva en el McDonald´s

La Compañía Hongaresa celebra dos decenios sobre los escenarios con la peculiar mirada al clásico de Ionesco

la-cantante-calva-en-el-mcdonald-fotoHan pasado veinte años desde que se estrenara esta intervención brusca en el texto de Eugene Ionesco. Por aquel 2006 ya se había popularizado la exitosa expresión de George Ritzer: Mcdonalización de la sociedad (título de su ensayo) y el tiempo no hacía más que darle la razón. El taylorismo y el concepto de «jaula de hierro» propiciado por Max Weber se aplican a nuestro modus vivendi de forma avasalladora. En dos décadas diríamos que el asunto se ha complejizado aún más y que la susodicha hamburguesería seguramente no sea ya el epítome de nuestro mundo hiperenlazado. La red y el ansia por compartir nuestras anodinas experiencias han trasladado el foco de atención hacia los mentideros virtuales en ciento cuarenta caracteres. La cantante calva en el McDonald´s ha envejecido levemente, aunque su modelo sigue ahí para recordarnos que nuestra vida puede ser happy (sobre todo happy meal). Es el lugar más convencional del planeta y en el que se dan cita los triviales amantes: el Sr. Martin, un bróker llegado directamente de Alcohólicos Anónimos, interpretado por Pep Ricart; y la Sra. Smith, una pintora de cierto éxito, aunque su depresión la lleve a infravalorarse constantemente, encarnada por Lola López. A pesar de algún momento de duda, resuelven con ese distanciamiento y artificiosidad que favorece el propio espectáculo, con la intencionalidad de hospedarse en el absurdo; aunque no sea tan acentuado en esta versión en la que se atisba más la crítica ante la palpable ridiculez de nuestra sociedad de consumo. El alejamiento respecto a Ionesco es tal que hasta la cantante calva se persona en el local en forma de soprano italiana, de mano de Mafalda Bellido, quien aumenta la sensación de asombro y horterismo impelida a cantar tras los «Cumpleaños feliz» que suenan por megafonía. Sus gestos parecen de guiñol, como si fuera una marioneta o un autómata que se activa según las instrucciones del mecanismo. Después, la actriz dará vida también a Mary, la antigua sirvienta de la Sra. Smith. Más adelante entrará en escena Marcos Sproston, quien se hará cargo del bombero, alguien que representa nuestra actual obsesión por la seguridad y que ha llegado allí por un aviso de bomba, y que aprovechará para dudar de esa señora extranjera tan sospechosa. En definitiva, todos los actores tienden gestualmente hacia esa muñequización de los seres que pueblan una tierra que promueve la producción en cadena. Unos individuos que irónicamente son encuadrados por el propio Señor McDonald: «el mundo se divide entre aquellos que cada día recogen sus bandejas y aquellos que no. Y el día que nadie recoja su bandeja, ese día el mundo habrá desaparecido tal como lo conocemos ahora». El orden está establecido y la amenaza del caos subyace en una situación mucho más pueril que el original de Ionesco; es más, el texto de Lluïsa Cunillé y la dirección de Paco Zarzoso se acercan tendenciosamente a reflejar unos estereotipos del humano contemporáneo que, desde mi punto de vista y como ya he afirmado en otras ocasiones, es bastante reduccionista y hasta maniqueo. Incluso, la escenografía de Damián Gonçalves, más que intentar reproducir los actualmente estilosos establecimientos de la cadena americana de comida rápida, bien parece un jardín de infancia al que acuden los niños a celebrar sus cumpleaños y a gritarlo por los altavoces para que todo el personal lo sepa (hoy toda la gente lo sabe gracias a ese diminuto amiguito que nos acompaña a todas partes). Nuevas religiones para el adocenamiento; pero también abertura de espacios que no hace tanto eran inaccesibles y por los que podemos escapar en busca de una libertad siempre inasible completamente. Eso sí, es necesario estar atento; si no, las consecuencias las tenemos encima del escenario.

La cantante calva en el McDonald´s

Autora: Lluïsa Cunillé

Director: Paco Zarzoso

Reparto: Pep Ricart, Lola López, Mafalda Bellido y Marcos Sproston

Espacio escénico e iluminación: Damián Gonçalves

Vestuario y caracterización: Josán Carbonell

Composición musical: Jesús Salvador «Chapi»

Diseño de cartel e ilustración: Marta Pina

Fotografía: Jordi Pla

Producción: Cia Hongaresa

Sala Cuarta Pared (Madrid)

Hasta el 28 de enero de 2017

Calificación: ♦♦♦

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