Rodrigo García recupera parte de su hálito rompedor para satirizar el mundo de las redes sociales a través de una performance con vigor juvenil

Debería comenzar afirmando que, al salir del Matadero en aquel febrero de 2020, después de haberme sentido como una oveja con tortícolis al contemplar PS/WAM, pensé que Rodrigo García estaba totalmente acabado. Pero resulta que tenemos que tomarlo como una especie de sabio-bufón que sale de su aldea asturiana en la que vive para reírse con total desfachatez de nuestras costumbres y de nuestra abducción. Y no es que esto no lo hubiera hecho antes; sino que él, a punto de los sesenta años, tiene más pujanza, frescura mental y vitriolo que cualquier dramaturgo (y dramaturga) joven con toda su conciencia moral atemorizada, cuando tienen que presentarse ante un público igualmente inquisitorial. Nuestro artista se sitúa, afortunadamente, por encima del bien y del mal. No es esta una de sus mejores piezas, pues se repite en muchos sus modos habituales. Tampoco es tan apabullante como en otras ocasiones, tan rompedora y asquerosa. No hay más que ver, por ejemplo, cómo usa al perrobot Tito, junto a la actriz que lo adiestra felizmente, como si realmente ella tuviera alguna capacidad y no fuera el mero software, el que determina las posibilidades. Tendremos que asumirlo desde dos puntos de vista. Primeramente, como una autoironía, pues ya no emplea animales como en otras propuestas para que no lo cancelen, como ya le ocurrió, verbigracia, con Arrojad mis cenizas sobre Mickey; y, segundamente, porque así aprovecha para incidir en la deshumanización que impregna toda la función.
Quizás lo más provocador del espectáculo sea el propio título (no es desde luego irreligioso), que hay que interpretar en su perspectiva más mesiánica, pues es en Tinder, donde muchos esperan hallar su salvación en este planeta de narcisistas apesadumbrados. No deja de poseer esta pieza una estructura bien marcada entre «Palabras ajenas» y «Cuerpos ajenos», lo que supone que el espectador puede digerir mucho mejor sus genuinas parrafadas insolentes, repletas de alusiones culturalistas que producen un choque entre la exquisitez y la ruina de Occidente. Aunque es cierto que el asunto se alarga en demasía con algunas de las partes más performativas, donde lo dancístico o lo meramente corporal redundan, a veces, en la ridiculez. Reconozcamos, además, que hay mucho gestito bobalicón tanto en los vídeos como en ciertos movimientos —véase el propio comienzo, con la performer dentro de un cojín gigante—, que parecen rellenar tiempos de vacío.
No se adentra tanto en lo lúdico como era de esperar. Al contrario, se aprecia un trabajo físico que nos remite a la ansiedad y al estrés que se ha inoculado en los ciudadanos. De hecho, Elisa Forcano muestra un dominio extraordinario con su cuerpo en un tembleque fenomenal mientras se viste y se desviste absolutamente para, después, representar la fragilidad en el crepitar de un Gólgota, no de calaveras, sino de patatas fritas tintadas de rojo. También Carlos Pulpón se implica al máximo y deambula por el travestismo y el aire desenfadado de su actitud.
Cristo está en Tinder es una obra muy divertida; ya que el ingenio que demuestra en los textos pronunciados por unas voces que los actores asumen en playback nos dejan a un niño de ocho años expresando con gran orgullo e inteligencia superior cómo le excitan sus maestras y cómo se pasa las tardes en disfrute de la literatura clásica de aventuras —Sandokan mediante—, mientras explora los vericuetos del erotismo. Descacharrantes son algunas de las sentencias de un libro de nutrición, donde cualquier recomendación te puede llevar a la tumba.
A todo ello se suma el guitarreo de Javier Pedreira desde dentro del tapiz, para fortalecer la insolencia de algunas escenas con un ruidismo impúdico. También derivando a un funky que empasta muy bien con momentos más juguetones, como esas telenovelas de corte pulp que parodian a las películas de superhéroes y a la telebasura. Es recurrir, de manera un tanto kitsch, a los memes que pueblan las redes sociales en el permanente diálogo de la ironía con la literalidad, de los odios cervales y las gansadas imparables.
Luego, Selam Ortega, que aplica su potencia en cada coyuntura, se sube a hombros de su compañera para soltar uno de los pocos discursos directos y evidentes, que no me convencen y que se salen de la atmósfera general. Después se viste con el traje de motera ya embarrado (en otras épocas García hubiera usado barro auténtico, pero vemos que se ha moderado) para encaramarse a una moto de cross en un acto de empoderamiento que nos remitiría a la escapatoria lógica de todo ese mundo virtual tan majadero.
El montaje de Rodrigo García me parece oxigenante, dadas las circunstancias que estamos viviendo y que no parecen tener freno. La estupidez moralista estadounidense ha irrumpido como una franquicia tumoral en nuestro país y un tipo desbravado nos recuerda que el arte dramático no está para atarse las manos, ni para cortarse la lengua.
Autor y director: Rodrigo García
Reparto: Elisa Forcano, Selam Ortega, Javier Pedreira y Carlos Pulpón
Espacio escénico: Rodrigo García
Iluminación: Carlos Marquerie
Realización audiovisual: Daniel Iturbe
Edición y montaje audiovisual: Arturo Iturbe
Composición musical: Javier Pedreira
Fotografía de escena: Lucía Romero
Vídeo promocional: Arturo y Daniel Iturbe
Voz: Diego Lamas jr.
Producción ejecutiva y asistencia técnica: equipo del Teatro de La Abadía
Ayudantes de producción: José Luis Sendarrubias y Fernando Valero
Estudiantes en prácticas: Mariluz Caparrós y José Francisco Pires
Niños/as grabación: Theo Carmona, Yiqi Chen, Noé Fernández Famoso, Arianna Gómez Ruiz, Miguel Jiménez Fernández, Héctor Martín, Esmeralda Masri Mouchate, Luis Miguel Nuiter Hernández y Luján Sánchez
Agradecimientos: Alicia Álvarez de Primera Toma – Escuela de Arte Dramático; Blueberry Studios; Diego Lamas; Alberto Jiménez; Deva Gayol; Mario Valentín y María Jesús Pérez Pulpón
Producción: Teatro de La Abadía
En coproducción con: Festival Actoral (Marsella) y Festival Next (Valenciennes)
Con la colaboración de: Temporada Alta (Girona), Bonlieu Scéne Nationale Annecy y Teatros Municipales de Praga
Teatro de La Abadía (Madrid)
Hasta el 11 de junio de 2023
Calificación: ♦♦♦
Puedes apoyar el proyecto de Kritilo.com en:
