La fiesta del Chivo

Juan Echanove y Lucía Quintana se ponen al frente de esta adaptación de la conocida novela de Mario Vargas Llosa

La novela de Mario Vargas Llosa, una de las buenas; aunque no de las mejores, no es complaciente con el hecho histórico que pretende criticar y desbrozar. La adaptación de Natalio Grueso, sí lo es. El objetivo parece inequívoco: entregarle al público la versión teatral de la obra de un Nobel, despojándola de la complejidad literaria (un manejo del tiempo en constante vaivén, tramas que se entreveran, personajes dibujados hasta el mínimo pormenor, una riqueza léxica inconmensurable y una tensión sostenida que va desde lo íntimo al acontecimiento trágico y político) y construyendo un texto cargado de explicaciones antidramáticas. Cada escena parece una lección de historia sobre la República Dominicana y la dictadura de Trujillo. Enseguida nos damos cuenta de que el versionista ha decidido cargarse uno de los hilos conductores, aquel que va desentrañando el atentado que algunos conspiradores organizaron para acabar con El Jefe (este aspecto se resuelve desastrosamente con unas imágenes que casi son un pim pam pum sin importancia). Así que todo se centra en Urania, la hija de Cerebrito, el senador Agustín Cabral (hombre de confianza en el trujillato). Lucía Quintana tiene la difícil papeleta de representar a la mujer madura que regresa a Santo Domingo ―ella hace tiempo que se ha exiliado a Estados Unidos, para desarrollar una exitosa carrera profesional―, a encararse con su padre, con sus tías y con el pasado que inapelablemente ha determinado su torturada personalidad. Sigue leyendo

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Escena: Fin de temporada 2014-2015

Repaso a las mejores obras teatrales que hemos podido disfrutar en las salas madrileñas

Escena de InvernaderoLa burbuja teatral en Madrid no para de hincharse, uno ya es incapaz de contar cuántas salas se abren y en cuántos lugares se monta una obra buscando llamar la atención de un público que ya no sabe dónde acudir, y que no se puede repartir más. Si no se adopta una estrategia efectiva (debe pasar por la pedagogía, por construir nuevos espectadores) el pastel no va a dar para tanto. Pierden los actores en sus derechos laborales y pierde el teatro en esa complacencia por agradar y buscar el éxito a cualquier precio. El filtro se ensancha y muchos textos se representan de cualquier manera. Otro tema que las pequeñas salas no deberían dejar pasar por alto es la comunicación. Sigue leyendo

El loco de los balcones

Fallos de estructura en El loco de los balcones, tercera obra del Nobel sobre los escenarios en los últimos años

el-loco-de-los-balcones-teatro-espanol-hoyenlacity-dentro-1-1024x799La obra comienza con el profesor Brunelli subido a uno de los balcones que trufaban Lima aún en los años 50 y que durante gran parte de su vida se ha dedicado a proteger, a defender frente a las autoridades y los nuevos arquitectos. Su cometido es puro romanticismo; su empresa, por lo tanto, está destinada al fracaso desde el primer instante y, ya se sabe, al final los daños colaterales resultan impredecibles. Como bien le gusta a Vargas Llosa, la narración de los hechos juega con el tiempo entre un presente de desesperanza y un pasado en el que transcurren sus andanzas en pos de esa lucha titánica por preservar el patrimonio local. Desde mi punto de vista, la obra fracasa en la estructura, aunque paradójicamente el premio Nobel sea un maestro en estos cometidos; pero, mientras el protagonista se deleita en exceso, fundamentalmente en la primera parte Sigue leyendo

Los cuentos de la peste

Mario Vargas Llosa se sube al escenario como un actor más en su obra sobre el Decamerón

cuentos_peste_escena_05Uno accede al Teatro Español y luego penetra a través de los vomitorios y se encuentra con la peste en un caballo y una fuente muerta en el centro, donde debían situarse las butacas. Aquel espacio nunca antes ha sido tan acogedor, recrea un ambiente mágico, un lugar que debe dar cabida a la transición entre el Medievo oscuro, pero también lúdico, y el Renacimiento que debe iluminar el futuro recogiendo las esencias del pasado clásico. Luego comienza la función y aparece Mario Vargas Llosa para empujarnos hasta la Villa Palmieri.  Sigue leyendo

Kathie y el hipopótamo

Magüi Mira dirige a Ana Belén en una obra de Mario Vargas Llosa, donde despliega todos sus recursos interpretativos

KathieDos mundos antagónicos se enfrentan en escena: la burguesía limeña encarnada en Kathie y la decadencia marxista que sostiene el profesor universitario Santiago Zavala. Ambos se han encontrado en una buhardilla parisina en su madurez, pero los dos han realizado un viaje vital que reverbera entre un pasado lleno de sueños y ambiciones, y un presente cínico, ficticio y disuasorio. Ese vaivén de tiempos (la juventud de Kathie, sus pretendientes, su matrimonio tempranamente fallido o la decepción que sintió Santiago por su mujer o sus proyectos inconclusos) y de espacios (Egipto, Lima, París) provocan una coreografía tremebunda de conversaciones cruzadas donde las inquisiciones de uno son las revelaciones sorpresivas de un enamorado veinte años antes, por ejemplo. En definitiva, una característica faulkneriana de la escritura de Vargas Llosa. Sigue leyendo