Casa

Lucía Miranda continúa su experimentación con el teatro documental verbatim para abordar caleidoscópicamente nuestra relación actual con el acceso a la vivienda

Casa - Foto de Javi Burgos
Foto de Javi Burgos

Ya que en los últimos años hemos asistido a varios proyectos basados en el teatro documental verbatim, podríamos distinguir un procedimiento más estricto y otro más entreverado por la dramaturgia. Al primero correspondería Port Arthur, obra que recrea milimétricamente el interrogatorio de un asesino; mientras que al segundo se ajustaría Lucía Miranda con Fiesta, fiesta, fiesta, donde trataba los conflictos de la chavalería en los institutos, y la propuesta que ahora nos compete. La dramaturga se impone toda la parafernalia investigadora, muy propia del periodismo, para recabar testimonios que trasladará tal cual a la escena. Esto es un truco, evidentemente, como bien sabe cualquier periodista, publicista o marrullero profesional. Sigue leyendo

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Bodas de sangre

Pablo Messiez acerca este clásico al presente para ofrecer una perspectiva más sensual y luminosa

Foto de marcosGpunto

Si las tragedias de Lorca tuvieron en su momento validez literaria y contemporánea, fue porque el poeta granadino supo traer a sus textos historias auténticas —como habían hecho Lope o Calderón—, que recordaban aquellas pulsiones de los hombres que aún conciben la justicia y el honor como valores que deben obtenerse en la lucha inmediata, salvaje, sin la mediación de estructuras políticas propias de la civilización. Acercar Bodas de sangre al presente posee unas complejidades conceptuales enormes. ¿Quién se mata hoy a navajazos porque te roban la novia en el altar? Desde luego, no los personajes que nos encontramos en escena, que ya no pueden ser individuos que viven en cuevas, que pertenecen a la España profunda, a la Andalucía anclada en un pasado tan remoto como primitivo. Hacer que en la actualidad esos tipos puedan llegar a tal determinación, implica llevarlos a un punto de excepcionalidad que sí que contiene este drama, y que sí que resulta aceptable a nuestros ojos. Es decir, la inquina familiar, el odio macerado durante los años y la excusa perfecta para que la rabia se libere sin remisión El teatro lírico de nuestro malogrado dramaturgo eleva a sus personajes a la categoría de arquetipos. Sigue leyendo