Fuenteovejuna

Rakel Camacho y María Folguera ofrecen una adaptación de la tragedia lopesca repleta de brutalidad y de feminismo grandilocuentes

Foto de Pablo Lorente

Salirse del falso suvenir debe resultar ineludible si verdaderamente se anhela mantener vivo un clásico. Ya asistimos con frecuencia a montajes más ajustados al paradigma (Fuente Ovejuna, de la propia Compañía); aunque también alguno contemporáneo dirigido, por cierto, por una mujer, Marianella Morena. Habrá que insistir, cada poco, que nosotros no acudimos a un corral de comedias ─ni siquiera en Almagro─, si no a un teatro a la italiana en una ciudad del presente. Somos un público muy distinto, por eso tenemos una mentalidad que nos permite ir más allá de la mirada ofrecida por Lope de Vega, quien era deudor de esas gentes diversas en su estatus, pero ahormadas por una moral mucho más definida que la nuestra. Sigue leyendo

Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro

El Club Caníbal ofrece un episodio más de la estupidez ibérica en un espectáculo tan gracioso como sesgado políticamente

Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro - Foto de Vanessa Rabade
Foto de Vanessa Rabade

Tengo en mente dos referencias cuando me aproximo a este espectáculo. Por un lado, claro, la trilogía Crónicas ibéricas (este último montaje podría ampliar el proyecto a tetralogía) que estaban compuestas por Desde aquí veo sucia la plaza, Herederos del ocaso y Algún día todo esto será tuyo. Hechos verídicos de nuestra historia, repletos de picaresca, cutrerío, barbarie y todo ese folclore tan propio. La sátira y la farsa que han puesto al Club Caníbal como adalides de un estilo berlanguiano, que se actualiza con la parodia más desenfrenada para situarnos frente al espejo cóncavo. Sigue leyendo

Alfonso el Africano

El Club Caníbal realiza su montaje más sólido para desbravar a los Borbones a través de una biografía satírica de Alfonso XIII

Alfonso el Africano - Foto de Luz Soria
Foto de Luz Soria

El retablo valleinclanesco que están perfilando los del Club Caníbal va a lograr que el esperpento supere el reflejo deformado de los espejos cóncavos y se nos estampe en los morros. Siempre ya el tema de España y nuestra insuperable ranciedad de fondo. Ni falta hace que algunos episodios de nuestra historia se caricaturicen. Las obras futuras de estos dramaturgos ya se están escribiendo, y de este Alfonso el Africano es fácil imaginar una segunda parte, una vida paralela que habrá que observar con suficiente distancia para que no nos sintamos demasiado estúpidos. Sigue leyendo

Herederos del ocaso

Un fraude paralímpico se muestra como crónica ejemplar de nuestras miserias patrias

Foto de Nerea Castresana
Foto de Nerea Castresana

El Club Caníbal continúa sus andanzas por nuestro carpetovetónico lema: «Esto solo pasa en España», tan propio de la tradición picaresca. Esta segunda parte de sus Crónicas ibéricas mantiene la estética rancia de su anterior trabajo, Desde aquí veo sucia la plaza, que marcó una dirección y un estilo humorísticos a tener en consideración. La dificultad para mantener el nivel y garantizar las expectativas ha sido máxima. Esta vez, con Herederos del ocaso, partían de aquel bochornoso fraude ocurrido en los Juegos Paralímpicos de Sidney 2000, cuando diez de los doce jugadores del equipo de baloncesto no presentaban ningún grado de discapacidad y fueron descubiertos después de que se alzaran con el oro. Es considerado uno de los mayores engaños del deporte mundial. Sigue leyendo

Desde aquí veo sucia la plaza

Una obra sobre los atavismos impenitentes de la historia española sobre la escena del Teatro del Barrio

Foto de Nerea Castresana
Foto de Nerea Castresana

Comencemos por el principio. Desde 2002 no se tira ninguna cabra del campanario del pueblo zamorano de Manganeses de la Polvorosa (no confundir con Manganeses de la Lampreana que se sitúa a 50 km). Cuando se tiraba, el animal caía sobre una manta y después se recuperaba del susto triscando por el monte. De los años 90 para acá, esta tradición se ha convertido en el ejemplo máximo de la burricie española, y a los zamoranos, por extensión, en su paradigma. Hoy en día continúa utilizándose en ciertos dichos. Partiendo de que me parece estupendo que los quintos ya no hagan de las suyas, resultaba y resulta irrisorio que en una nación donde se le arranca la cabeza a gansos, gallos y otros animalejos, donde el toro, en casi todas sus variedades tauromáquicas, es maltratado y, en muchos casos, asesinado, se tome el «salto de la cabra» como el summum de lo cateto. Pero esta solo es la anécdota en la que se apoya Chiqui Carabante para construir un libreto que se adentra en el espíritu de los tiempos ibéricos. Los temas y recovecos en los que se profundiza señalan y significan realidades de nuestra cultura que seguramente provocan risa (y mucha) porque se contemplan en una sala de teatro donde los urbanitas nos regodeamos con la planicie mental de los rurales. Con otro público, ya veríamos lo que iba a ocurrir; porque la obra puede, entonces, llegar a ser algo muy serio. Sigue leyendo