Enrique Viana se transforma en una decena de personajes para materializar esta sátira de Copi

No parece que esta obra de Copi sea ya tan alocada y transgresora como nos la presentan. Tampoco alcanza a ser una sátira suficientemente vitriólica, sino más bien un espectáculo propio del pequeño cabaret, destinado a crear un mundo propio, aunque un tanto trasnochado para nuestros días. Le frigo cuenta la historia de un individuo que aparece travestido de glamurosa modelo envejecida, el día que su madre le ha regalado una nevera. El rojo electrodoméstico vendrá a ocupar un espacio vacío, a representar un elemento de choque, un artilugio patafísico para congelar el tiempo de aquella dama melancólica que está escribiendo sus memorias, resistiéndose a perecer en el olvido como una Gloria Swanson en Sunset Boulevard. A partir de ahí se crea una atmósfera de tipos que entran y salen, de situaciones grotescas y brutales, embestidas por una ironía esnob de autofustigamiento (las violaciones que sufre parecen ser el alto precio por mantenerse viva). Algunos de los personajes, todos ellos representados por Enrique Viana, quien saca a relucir toda su versatilidad y su arte detallista con inmejorable pasión, abren camino al desenfreno, como Goliatha, la sirvienta encofiada, gritona y enérgica que quiere revolucionar la escena; otros, como el detective o el perro, parecen en sí mismos un simple interludio o una grieta de significancias múltiples. Tengamos en cuenta que el texto conlleva características propias del teatro pánico, que aquí se explotan a través de toques más freudianos que surrealistas; ya sea en el personaje de mami, que el mismo Viana interpreta simultáneamente con el protagonista en el clásico desdoble de vestuario y su actuación de perfil, y el permanente intercambio de voces. La modelo arrastrada por su madre como un parásito incapaz de independizarse. O ya sea abundando en lo sicoanalítico, hace acto de presencia la doctora Freud, en esta caso simbolizada por una gran oreja. Al montaje enseguida se le echa en falta mayor dinamismo, sobre todo en la primera parte; y en la enorme distancia con el público en la Sala negra de los Teatros del Canal, que no favorece la comunicación. Los cambios de vestuario son lentísimos, pasan varios minutos hasta que el actor vuelve a salir a escena, mientras nos quedamos tan solo con Zorion Eguilor, un pianista que va tocando varias piezas, boleros y tangos, y que también está travestido, como recién salida del Tropicana. Esos lapsos deberían rellenarse a toda costa; de hecho, no es extraño contemplar otros espectáculos de este cariz donde los actores se cambian fulgurantemente. Esta circunstancia estropea, y mucho, la función. Ese alocamiento que debería tener el ritmo propicio no llega. Es más, la obra se alarga hasta casi la hora y media, cuando podría quedar resuelta en sesenta minutos. Cierto es que algunos guiños de humor negro siguen funcionando, como las alusiones al suicidio; u otros aspectos cómicos sobre la menopausia. Posee, en síntesis, ese aire próximo a las novelas de Manuel Puig; tanto él como Copi tuvieron muchos puntos en común y es fácil que nos caiga en la memoria El beso de la mujer araña. A pesar de que la crítica a la burguesía resulta algo tópica y superficial, posee atractivo y seducción dramatúrgica. Por otra parte, la escenografía de Daniel Bianco consigue estilizar el conjunto; la coherencia en la decoración, tanto el sillón como el diván y de fondo el frigorífico —como un tótem vislumbrando los tabúes que se van expeliendo y que torturan a la señorita— estructuran el espacio con solvencia.
Definitivamente es una propuesta, la de Gustavo Tambascio, que merece la pena en cuanto que recupera un teatro con motivos sugerentes de una época rompedora; pero que ha perdido algo de punch y que, principalmente, debería ganar dinamismo para lograr que el espectador se inmiscuya en profundidad.
Autor: Copi
Director: Gustavo Tambascio
Intérprete: Enrique Viana
Pianista: Zorion Eguilior
Escenógrafo / iluminador: Daniel Bianco
Figurinista: Gabriela Salaverri
Regiduría: Carlos Roo
Producción: Carolina Teijeiro
Teatros del Canal (Madrid)
Hasta el 9 de abril de 2017
Calificación: ♦♦♦
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