Una isla

La Agrupación Señor Serrano se acoge al Chat GPT para pergeñar una perfomance desde cero en el Centro CondeDuque

Una isla - Foto de Leafhopper
Foto de Leafhopper

Partamos de una aseveración: nos hemos vuelto locos demasiado pronto con el Chat GPT (y otras IA). No dejamos de ser probadores (como así hacemos con Windows mismamente); para que la maquinita aumente las posibilidades. Muy lejos de algo que se pueda denominar inteligencia humana. Muy lejos de que integre existencialmente la pérdida física (presbicia, mutilación de extremidades, etc.), psicológica (demencia)… El aparato «vive» sin riesgo en su infinitud. Además, no incluye las auténticas derivas de la imaginación como el absurdo o el surrealismo. Lanzarse teatralmente con este cachivache tan cutre me parece un exceso humano. No obstante, habría que señalar que Señor Serrano tampoco es que la haya exprimido demasiado, pues parece que se quiere partir de cero. ¿O acaso se ha cotejado su base de datos dramatúrgica? En cualquier caso, si nos ponemos en un futuro próximo, con el Chat más afinado, poco importará el procedimiento si la solución artística es tan nula como este que nos hemos tenido que tragar.

Puesto que el lenguaje binario habrá expuesto sus pretensiones; pero nuestros dramaturgos han rellenado el asunto con cualquier cosa. Descubrir en lo observado símbolos solventes para una alegoría me parece concederles demasiado. Es más, han admitido tirar para adelante, seguramente porque se mueven en ese circuito tan snob y acrítico que aplaude la ocurrencia. No es azaroso que hace unos meses, en esta misma sala, El conde de Torrefiel nos deleitara con Una imagen interior. Mutatis mutandis. Siempre es lo mismo, se parte de un concepto que se estima cautivador; aunque su desarrollo es nefasto.

Luego ocurre que algunas tecnologías que se pueden aplicar con gran aprovechamiento, como el videomapping, resulta que, cuando se imponen de manera maximalista, a pantalla completa, uno debe aceptar que el teatro general, con su modesto presupuesto, no puede competir con el uso y abuso de estos procedimientos que aparecen en eventos urbanos habitualmente. Véase el Festival Internacional de la Luz que ahora mismo coincide en Madrid. Es decir, todo va muy rápido y el espectador no se sorprende por una técnica o un medio, es necesario darle forma teatral. Y, en fin, si la concepción es simplona (todos los adolescentes del mundo se han abalanzado a lo bestia a realizar trabajos de instituto con el susodicho Chat) y la manifestación da la sensación de engrudo. De trozos sin cohesión. La música de Nico Roig, con una de esas bases electrónicas que te incitan al adentramiento, a romper la cuarta pared se expresa en un lenguaje que podemos reconocer; aunque sean ritmos muy solapados al futurismo tan apabullante al que se nos proyecta. El morphing de Boris Ramírez, con esa indagación pictórica en distintas utopías y personajes que parecen retrotraernos a obra de Tomás Moro, allá en el Renacimiento, uno queda cautivado. O que los hologramas que surgen proyectados de unos ventiladores nos puedan resultar significativos de una ambientación colorista. A pesar de ello, son momentos dispersos, apartados de algo coherente.

La gran parte del tiempo es la simpleza máxima. Con Carlota Grau, desde el inicio, ejecutando sus pasos próximos al taichí, mientras leemos cómo se va produciendo el diálogo con el bot. O, después, otros performers, en el interior de un globo enorme transparente, como un zepelín, elaborando una coreografía digna de la sesión más esforzada de aeróbic. Sumémosle un equipo de rugby con ganas de comer pizza con piña para demostrarnos la hermandad, y querrán marcharse ante tanta estupidez. ¿Es estúpida la máquina o son estúpidas las preguntas?

Sorprendente e irrisorio es que la pretensión fuera política. Afirman: «Hay que superar la fase actual de conflicto cultural y buscar una nueva convivencia donde el “yo” deje paso al “nosotros”, donde el bienestar individual no se pueda concebir sin el bienestar común». Cualquier posible argumento o desarrollo ideológico sobre la sociedad perfecta queda soterrado en estas ocurrencias tan vistosas. Esto se titula Una isla; pero podría haberse titulado de infinitos modos..

No se preocupen; porque Agrupación Señor Serrano tendrá muchas más oportunidades para mejorar, pues están dentro del círculo elitista ─esa Utopía a la que cuesta tanto acceder y de la que parece imposible la expulsión─. Ahí sí que está ese «nosotros» del que se supone que querían indagar en esta pieza.

Una isla

Dirección y dramaturgia: Àlex Serrano y Pau Palacios

Asistente de dramaturgia y dirección: Carlota Grau

Performers: Carlota Grau, Lia Vohlgemuth, Sara Montalvão, Bartosz Ostrowski y nueve performers locales

Performer holográfica: Eva Torróntegui

Coreografía: Núria Guiu en colaboración con las performers

Escenografía y vestuario: Xesca Salvà

Diseño de luces: Cube.bz

Música: Nico Roig

Vídeos holográficos: David Negrão

Vídeo morphing: Boris Ramírez

Programación de vídeo: David Muñiz

Coordinación de producción: Barbara Bloin

Producción ejecutiva: Paula S. Viteri

Management: Art Republic

Producción: Grec Festival de Barcelona, Câmara Municipal de Setúbal, Rota Clandestina, Festival Internacional de Teatro de Expressão Iberica (FITEI), Centro de Cultura Contemporánea CondeDuque, Laboratorio de las Artes de Valladolid (LAVA), CSS Teatro Stabile di Innovazione del Friuli-Venezia Giulia, TPE / Festival delle Colline Torinesi, SPRING Festival, Feikes Huis y Departament de Cultura de la Generalitat

En colaboración con: Ajuntament de Terrassa y Fabra i Coats Fàbrica de creació de Barcelona

Centro CondeDuque (Madrid)

Hasta el 29 de octubre de 2023

Calificación:

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2 comentarios en “Una isla

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