El gran cuaderno, la novela de Agota Kristof, se convierte en un guiñol tenebroso a cargo de los chilenos Teatro Cinema

Que tras 25 años del estreno de este montaje en el Festival de Aviñón las gentes de Teatro Cinema continúen sumando funciones es un éxito descomunal. Gemelos se ocupa de la primera parte de la trilogía conocida como Claus y Lucas, de la escritora húngara Agota Kristof. En El gran cuaderno conocemos a dos muchachos que se van a quedar a vivir con su abuela. Su madre no puede hacerse cargo de ellos. Están huyendo de la guerra. Uno será el narrador (algo trastocado en la escena). La relación explosiva de estos tres individuos, entre la suciedad, el hambre y la miseria en una casa destartalada a las afueras de la ciudad se representa con las técnicas del expresionismo. Un armazón de madera, con diferentes contrapuertas, niveles y profundidades, como una caseta de feria fascinante que han ideado Eduardo Jiménez y Rodrigo Bazaes más el resto del grupo. Favorece el «fotograma» (de hecho, aparece, al principio, un obturador), el «plano» corto y la multiplicación de perspectivas encajonadas en tan reducido espacio. También es gustoso distanciarnos así de la tecnología y el automatismo digital que hoy nos invade.
Por lo tanto, debemos valorar enormemente el procedimiento, el engranaje, la disposición de las piezas, los detalles, en definitiva, el mecanismo artesanal de que de manera tan coherente engarza con la propia estética literaria. Qué mejor modo de expresar teatralmente un estilo, el de Agota Kristof, como es el del cuento tajante, el de los personajes guiñolescos, planos, por un lado, como ocurre en las leyendas; por otra parte, redondos, en cuanto que evolucionan en nuestra mente con sus acciones tan impetuosas como racionalistas, tan salvajes y pragmáticas como genuinas y maduras. Son tiempos de conflictos bélicos y no hay unos jóvenes que se hayan adaptado mejor a las circunstancias, poseen alma de héroes y de pícaros, configuran un bildungsroman doble, que se vertebrará en la segunda novela y que se adentrará en el sueño más caótico y verdadero en la tercera.
Juan Carlos Zagal y Julián Marras, ataviados con unas máscaras que caricaturizan sus cabezas y los igualan para encarnar a esos hermanos, tendrán que buscarse la vida para vencer y convencer a su abuela. Ellos vienen ya con una educación. Nada sabemos de su pasado; pero pronto descubriremos el alto calibre de su inteligencia. Debemos destacar absolutamente el movimiento. Sus cuerpos emiten gestos que los guiñolizan, que los muñequizan, y eso empasta, insisto, excelentemente, con las frases cortas, tajantes y sentenciosas de la autora. Lo que no expresan sus rostros lo acogen sus extremidades y sus voces amplificadas por el micrófono. Es maravilloso observarlos pescar ese pez-marioneta o dialogar con esa forma lógica de proceder sobre su nueva realidad, con esas ansias de hacerse útiles (cogen con ímpetu las hachas) o, incluso, duros y resistentes físicamente (entrenan a golpes para ello), de cómo se aguza su ingenio como dos lazarillos que asumen a marchas forzadas la precariedad. Luego, Laura Pizarro, se lanza hacia el estereotipo de la bruja (de ahí su apodo) por antonomasia. La voz impostada que expele «¡hijos de perra!» a cada instante le sirve para asumir el rol de la maldad. Aunque es cierto ─y esto queda patente en la función─ que ella es deudora de un pasado cruento. Si el pueblo la acusa de haber matado a su marido, uno debe pensar en episodios pavorosos dentro de ese hogar cochambroso. Por otra parte, resulta divertido cómo se la recrea, con toda esa porquería, esa falta de higiene personal y ese mal trato a sus propios nietos. A su manera, los llegará a adorar.
No obstante, el mayor déficit que se encuentra en esta adaptación, y creo que muchos de los lectores estarán de acuerdo conmigo, es el gran recorte de facetas escabrosas, sexuales y asesinas. Un adolescente podría acercarse fácilmente a esta mirada teatral; pero muchos quedarían sobrecogidos (algunas familias irían directamente a comisaría) si la crudeza de Claus y Lucas en distintos momentos de la novela (cómo engañan a su padre para que muera y sea un cebo, por ejemplo) se mostrase. De hecho, la propia compañía trabaja el teatro dedicado a la infancia.
Además, diría que no queda suficientemente reflejada la capacidad de entrega que ambos protagonistas tienen para el estudio, para el conocimiento, esa avidez que va en aumento por proveerse de libros. Eso se percibiría con los personajes ausentes con los que ellos interactúan. Como el cura y su sirvienta. Amén, claro, de cómo se las ingenian para ganar dinero en las tabernas tocando diferentes baladas. En definitiva, se simplifica el argumento y la atmósfera soterrada. También se puntualizan cuestiones como el olor de las cámaras de gas en los campos de concentración que sobraría, si debemos acogernos a la austeridad contextual de la autora, quien se resiste a concretar en qué espacio transcurre la trama. Creo que todo esto son elementos fundamentales que no deberíamos dejar pasar.
Y estos aspectos que señalo no quitan para que este Gemelos sea un proyecto fenomenal, lleno de atractivo y ejecutado con un preciosismo que nos obnubila y que nos invita a participar de ese mundo tenebroso.
Basado en la novela de Agota Kristof
Adaptación: (ex La Troppa) Laura Pizarro, Juan Carlos Zagal y Jaime Lorca
Dirección: (ex La Troppa) Laura Pizarro, Juan Carlos Zagal y Jaime Lorca
Intérpretes: Laura Pizarro, Juan Carlos Zagal y Julián Marras
Escenografía: Eduardo Jiménez, Rodrigo Bazaes y ex La Troppa
Artefactos y utilerías: Eduardo Jiménez, Rodrigo Bazaes y ex La Troppa
Música original: Juan Carlos Zagal
Diseño de iluminación: Juan Cristóbal Castillo
Vestuario y máscaras: Eduardo Jiménez y Rodrigo Bazaes
Realización vestuario: Marco López y Marco Antonio López
Asistente de diseño: David Coydán
Ayudantes plásticos: Loreto Monsalve y Enrique Gómez
Dirección técnica e iluminación: Luis Alcaide Marchant
Sonido: Alonso Orrego
Asistente de montaje escenográfico y técnico: Vittorio Meschi
Productora en terreno de la compañía: Alejandra Bobadilla
Subtítulos: Montserrat Antileo
Patrocinios: Fondart (Fondo para el Desarrollo de las Artes)
Teatros del Canal (Madrid)
Hasta el 29 de septiembre de 2024
Calificación: ♦♦♦
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Un comentario en “Gemelos”