Luis Luque lleva al escenario un ramillete de microensayos de Javier Gomá a través de un amable montaje
Foto de Geraldine Leloutre
Difícil es trasladar estos microensayos de Javier Gomá Lanzón. El autor, que en los últimos tiempos ha estado embarcado en distintos proyectos teatrales (Inconsolable, El peligro de las buenas costumbres,…), especula, crítica y se deja, incluso, llevar por la estupefacción cuando observa el devenir de sus compatriotas, allegados y demás gentes de nuestra sociedad. Aunque no se fija demasiado en personas que se las ven y se las desean para llegar a fin de mes y que tienen, debido a ello, conductas y hábitos más controvertidos. Sigue leyendo →
Una asepsia sicótica sirve para envolver esta adaptación del ya clásico de Genet, con unas soberbias actuaciones de sus intérpretes
Foto de Jesús Ugalde
La obra de Jean Genet, no nos paremos a recordar su vida carcelaria, o la versión de Splendid´s que pudimos ver hace un lustro, continúa estremeciendo y debe ser un aldabonazo para aquellos abnegados que se arrodillan ante sus estupendos jefes. Paco Bezerra se ha inmiscuido en el texto del francés para lograr que la fuerza oratoria cobre nuevo vigor. A su vez, Luis Luque ha dirigido este montaje con sádica exquisitez en la gama de los contrastes. Ambos ya ocuparon esa sala del Matadero para descubrirnos El señor Ye ama los dragones. A priori, el argumento no entraña gran complejidad, dos criadas en un hogar burgués (imaginamos) juegan a envestirse de su señora, y a maltratarse igualmente. La dialéctica del amo y del esclavo hegeliana hace aparición; pues ellas se constituyen a través del deseo de su señora, es decir, esta requiere del deseo de sus siervas para determinarse como dueña; mientras que ellas, en inferioridad, necesitan sentir su utilidad. Está claro que esas dos criadas alcanzan la categoría de lo alegórico. En ellas no está su vida particular, sino su condición de siervas y proveedoras de un sistema, de una estructura desesperantemente sisífica. Solo a través del mal, de la rebelión, puede uno liberarse de esas cadenas tan opresoras. Será aceptable moralmente si el objetivo es la libertad, será deleznable; si la búsqueda es ocupar el puesto fustigador de los señores. Lo interesante es comprobar que no han sucumbido totalmente a la alienación; aunque, por ejemplo, Claire demuestre su acatamiento y su debilidad cuando está frente a la señora con la tisana deletérea. Sigue leyendo →
Sube a escena la obra de Paco Bezerra sobre los invernaderos almerienses, a través de la mirada de un joven fantasioso
Foto de marcosGpunto
Ante todo, se plasma en esta obra galardonada en 2009 con el Premio Nacional de Literatura Dramática, una atmósfera; ya de por sí viciada por la confluencia de múltiples elementos, como se verá, que es observada, además, por una contemplación evasiva y enloquecida que nos remite más al sueño que al raciocinio. La huerta almeriense, cubierta de plásticos, es, auscultada desde fuera, un paraje artificioso al que sabemos que acuden muchos inmigrantes africanos. También es el lugar con menos precipitaciones de Europa y, a la vez, el que genera unas cosechas de números exorbitantes. La implementación de técnicas de cultivo, y eso incluye el uso de insecticidas («Los insectos se inmunizan y crecen hasta el triple de su tamaño»), han propiciado una ingente riqueza a muchos agricultores de la zona. Aquí precisamente nos encontramos a una familia, integrada por un padre y sus tres hijos, que ofrecen comportamientos antiguos, modales que remiten a esa presión social propia de sociedades rurales encerradas sobre sí. El auténtico protagonista, Indalecio (como el santo patrón de Almería o como el indalo), vive inmerso en sus historias, es un escritor que no conserva sus relatos por escrito, sino que los deja cocer en su cabeza. Es el menor de los tres hermanos, un muchacho fantasioso que se cuela en los invernaderos de su padre para divagar en sus cuentos. Sigue leyendo →