Señora Einstein

Teatro Defondo recrea la desgraciada vida de Mileva Marić, la científica y primera esposa de Albert Einstein

Vivimos en una época de reconstrucción y desmontaje, de revisión y de ataque. Acciones que pueden ser nobles y que pueden traernos a la memoria tropelías que se hayan cometido contra las mujeres. Varias de ellas han caído en eso que se denomina efecto Matilda. Algo de esto puede haber en el caso que nos ocupa.

La lástima de estas obras de teatro está en que se quiere aunar el mensaje hacia los adolescentes, e instruirles, con el de los adultos. Uno puede entender que, si la platea está repleta de escolares y de bachilleres, se les vayan concretando las diferentes costumbres europeas, incluso en el nivel académico, que operaban a principios del siglo XX. Pero es difícilmente aguantable que, en cada frase, sobre todo en el primer tercio de la propuesta, se insista en que nuestra protagonista se tuvo que desenvolver en un mundo de hombres como una pionera. Si ya le añadimos algún chistito sobre el «sexo débil», entonces, ya es el remate. La pregunta siempre es la misma, ¿puede el espectador mínimamente educado asumir lo que ocurre por la simple constatación de las consecuencias? Evidentemente, sí. Pues lo vemos en el reparto de las tareas del hogar y en el cuidado de los hijos, en renunciar a tu carrera profesional para favorecer la de tu marido y en otra serie de aspectos. Más peliagudo es el tema acerca de si verdaderamente nuestra física participó directamente en la elaboración de la celebérrima teoría de la relatividad y en otras investigaciones. De más está decir que fue, al menos, una colaboradora extraordinaria. O sea, que Albert Einstein vivió en el mejor ambiente erudito posible. Los datos manejados actualmente solo permiten la especulación y, en esta función, es algo a lo que se recurre. Puesto que sostienen la idea; sin embargo, no la aseveran tajantemente. Y eso resulta correcto.

En cualquier caso, más allá de esa pega didactista, hay que reconocer que el montaje cuenta con varios motivos artísticos recalcables. Entre ellos, desde luego, la interpretación que realiza Esperanza García-Maroto en el papel de Mileva Marić. Su composición corporal, no solo por la cojera que arrastra, sino por cómo concreta sus pesares, resulta muy elocuente. Domina toda la trama imponiendo un ajustado equilibrio entre el arrebato inicial y su decadencia posterior, cuando va quedando postrada en la cama. Ella se dirigirá, como si fuera una carta, a esa hija que dieron en adopción y de la apenas se sabe nada. Avanzaremos de su mano para conocer los avatares de esta científica serbia, primera esposa de Einstein, que logró, gracias al apoyo de su padre entrar en la universidad de Zúrich, donde transcurrirían esos años felices junto al afamado científico, de quien se ocupará Gustavo Galindo. Difícil faena la que le toca, pues debe conjugar una brillantez intelectual, que no puede mostrar demasiado, con un comportamiento que se va agriando según se descompone el matrimonio. Nos mostrará esas controvertidas reglas que impuso en su casa antes de divorciarse y cómo sentía la separación de sus hijos cuando se marchó a Berlín. Tendremos que acudir a otras biografías para hallar su punto de vista (hay múltiples); pero aquí no toca, lógicamente. Luego, Rocío Vidal, quien se encargará de varios papeles, destaca como Marie Curie, quien sirve para apoyar la actitud de su esposo cuando les concedieron el Nobel. Pequeña escena donde las dos féminas se emborrachan, mientras dirimen sus intimidades. Por su parte, Pedro Santos discurre con potencia cuando se encarna en Eduard Einstein, el segundo hijo de la pareja, quien llegó a intentar asfixiar a su madre y que se pasó parte de su vida en un siquiátrico. Antes, David Díaz, había tomado a Hans Albert, el hermano mayor que, con diez años, cuando sus padres se separaron, tuvo que tomar mayores responsabilidades. Se percibe seriedad y consistencia en la interpretación. Finalmente, Guillermo Berasategui da mucho brío en los primeros embates haciendo del padre de Milena. También es muy conveniente señalar que por las tablas aparecen otra serie de personajes que, aunque tienen pocas líneas, sí que inciden en ese entusiasmo de dos científicos joven, como cuando entran, por ejemplo, en contacto con Max Planck. En este sentido, la dirección de Vanessa Martínez resulta muy atinada, pues dota al espectáculo de una concreción y un ritmo fenomenal para que todo lo relatado, que es mucho, pueda vertebrarse de forma comprensible. Por eso no faltan movimientos oníricos y disposiciones con la escenografía de Vanessa Actif, con esa imperante pizarra donde van colocando diferentes objetos como sillas o, incluso, una cabina telefónica, muy atrayentes.

Creo que Señora Einstein cumple de manera equilibrada su función didáctica y su expresión artística. Cada uno podrá llegar a sus propias conclusiones morales entre tanta intensidad y tantos episodios señalados. La gente de Teatro Defondo ha realizado un buen trabajo.

Señora Einstein

Creación y dramaturgia: Teatro Defondo

Dirección: Vanessa Martínez

Reparto: Guillermo Berasategui, David Díaz, Gustavo Galindo, Esperanza García-Maroto, Pedro Santos y Rocío Vidal

Escenografía: Vanessa Actif

Vestuario: Paloma de Alba

Composición musical: Adrián Foulkes

Creación de vídeo: Alejandro Ruiz

Iluminación: Paco Ariza

Diseño dossier: Mario Bidart

Foto de diseño: Javier Naval

Producción: Pablo Huetos

Teatro Bellas Artes (Madrid)

4 de febrero de 2025 (gira)

Calificación: ♦♦♦

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